4.3.09

Al maestro con cariño

El maestro es la base de la educación. No importa cuánto se invierta en infraestructura; si no se cuenta con docentes motivados y capacitados, la enseñanza que reciban nuestros hijos sin duda no será adecuada. En ese sentido, la experiencia de la década pasada es clara: en esos años se invirtió fuertes recursos en construir nuevas escuelas, en remodelar aulas, pero no se le dio mayor importancia a la mejora de la calidad educativa. Por tanto, la enseñanza no mejoró y los resultados de los exámenes escolares continuaron siendo decepcionantes.

Por otro lado, a comienzos de esta década se revirtió totalmente el énfasis pasando de la prioridad de la inversión en infraestructura al gasto en planilla. Pero el esquema fue incompleto y no dio ningún resultado. Así tenemos que entre el 2001 y el 2006 se duplicaron los salarios de los profesores, pero los aumentos –cubiertos con el esfuerzo de todos los peruanos– fueron desperdiciados porque a los maestros no se les exigió absolutamente nada a cambio. Por esto, no fue sorpresa que pese al mayor gasto, la calidad de la educación se continuara deteriorando.

Más bien ahora, cuando iniciamos un nuevo año escolar, esperamos poder ver signos aunque sea muy preliminares de alguna mejora en la educación. Ello debido a que en los últimos dos años se ha logrado, después de tres décadas sin ninguna evaluación, que los profesores finalmente rindan un examen anualmente. Más aún, entre las dos evaluaciones que se han tomado, ya se ha registrado un importante incremento en el número de los maestros aprobados.

Estas muestras de progreso, sumadas al anuncio de que se crearán 25,000 plazas para docentes dentro del marco de la nueva Ley del Profesorado –la cual recompensa al maestro en función de sus resultados–, ya son un gran paso.

Considero que si el gobierno mantiene la exigencia de realizar anualmente una evaluación, podrá alcanzar un equilibrio adecuado entre el incentivo que se ofrecerá al buen maestro y la inversión que se debe realizar en infraestructura. En ese momento, será posible ser optimista sobre el futuro de la educación pública en nuestro país y, eventualmente, el Perú podrá salir del último lugar en la región, sitial en el cual nos encontramos gracias al Sutep, que impidió durante muchos años diferenciar entre el maestro abnegado y el que se echó al abandono.

No hay comentarios: