5.3.09

¿Candor o viveza?

Con la memoria colectiva de los peruanos no se juega, aunque tampoco es correcto mellarla mediante contrabandos desde sectores de la izquierda para recordarle pasajes de la confrontación terrorista contra la sociedad. Para ello la izquierda caviar, ayer embelesada con la lucha armada y hoy convertida en abanderada hipócrita de los derechos humanos, pretende poner a la par a las víctimas inocentes del genocidio senderista y emerretista –asesinadas por acción de criminales células y pelotones de aniquilamiento– con los sediciosos fallecidos tras enfrentarse –con fusil y dinamita– a las fuerzas del orden.



Tamaño despropósito no debe pasar por alto. Primero porque la derrota del terrorismo fue una victoria nacional. Además la secuela de la insurgencia terrorista no permite aún identificar a todos aquellos supervivientes de los atentados, seres humanos a quienes tampoco se les da la atención del caso. Huérfanos de autoridades políticas asesinadas, como alcaldes, gobernadores; hijos de los policías y militares victimados; viudas o vástagos de militantes apristas, acciopopulistas muertos por el terrorismo que hasta hoy ni siquiera son visitados por las ONG políticas para indagar sobre su situación económica o psicológica. Por eso la memoria la hacen los pueblos. Es decir, todos los días y cada peruano. Mas no tiene por qué hacerlo un grupo de ex comisonados de la CVR, que no son otros que los mismos dueños o empleados de las ONG que, en el colmo de la pedantería y desfachatez, hoy quieren erigir un monumento en memoria de los terroristas, para lo cual no dudan en utilizar a gobiernos cándidos –aunque amigos del Perú– como el de Alemania.

Pero lo más lamentable es cómo un dirigente de un partido democrático, el alcalde del distrito limeño de San Miguel, Salvador Heresi –no se sabe si por ingenuidad o figuración mediática con miras electoreras– salga a decir que está dispuesto a buscar un terreno en su distrito donde se construya aquel museo de la memoria, sin darse cuenta que esta obra sería una versión corregida y aumentada del monumento “El Ojo que Llora”, donde se atentó contra el sano recuerdo de las víctimas del terrorismo al colocarse en ese lugar el nombre de los asesinados de la subversión junto al de los terroristas victimarios.

Deploramos las declaraciones del burgomaestre sanmiguelino y dirigente del Partido Popular Cristiano, colectividad política que a lo largo de su trayectoria deslindó con el terrorismo y comprobó la forma artera como tantos izquierdistas de antaño se dedicaran estratégicamente a la formación de ONG de derechos humanos, aunque esos mismos personajes jamás abandonaran su corazoncito a favor de lo que –en su mensaje– reclaman los subversivos a quienes, además, proporcionan asistencia legal, mediática y política. Indigna más este asunto pues se trata de una persona que pretende candidatear a la alcaldía de Lima, para lo cual debería conservar la sindéresis en vez de actuar embargado de candor.

Ya las ONG políticas engañaron al país al enchufarle una CVR donde los integrantes eran nada menos que los mismos dirigentes de esas ONG. Pero ahora quieren embudinarnos con un “museo” del terror al cual solícitamente se adhiere el alcalde Heresi, sin darse cuenta que con este tipo de obras quienes ganan son los terroristas pues encontrarían allí una ventana de legitimidad, y triunfan también los representantes de las ONG que promueven proyectos como este para embolsicarse aún más dinero

EXPRESO

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