31.5.09

De espaldas al pueblo

Pronto se cumplirán dos meses desde que las comunidades nativas retomaron medidas de fuerza en protesta por los decretos que vulneran sus derechos. A estas alturas me queda claro que los altos niveles de decisión política nunca tuvieron intención de rectificación. Y el recurso de la “escopeta de dos cañones” se agotó, aunque tuvo largo alcance desde la foto tomada en la presidencia del Congreso hace siete meses hasta la última estrategia del gobierno intentando mostrar una posibilidad de acuerdo a través de la Presidencia del Consejo de Ministros, la que fue rápidamente autobombardeada.

En medio de un paro sin tregua, con estado de emergencia y denuncias contra Alberto Pizango, la mesa de diálogo sólo logró poner al descubierto la nula capacidad de decisión del premier dentro del Ejecutivo, ¿o es que lo quemaron a propósito?

Es una lástima porque luego de iniciado el diálogo, los dirigentes nativos enviaron a los manifestantes un mensaje de tranquilidad y otra oportunidad de confianza hacia el gobierno. El desinterés por solucionar el problema fue corroborado en el último pleno del Congreso.

Ni siquiera el eco de una verdad mediática al compás del discurso oficial pudo lograr que la población se crea todo este cuento de “los nativos manejados por intereses políticos con ansias de desestabilizar la democracia que el Apra defiende”.

Esta vez parece que el cálculo político del gobierno no fue certero, las comunidades nativas, en vez de desgastarse fueron sumando el apoyo de otros sectores sociales a nivel nacional, las marchas de esta semana lo confirman.

Lo preocupante es que, si el Ejecutivo sigue en sus trece en aras de proteger grandes inversiones y de evitar pérdidas materiales, el conflicto se podría agudizar y cobrar pérdidas humanas. Los nativos dicen estar dispuestos a morir en defensa de ese 20% de la Amazonía que aún queda sin concesión.

Me niego a pensar que el presidente García quiera trascender en la historia con otra factura por violaciones flagrantes de los derechos humanos.

Quiero creer que esta llamada “democracia” no sólo defiende la libertad de un puñado de ciudadanos, mientras pisotea los derechos de la mayoría invisibilizada. Ojalá el señor García aprovechase esta oportunidad para convencernos a los peruanos que esta llamada “democracia” realmente podría ser inclusiva, justa y solidaria.

La justicia social no sólo consiste en condonar la deuda de unos cuantos en el Banco de Materiales. También y sobre todo se practica cuando se antepone el bienestar del pueblo a las ansias de poder y dinero.

LA PRIMERA

Triple alianza contra la selva

El fujimorismo ha querido hacer oficial esta semana que no sólo es capaz de danzar en el elemental ritmo del baile del chino, sino que sus parlamentarios se mueven según las circunstancias. Para muestra, está Rolando Sousa, uno de los pocos que no tuvo que hacer el ridículo en el cumpleaños de Keiko Fujimori, pero que sí lo ha hecho en la sesión del pleno del último jueves. Fue el único orador del partido de la mafia para el tema de los amazónicos y el vocero de una aparente posición proderogatoria del decreto legislativo 1090. Pero fue también uno de los primeros en dar su acuerdo a la moción-maniobra de Mulder, para que el debate se postergara para después que Simon concluya los trabajos de su mesa de diálogo y subcomisiones con la que se quiere huevear hasta el infinito a los pueblos indígenas.

La verdad, como dice Pastor, es que mientras nacionalistas y apristas llevaban el peso del debate, los seguidores del condenado negociaban una “solución” a lo que formalmente su vocero ha condenado como inconstitucional y el APRA defiende como de plena constitucionalidad, y el momento de converger vino cuando Werner Cabrera pisó el palito de Del Castillo y les dio el pretexto extra reglamentario para suspender la sesión.

Es claro que si no había base para que la triple alianza APRA-UN-Fujimorismo, funcionara para un voto contra la derogatoria que incendiaría aún más la selva y sería un golpe muy duro a la candidatura de Keiko en las provincias, sí podía haberlo para una postergación, que el gobierno imagina que debilitará la presión de la lucha y Sousa y compañía aprecian como el terreno para una mejor negociación.

De Unidad Nacional (que a estas alturas no es más que PPC), hay que decir que ellos siguen creyendo que son los que dictan el programa y la ideología que está gobernando, por eso Bedoya de Vivanco suele cumplir el papel de abogado elegante (para decir sandeces como en la elección del contralor) al servicio del APRA, cuya manera verdadera de debatir es la que mostraron Cribillero y Del Castillo. En este caso, también, la derecha política encomendó a uno sólo de sus ponentes decir en público que votaba contra los indígenas y que la violación de la Resolución 169 de la OIT, era un asunto de legalidad y no de constitucionalidad, como si la Constitución del 93 y la del 79, no obligaran a cumplir tales convenios que no pueden ser alterados por ninguna ley.

El PPC tiene ya una historia de jugar el papel de segundón del poder: Constituyente 78-79, segundo gobierno de Belaunde, Fujimori, Toledo, y ahora también con García. En realidad ese partido cree que siempre se adelantó a lo que después harían los gobiernos. Pero lo cierto es que fue al revés: ellos perdieron las elecciones porque su programa jamás ha sido votado por la mayoría de la población peruana y su amiste posterior con el poder se debe a que uno tras otro los gobernantes han traicionado lo que ofrecieron. Como diría Lourdes Flores, había que decir que las promesas no se podían cumplir, y a otra cosa. De esa manera el partido lourdista es el de los acompañantes de la traición política. Como el último jueves, cuando parecía que eran los únicos para los cuales el factor de la insurgencia selvática virtualmente no existía. Si sus votos son enteramente de Lima y de peruanos en el exterior, no tienen ningún interés en problemas indígenas y de regiones remotas. Y ya saben que nunca van a ser elegidos con su base social, pero que siempre serán el aliado del llamado realismo de gobierno.

Si sus votos son enteramente de Lima y de peruanos en el exterior, no tienen ningún interés en problemas indígenas y de regiones remotas.

LA PRIMERA

Caracas: detrás del escenario

El conversatorio de intelectuales de derecha realizado en Caracas, en el que ha brillado Mario Vargas Llosa y ha asomado su silueta de polemista hirsuto y huidizo el señor Hugo Chávez, ha sido auspiciado por el Cato Institute. Eso lo explica todo.

El Cato Institute es una organización privada de la que emana una de las corrientes más reaccionarias de la derecha “académica” estadounidense.

Cuando digo derecha “académica” hablo de ese espejismo que pretende mostrar como científico lo que es ideológico y como próximo a la filosofía lo que es vulgar propaganda ultraconservadora.

En la construcción de esas fortalezas de cartón ha estado, desde el año 2000 por lo menos, el novelista Mario Vargas Llosa, considerado uno de los más aguerridos voceros del Cato Institute.

Como una escisión universitaria del abortado Partido Libertario, el Cato se fundó en 1977 en San Francisco. Su creador fue Edward Crane, quien contó con el apoyo financiero del conglomerado petroquímico Koch Industries.

Al principio fue una de esas tantas oenegés dedicadas a predicar la libertad sexual, los derechos de los homosexuales o la legalización de la marihuana.

Poco a poco, sin embargo, el Cato Institute fue perfilándose como un abastecedor disciplinado y constante de ideas para montar aquello que, en la época de Ronald Reagan, se llamaría “la revolución conservadora”.

De lo que se trataba, en el fondo, era de barrer con el New Deal de los años de Roosevelt. Y si para ello había que convertir el egoísmo en credo, la avaricia en motor social y la falta de compasión en una espantosa pero imprescindible necesidad, Cato Institute se puso manos a la obra.

Esta entidad fue clave en darle coartadas “liberales” al reaganismo más duro pregonando la privatización del sistema pensionario, la asistencia social y médica y la enseñanza. Logró bastante con Reagan y muchísimo con George W. Bush.

La “desregulación” fue la palabra clave que el Cato Institute soltó a los cuatro vientos. Dado que su casi anarquismo de derechas no era aceptable, la “desregulación” era bastante mejor que el Estado arbitral de Roosevelt.

Por eso es que hoy muchísimos estadounidenses enterados culpan al Cato Institute de haber colaborado decisivamente en la creación de esa economía plagada por el hampa bancaria y corporativa.

José Piñera, el fascista ex ministro de Trabajo de Pinochet, es una de las luminarias del Cato Institute. Autor de la privatización del régimen de pensiones en el Chile acuartelado de los 80, Piñera publicó recientemente, gracias a la imprenta del Cato, un libro delirantemente inmundo: “Una casa dividida: Cómo la violencia política destruyó la democracia en Chile”.

En el portal electrónico del Cato, entre los libros recomendados por la institución, se puede leer lo siguiente: “José Piñera, por fin, demuestra convincentemente que la remoción de Allende fue el resultado del rechazo de las instituciones chilenas a sus reiteradas violaciones a los procedimientos legales y a sus esfuerzos por instalar en Chile un sistema totalitario”.

Cato Institute llama “remoción de Allende” al bombardeo de La Moneda, la masacre de la democracia, la desaparición de más de tres mil chilenos y la instauración de ese fascismo que impuso, por el terror, el “régimen liberal” que Cato Institute dice defender.

En efecto, Milton Friedman, visitador y asesor de Pinochet, fue parte estelar del Cato Institute. Tan estelar, que el premio bianual del Cato Institute “a quien haya defendido la libertad” se llama, precisamente, “Premio Milton Friedman”.

Ese premio lo obtuvo en el año 2008 un venezolano de 24 años, autor de ningún libro, llamado Yon Goicochea. Su mérito fue llamar a la insurrección popular en contra del gobierno de Hugo Chávez y fundar la organización “Resistencia Estudiantil Venezolana”. El “programa” político de Yon Goicochea tiene dos vistosos pronunciamientos: el derrocamiento de Chávez y la legalización de la marihuana.

No es difícil deducir, entonces, que Cato Institute está decidido a librar una batalla abierta en contra del chavismo. Y es fácil suponer cuánto habrán disfrutado sus mentores con la torpe retención de hora y media de los Vargas Llosa en Maiquetía y la más torpe desconvocatoria de la polémica que ya había sido tácitamente aceptada. Y es que a Chávez lo aconsejan su propia estupidez y algunos estúpidos adjuntos.

Chávez, sin quererlo, ha trabajado para el Cato Institute, al que sirven tan amablemente los Vargas Llosa.

Ahora el Cato Institute, que estaba acribillado por las críticas dado su papel en los desmanes republicanos del periodo Bush junior, podrá inflar el pecho y obtener quizá bastante más de los veinte millones de dólares anuales que recibe de personas y corporaciones en los Estados Unidos.

Entre esos donantes están Philip Morris y Exxon-Mobil. Por pura coincidencia, Cato Institute está en contra de las leyes antitabaco y niega que el calentamiento global se haya producido por causa del hombre. Gale Norton, próxima al Cato, fue directora del Medio Ambiente de Bush hijo e ideóloga de la resistencia al Protocolo de Kyoto.

Desde 1998 está en el Consejo de Administración del Cato Institute el señor Rupert Murdoch, zar de la Fox y de una vasta cadena periodística dedicada a enaltecer a Cheney, defender a Rumsfeld y predicar el liberalismo salvaje como solución.

Entre los libros que Cato recomienda para llevarse a la cama a leer están, aparte del de Piñera, uno titulado “El poder y el delirio”, escrito por Enrique Krauze, presente en el foro de Caracas. El libro intenta ser una lapidación “liberal” de Hugo Chávez.

Otro libro que Cato encomia es “La transformación económica de Chile”, del ex ministro de Economía de Pinochet, Hernán Buchi. Y no podemos dejar de mencionar en este libro de lecturas inexorables (según Cato) uno que don Mario Vargas Llosa, de puro modesto, no ha publicitado.

Su título es “Elogio a un liberal: Homenaje a Revel”. Sus autores son José María Aznar y Mario Vargas Llosa. Sí, así: Aznar primero y Vargas Llosa después. Me dispongo a comprarlo de inmediato.

LA PRIMERA

Los “demócratas” de Caracas

Para cualquier persona sensata es evidente que Estados Unidos está desde hace años en campaña para desacreditar y, si es posible, derrocar a Hugo Chávez, presidente de Venezuela.

El show montado por Mario Vargas Llosa y su hijo encuadra en ese plan. Ha recibido por eso un apoyo mediático insólito.

Derrocar es un verbo cien veces conjugado en primera persona del singular por el imperialismo estadounidense.

Ha organizado la reunión caraqueña el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico para la Libertad (Cedice), la institución venezolana que recibe los mayores aportes económicos de las agencias de Estados Unidos.

Los fomentadores del escándalo en torno a la reunión de Caracas han ocultado que Rocío Guijarra, la gerente general de Cedice, apoyó el golpe de estado de abril del 2002 contra el régimen constitucional de Hugo Chávez.

Los que acudieron a Caracas para fomentar un escándalo sabían sin duda de ese antecedente. Tampoco podían ignorar el carácter de ese golpe que en el 2002 apresó a Hugo Chávez y quiso obligarlo a renunciar. Todo se convirtió en una farsa cuando las masas populares bajaron de los cerros para apoyar a Chávez. Al final, hasta las tropas de los golpistas cambiaron de hombro el fusil.

Mario Vargas Llosa, quien residía en España, sabe lo que denunciaron en esos días publicaciones madrileñas como Cambio 16: que horas antes de viajar a Caracas para el golpe, Pedro Carmona, el “presidente” de los golpistas, se había reunido en Madrid con jefes del Opus Dei.

En suma, la Guijarra apoyaba una aventura fascista cuyo carácter distintivo se produjo cuando el efímero Carmona no sólo “depuso” al presidente constitucional Hugo Chávez, sino que disolvió el Congreso y anuló todas las autoridades constituidas: Tribunal Supremo de Justicia, Consejo Nacional Electoral, Defensoría del Pueblo, etc.

La televisión privada aplaudió frenéticamente el pronunciamiento contra Chávez, y cuando las masas avanzaban hacia Palacio decidió ocultarlo, y empezó a difundir dibujos animados. Después no sabían dónde meterse.

Cedice coordina hoy con la Cámara de Comercio de Santa Cruz, Bolivia, cuya orientación fascista, racista y separatista es conocida en el continente.

Uno de los financiadores de la cita derechista de Caracas es el Instituto Cato, conocido como órgano fascista ultraliberal.

Cedice y Cato van a crear en Caracas una universidad privada ultraderechista. Uno de los profesores será Daniel Córdova, decano de la escuela de economía de la Universidad de Ciencias Aplicadas de Lima. Ese eminente profesor es el que, apenas iniciada la crisis que estremece al mundo, vaticinó, en el programa de Jaime de Althaus, en Canal 8, que la crisis sólo iba a durar tres meses.

Esa es la catadura de los libertarios aglomerados en Caracas.

LA PRIMERA

El desafío Latinoamericano

Hace casi veinte años se derrumbó el Muro de Berlín corroído por un opresivo sistema que solo género incompetencia y corrupción. En ese momento se pensaba que con su caída se había puesto fin a más de medio siglo de intensa confrontación ideológica y se tenía la seguridad de que la humanidad podría finalmente disfrutar de la prosperidad que siempre se obtiene cuando se vive en libertad.

Sin embargo, pese a que de los países que en ese momento se encontraban en la esfera comunista, solo se quedaron sin evolucionar Corea del Norte y Cuba, no contábamos con la inagotable capacidad latinoamericana de siempre tropezarse con la misma piedra y de repetir las equivocaciones.
Durante la última década hemos sido la única región donde se mantiene un anacrónico debate que ha desaparecido en el resto del planeta.

Así tenemos que la debilidad y falta de convicción de sus anteriores gobernantes permitió el fortalecimiento de una corriente de populismo autoritario o chavismo en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Si bien, a diferencia de los años 70, en esta ocasión han llegado al gobierno no por golpes de Estado sino por medios democráticos, sus líderes en todos los casos no bien toman el poder consideran que la democracia ya cumplió su función y lo primero que hacen es cambiar la constitución para eternizarse en el cargo.

Luego de ello actúan como su admirado Velasco, estatizando gradualmente todos los sectores de la economía, ahogando con demagogia y represión a sus contrincantes, así como cerrando los medios de difusión que mantienen una línea de oposición. Mientras que en el plano internacional adoptan el antiguo modelo castrista y se dedican a exportar su revolución aunque, a diferencia del anterior esquema, no lo hacen con fusiles sino con petrodólares para así tratar de influenciar en los otros países durante su proceso de elección. Debemos reconocer que la estrategia que han adoptado les ha dado resultados, basta ver el éxito que ha tenido ese dinero en unir a la históricamente atomizada izquierda peruana.

Por otro lado, la crisis internacional va hacer que nuestra región sufra de una creciente insatisfacción social durante un par de años y eso les va a facilitar su labor. Así que hay ser conscientes del peligro y enfrentarlo. No podemos correr el riesgo de perder todo lo avanzado y de caer en la asfixiante situación en que viven los venezolanos.

Por ello es perfectamente válido replicar sus tácticas y apoyar a la oposición interna que tienen en sus países, como ha hecho Mario Vargas Llosa esta semana en Caracas. No solo porque es lo correcto sino, también, porque cuanto más atención les demanden sus temas internos menos tiempo tendrán para entrometerse en los nuestros.

Asimismo, debemos de tratar de recuperar un par de puntos más de crecimiento antes de las próximas elecciones fomentando no solo el gasto público sino, principalmente, la inversión del privado. Es fundamental poder demostrarle al ciudadano que el bienestar viene con la libertad y no con el oscurantismo.

PERU 21

Michael Reid, recordando un continente olvidado

Por Mirko Lauer

Si hay una caza mayor entre los latinoamericanistas periodísticos, es el libro sobre América Latina como realidad unitaria vista desde el exterior. Frente a eso los libros sobre países individuales o temas puntuales son caza muy menor, y segura. En cambio el gran libro latinoamericano es una cacería peligrosa, la presa es elusiva y efímera, puesto que es de periodismo que estamos hablando.

John Gunther lo intentó con Inside Latin America (1941), un libro que a su manera se adelantó a temas de la guerra fría en la región. Un gazapo inolvidable es su recomendación de no perderse la torre del palacio Tagle en Lima. Una causa probable de esto es que siempre visitaba el Perú desde una suite del Hotel Bolívar, contaba David Griffis, del Peruvian Times.

Dos decenios después Marcel Niedergang volvió a intentarlo con su Les vingt republiques d´Amérique Latine (1962), un intento de explicar la unidad en la variedad latinoamericana. Menos ambicioso en su cobertura, el libro de Richard Morse, Prospero´s Mirror. A Study in New World Dialectic (1980), sin duda pertenece al género.

Ahora acaba de presentarse en Lima El continente olvidado. La lucha por el alma de América Latina (Bogotá, Norma, 2009) de Michael Reid. El autor nos advierte: somos demasiados países como para agruparnos en una sola obra, y que hoy el ritmo del cambio es demasiado fast & furious como para que un libro así mantenga mucho tiempo su actualidad.

Es un libro aparecido originalmente en inglés, que se dirige a un lector no latinoamericano, culto pero que igual precisa ser ilustrado sobre la región. El tipo de obra que tiene que ser actual, y mantenerse actual todo lo que pueda. Su apuesta es una comprensión del todo, pero busca explicarnos convincentemente cada una de las partes.

No es un fichero nacional-geográfico, ni una aproximación a partir de un solo tema importante. Es una suerte de instant book laborioso y educado, capaz de convencer a un lector especializado y de dar explicaciones históricas, en el sentido de genéticas. Un tipo de libro de los que necesitaríamos tantos aquí.

A casi tres años de su aparición el libro ha resistido bien la segunda prueba. En sus casi 400 páginas siguen estando todos los personajes, los problemas y las cuestiones que definían a América Latina en el 2007. Pero Reid es también un académico capaz de ver más zonas de peligro que la pura actualidad.

Reid advierte en su trabajo tres de estas zonas: la generalización, la selección y ser desmentido por la marcha de los acontecimientos. Con el peligro adicional de que en este tipo de libro de conjunto siempre puede haber alguien que conozca mejor una de las partes. Mayor peligro aún, si el conocedor es otro académico.

Pero la información no es un problema de este libro. Si alguna polémica puede levantar Continente olvidado ella no es en el campo de la precisión de los datos, sino en el de las ideas. Reid no solo quiere rescatar a América Latina del olvido, sino de varios conceptos que le parecen responsables de un endémico subdesarrollo:

a) la teoría de la dependencia, sobre todo en sus más recientes rescoldos bolivarianos (en esto su libro tiene alguna afinidad con La utopía desarmada (1995) de Jorge Castañeda, un obituario de la izquierda en la región);

b) cierto arielismo resistente a la modernidad técnica, que se da la mano con las teorías sobre religión y ética del trabajo. Reid reconoce que este arielismo está muy de salida, pero confiesa entre líneas que no percibe una clara ideología cultural de reemplazo;

c) recorre el libro un prurito evidentemente nacido de la larga experiencia del autor con The Economist (donde Reid dirige la sección América Latina), que consiste en identificar la larga lista de errores cometidos por los países de la región en el campo de la expertise económica.

La de Reid es una reflexión claramente progresista en sus diagnósticos de lo social, pero a la vez enfundada en las percepciones de The Economist sobre por qué los países triunfan o fracasan (para aludir a otro título). El FMI en la crisis argentina es tratado con unos guantes de seda. En cambio la crítica a Las venas abiertas de América Latina (1971) de Eduardo Galeano, es con sangre en el ojo liberal.

LA REPUBLICA

El MEF contra la industria peruana

Por Humberto Campodónico

¿Puede imaginar el lector que en plena crisis económica internacional, que ya golpeando fuerte a la industria nacional, el MEF haya planteado eliminar la bonificación del 20% de puntaje adicional para las empresas nacionales que entran a concurso para acceder a las compras públicas del Estado?

Es lo que ha hecho el MEF con el Oficio 616-2009 dirigido al Organismo Supervisor de Contrataciones del Estado. Dice el MEF que el Decreto Legislativo 107, dado el año pasado, elimina la legislación anterior y ya no procede la bonificación adicional para las empresas nacionales.

Lo que plantea el MEF, más allá de las discusiones legales, es la teoría neoliberal que afirma que todas las empresas son iguales, no importa cuál sea su nacionalidad y que, por tanto, deben competir en igualdad de condiciones. El MEF no está diciendo nada nuevo, porque eso es lo que establece la Constitución de 1993: “La inversión nacional y la extranjera se sujetan a las mismas condiciones” (Art. 63).

Pero sucede que ese dogma está errado profundamente porque esas condiciones de libre competencia e igualdad simplemente no existen. En EEUU y Europa se protege a la industria aeronáutica. En EEUU ninguna nave extranjera puede hacer cabotaje doméstico y no se permite a los capitales árabes comprar los puertos nacionales.

Hay muchos ejemplos más. El más importante es que la igualdad de trato entre la inversión extranjera y la nacional fue excluida explícitamente de la agenda de la Ronda Doha de la Organización Mundial de Comercio en el año 2003. ¿El motivo? La gran mayoría de países se opuso porque “consideran que tienen derecho a políticas flexibles que les permitan determinar las modalidades de inversión extranjera que contribuyan a la expansión del comercio, de acuerdo a sus intereses nacionales”.

Se puede mencionar también a la Constitución de Brasil, que dice: “se otorgará tratamiento favorable a las empresas brasileñas de capital nacional de tamaño pequeño” (Art. 170). Ningún país de la región, ninguno, tiene un “Art. 63” en su Constitución.

Volvamos al Perú. La bonificación del 20% de la Ley 27633 tiene como objetivo favorecer a la industria nacional. Puede entenderse que, cuando se negocia un TLC –como ha sido el caso con EEUU–, esta bonificación se elimine. Los negociadores peruanos les dirán a sus contrapartes: “si derogo esa Ley, tú me tienes que dar algo a cambio”. O sea, “dame que te doy”.

De hecho, la bonificación del 20% ya no rige para las compras “gringas” debido al TLC. Pero, ¿qué sentido tiene otorgar el mercado peruano gratuita y unilateralmente al Japón o a la Unión Europea, con quienes se negocia ahora un TLC? Ninguno. También se van a aprovechar los países del MERCOSUR y, en general, todo el mundo. ¿Y qué obtiene el Perú? Nada.

Al MEF no le interesa la industria nacional, pero esconde esa intención al decir que el Estado se beneficiará pues compraría bienes 20% más baratos a los extranjeros. Lo que el MEF no evalúa es el efecto devastador sobre la inversión nacional y, también, sobre el empleo. Además, perderían la bonificación las micro y pequeñas empresas (MYPE) que el gobierno dice querer impulsar. ¿Y la formalización?

Tampoco dice el MEF que la industria extranjera tiene un trato más favorable que el capital peruano porque en sus países gozan de medidas que los favorecen, como el crédito barato a la exportación que existe en EEUU, la Unión Europea, Brasil y China, entre muchos.

Para ya no hablar de la inversión extranjera en recursos naturales, que tiene depreciación acelerada (5 años), fraccionamiento del pago de aranceles (7 años), ocho años de arrastre de pérdidas y recuperación anticipada del IGV, amén de los contratos de estabilidad jurídica y tributaria. ¿Y la igualdad de trato?

Lo que le interesa al MEF es completar la “reforma incompleta” neoliberal (con los 100 Decretos Legislativos) y desaparecer a la industria nacional. Que no digan que quieren un Plan de Estímulo y Comprarle al Perú. Por favor.

LA REPUBLICA

No molestar, hora de refrigerio

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

La soledad creciente del premier Yehude Simon

El Apra es, sin duda, la bancada más efectiva del Congreso por su experiencia, disciplina y maña. Cuando defiende, es un muro impasable que blinda al afectado incluso mintiendo con descaro. Cuando ataca, es perversamente insufrible. Y cuando quiere decirle a alguien, con sutileza, que ya le bajó el dedo, se porta como anteayer con el premier Yehude Simon.

El jueves, en la exposición del nuevo plan VRAE, el Apra dejó solo a Simon, tal como ayer anotó El Comercio con acierto. Peor aún, ello ocurrió mientras solo había 25 parlamentarios en el hemiciclo y la oposición vapuleaba con entusiasmo al premier, calificando su presentación de “confusa”, “compendio de buenas intenciones”, “poema de juegos florales”, “serie de lugares comunes” o “absolutamente insuficiente”.

La célula parlamentaria aprista (CPA) nunca le haría un desplante así a un aprista, salvo que –ojito con eso– el presidente Alan García diera la orden. Varios dirigentes han salido a respaldar al premier Simon pero con unas explicaciones que, por su exceso de creatividad, son graciosas e increíbles.

Mercedes Cabanillas dice que los compañeros “se fueron a almorzar”. O sea, lo sentimos señor premier, a la hora del bitute la jamancia va a sobrar, hora de refrigerio, sírvase no molestar y vuelva más tardecito pues.

Luis Gonzales Posada explica que la ausencia de los apristas “no significa que no hayan seguido el debate por los televisores colocados en los diferentes ambientes del Parlamento”. Bien pudo agregar que es más cómodo verlo en el sillón, con los pies encima de la mesa, en pantuflas, con canchita y cervecita.

A su vez, Jorge del Castillo justificó la falta diciendo que “salieron algunos momentos para realizar coordinaciones” y, también, a “estirar las piernas”. Solo le faltó decir que los compañeros estaban en el baño orinando.

O sea: la CPA está ocupada en diligencias impostergables mientras ¿su? premier era vapuleado en el Congreso. Ya veo.
Simon ha hecho el mayor esfuerzo por acercarse al Apra para lograr su apoyo (indispensable pues ningún otro partido lo va a respaldar). Desde la risueña fotito de rigor con el comité político en Alfonso Ugarte, asumir el activo y el pasivo del gobierno, pedir que no se crea que Alan García es el diablo, hasta el pacto Apra-‘izquierda madura’ para el 2011.

El del jueves no es el primer reclamo de Simon al Apra para que no lo deje solo. A pesar de ello, los apristas reiteran el desplante, quizá intuyendo que el presidente García ya le bajó el dedo al premier. De repente no saben que lo más probable es que el sucesor tampoco sea aprista. Mejor pórtense bien, compañeritos, verán que no cuesta nada

la republica

Columna de humo

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

En apoyo de la campaña para dejar de fumar.

Hoy que es el Día del No Fumador, creado en 1989 en la Asamblea Mundial de la Salud con el fin de promover la erradicación del hábito de fumar, no me provoca lanzar un discurso contra los que, a pesar del entorno crecientemente hostil, siguen fumando, quizá con un sentimiento de culpa enorme, arrinconados porque cada vez hay menos lugares donde hacerlo, y con la sensación de ser señalados casi como delincuentes.

Porque, para qué les voy a mentir, a pesar de estar en el Día del No Fumador, déjenme decirles, con la experiencia de un fumador empedernido de más de tres décadas, que fumar es uno de los placeres más exquisitos que se pueda imaginar.

Prender un nuevo cigarro, golpear con fuerza, inundar el cerebro con el acelerador que nos mete una buena pitada, llenarse de humo cuando hay que pensar una decisión o mientras se leen los diarios, constituyen sensaciones inigualables.

El ‘único gran’ problema de este placer singular es que, dé-jenme decirles, con la experiencia de un fumador empedernido de más de tres décadas, fumar hace daño. Fumar, para decirlo de un modo más claro y directo, mata. A veces más rápido, a veces más lento, pero, créanme, el cigarro es, sin ninguna duda, ‘dañino para la salud’.

Según la Comisión de lucha contra el consumo de tabaco, en el Perú el cigarro mata a 25 personas al día, más de nueve mil al año. No es uno de los principales motivos de las muertes en el país, pero es obvio que hace daño y que puede matarte.

Por todo ello, tengo por los que siguen fumando la secreta admiración del que observa –casi hasta con envidia– al que tiene la audacia de jugar a la ruleta rusa, pero también la preocupación por las implicancias de este juego mortal.

Yo abandoné el juego hace 495 días. Hace un año, cuando también escribí una columna sobre este tema, iba en 132 días y entonces aún los contaba. Ahora ya no. Un ‘problema’ –debo reconocer– es que dejar de fumar a veces engorda, como en mi caso, que desde enero de 2008 cargo 16 kilos más, pero espero tener la fuerza de voluntad para quitarme los ocho que –dice el doctor– debo bajar para estar en mi peso ‘correcto’.

También quisiera tener la fuerza de voluntad para solo fumar un par de cigarros al día pero estoy consciente de que, para eso, aún me falta mucho y quizá nunca lo logre. Sé que, si prendo uno, me aventaré la cajetilla completa.

Cada persona debe tener la libertad de decidir si fuma o no. Pero el Estado sí tiene el deber de informar a los ciudadanos –especialmente a los más jóvenes– de las consecuencias de su decisión. Por ello, sin ponerme en la actitud del ‘cazador de fumadores’, me gustan y apoyo las campañas para no fumar.

LA REPUBLICA

Concertación democrática

Reconocemos que cada ciudadano tiene todo el derecho de participar en política como candidato. Eso está fuera de discusión pues vivimos en un país respetuoso de las libertades y de los derechos políticos.

Por otro lado, las encuestas –a dos años de la campaña electoral del 2011– muestran los guarismos de respaldo a determinadas candidaturas. Seguro todavía esas encuestas son arbitrarias ya que presentan la fotografía de algunos personajes con más aprobación que otros, pese a que obviamente falta un largo trecho en el cual aparecerán con más fuerza rostros que ahora la población no los ubica con facilidad o descollarán aquellos que hoy se encuentran rezagados en las preferencias ciudadanas.

Sea cual fuese el caso, advertimos que habrá numerosos participantes en las justas electorales, lo que si bien comprueba la existencia de un auspicioso ambiente democrático, al mimo tiempo corrobora el defecto de nuestra política: el estar muy fragmentada y dividida. Por eso hacemos un llamado a todos los ciudadanos con aspiraciones presidenciales a no caer en la presidencialitis aguda, vale decir en ese estado decadente en el cual todos se creen con posibilidades de llegar al Sillón de Pizarro, pero con el agravante de mirar sólo la comodidad propia antes de pensar en lo que realmente necesita el país. Este espejismo suele confundir a más de uno, por lo que sería más sensato poner firmemente los pies en la tierra.

Creemos que lo más saludable para afianzar el progreso institucional de nuestra República y para hacer sustentable el desarrollo socioeconómico de nuestra nación, es que aquellos personajes sin una verdadera vocación de servicio ni desprendimiento, desistan de participar como candidatos a la primera magistratura del Estado. Deberían más bien sumarse al líder que mejor perfil de estadista posea en función del beneficio de 28 millones de peruanos. Deberían endosarle al ciudadano más prudente, al más idóneo y concertador todo el apoyo. En este trajín necesario por el Perú, inspirémonos en esa voluntad férrea a favor de la concertación que representó, por ejemplo, el mensaje de ese curtido periodista y político que, al renacer la democracia peruana en los años ochenta, ocupó la cartera de Trabajo, nos referimos a Alfonso Grados Bertorini, quien –muchos años antes que en Chile se hablara de “concertación”– recordaba a los principales actores sociales y políticos del Perú la importancia de concertar en democracia.

Traspolemos ese discurso al momento actual en el que ya casi acabamos la primera década del siglo XXI. Seamos francos y sinceros, tal como lo ha reconocido el laureado escritor Mario Vargas Llosa, en relación con reflexionar sobre los peligros que representa para nuestra democracia ser sensualizados fácilmente por el autoritarismo corruptor o el velascato confiscatorio de la propiedad privada y la libertad de prensa. Concertemos en función de una opción o alternativa seria y viable para el Perú. Los demócratas, una vez que la encuentren, deberán sumarse a ese ciudadano que liderará –de ganar en las ánforas dentro de dos años– los destinos de la nación. La tarea es difícil. Por eso hacer este intento de por sí ya es un logro. Sepan todos los candidatos potenciales que sólo dos llegarán a una segunda vuelta, pero que en el ínterin la democracia se nos puede ir de las manos si priman las ambiciones personales antes que las tesis concertadoras

EXPRESO

Bloqueo injustificable

No es la primera vez que los dirigentes radicales de las comunidades nativas deciden interrumpir el funcionamiento del oleoducto norperuano, tubería que transporta desde la selva el petróleo que requiere el país. Lamentablemente, por cualquier motivo y prácticamente al antojo de una cúpula extremista enquistada entre los indígenas, se ha configurado una mala costumbre: bloquear las carreteras y ese canal destinado al paso del crudo, que es de todos los peruanos y que tiene un rol estratégico en el desarrollo de la nación. Quienes recurren a este tipo de acciones de fuerza, deberían recibir la condena más enérgica de la ciudadanía porque materializan actos propios de un pérfido boicot contra el Perú.

Las zonas que acusan más vulnerabilidad –ante este tipo de incursiones– están ubicadas en las regiones de Amazonas y Loreto. Por ejemplo la estación N° 6 del oleoducto norperuano no funciona desde el pasado 23 de abril. Es decir, la referida instalación está paralizada hace más de un mes. Pronto las reservas de las refinerías, que están en Piura y Lima, se agotarán y se sentirá, de persistir el bloqueo, una escasez de proporciones. Por eso es menester que el Estado adopte las medidas pertinentes a fin de que este desenlace peligroso no se genere y, peor aún, se complique con serias consecuencias para el país.

No hay justificación alguna para una protesta como la que están realizando los sectores indígenas ligados a la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep). El principal responsable es Alberto Pizango, quien comprende que cualquier radicalismo le puede facilitar mayor legitimidad ante las comunidades. Por eso suele usar un discurso confrontacional y a veces ambiguo. De manera que en la actual coyuntura no está exento en los temas selváticos en debate, el cálculo político de personajes como Pizango. Pero, ¿dónde están los fiscales, quienes son las autoridades más llamadas a invocar al orden, junto a la Policía Nacional, mucho más cuando hay leyes penales expresas que sancionan el bloqueo de carreteras o la toma de la infraestructura básica para el funcionamiento de las actividades públicas o privadas?

La ley tiene que aplicarse para todos. Nadie puede apelar al desconocimiento de la norma penal para buscar impunidad. El desconocimiento de la ley no exime de responsabilidad a nadie, así sean éstos miembros de comunidades nativas. En una democracia, los reclamos tienen que canalizarse a través del diálogo y la tolerancia. Por eso antes de que las pérdidas sigan aumentando a consecuencia del bloqueo del oleoducto norperuano, por ejemplo para empresas como Petroperu, invocamos a la dirigencia que ha organizado esas acciones de fuerza a deponerlas y a informarse mejor pues se están dejando manipular por algunos izquierdismos rebeldes que suelen propalar mensajes demagógicos desde algunas emisoras instaladas en provincias, las que quieren pescar a río revuelto en beneficio de sus intereses ideológicos y de grupo.

EXPRESO

La cuadratura del círculo

PIEDRA DE TOQUE

Por: Mario Vargas Llosa Escritor

La más notable y atrevida reforma introducida en la política estadounidense por el presidente Barack Obama no concierne a Iraq, ni a las torturas de Guantánamo, ni a Cuba, ni a la Unión Europea, sino a Israel. Por primera vez un gobierno de Estados Unidos abandona la línea seguida hasta ahora por todos sus predecesores —incluido el del presidente Carter, que solo al salir de la Casa Blanca cambiaría de posición sobre este asunto—, de alineamiento sistemático con Israel en su conflicto con los palestinos, un hecho que hasta ahora ha constituido un obstáculo mayor para un acuerdo de paz que desactivara aquel polvorín, que en cualquier momento puede volver a incendiar el Medio Oriente, rompiera el hielo y permitiera un acercamiento y colaboración entre los países árabes y el mundo occidental.

En efecto, apenas asumido el poder, la nueva administración, primero por boca de la secretaria de Estado, Hillary Clinton, y luego a través del vicepresidente Joe Biden, y finalmente, del propio Obama, ha recordado a Israel su compromiso con el acuerdo de Anápolis de 2007, que establece la creación de dos Estados —uno israelí y otro palestino— como fundamento para la paz y exigido que cese la instalación de asentamientos de colonos en Cisjordania. El nuevo gobierno israelí, que preside Benjamín Netanyahu, no acepta la creación de un Estado Palestino y, añadiendo una exigencia que prácticamente cierra las puertas a toda nueva negociación, ahora exige como condición para el diálogo que los palestinos reconozcan a Israel la condición de “Estado Judío”. La reciente entrevista, en Washington, de Obama con Netanyahu, ha mostrado al mundo, por primera vez en la historia, una radical disparidad de criterios entre ambos países y, por eso, ha sido considerada, en general, como un clamoroso fracaso.

Yo no soy tan pesimista. Por el contrario, creo que esta es solo una primera finta, en un pugilato de sombras del que, acaso, podría resultar por fin una solución negociada para el conflicto más largo y más áspero que padece el mundo desde 1948. Mi relativo optimismo parte de esta convicción: Estados Unidos es el único país que tiene credibilidad ante la opinión pública de Israel y capaz de influir sobre su clase dirigente, pues ambas, por razones que sería largo de explicar, padecen respecto a todos los demás países, sobre todo los de Europa Occidental, una verdadera paranoia que los hace ver enemigos por doquier y considerar cómplices de sus enemigos a quienes se atreven a criticar sus políticas, aun de la manera más amical. Esta psicosis explica en parte, por lo demás, el acelerado proceso de radicalización extremista de Israel, visible en los resultados de las últimas elecciones, que ha llevado al poder, junto al ultra nacionalista del Likud, Netanyahu, a un fanático racista y xenófobo como su ministro de Relaciones Exteriores, Avigdor Lieberman, cuyo partido, Israel Beiteinu, recordemos, quiere privar de la nacionalidad al millón de árabes israelíes.

La alianza con Estados Unidos es necesaria a Israel, en términos económicos desde luego —pues recibe una ayuda de unos tres mil millones de dólares anuales—, pero, sobre todo, políticos, teniendo en cuenta su condición de país cercado de adversarios, algunos de los cuales, como Irán, reclaman su extinción, y la soledad internacional a que lo han llevado su intransigencia y sus medidas de fuerza, como las recientes invasiones de Líbano y de Gaza.

Si Estados Unidos mantiene con firmeza su exigencia de que Israel se atenga a sus compromisos, cese la creación de colonias en Cisjordania y entable negociaciones que permitan la creación de un Estado Palestino, esta actitud tendrá la virtud de movilizar de nuevo a la dormida y desmoralizada colectividad progresista de Israel que, durante tantos años, luchó por la “Paz Ahora”, uno de cuyos grandes logros fueron los acuerdos de Oslo, que sentaron las bases de una paz sostenida, esperanza que por desgracia se frustró con el asesinato del primer ministro Rabin.

Las dificultades son enormes desde luego, y, por cierto, no solo desde el lado de los extremistas del gobierno de Israel, quienes, en una provocadora demostración de fuerzas, anunciaron la creación de un nuevo asentamiento de colonos en Cisjordania —Maskiot, a orillas del Jordán— en plenas conversaciones de Obama con Netanyahu, sino de los palestinos, cuya división, entre los fanáticos terroristas de Hamas y los moderados de Al Fatah, pese a los esfuerzos de Egipto y de Jordania, parece agravarse en vez de ceder. Pero, curiosamente, pese a esta radicalización extremista de los palestinos, Estados Unidos, desde la elección de Barack Obama, ha dejado de ser percibido para una amplia sección de la sociedad palestina como el enemigo imperialista y socio del colonizador —la etiqueta tradicional— sino, más bien, como un poder que puede ejercer una función moderadora y conciliadora en la región, la única en última instancia con influencia suficiente para propiciar una negociación aceptable para ambas partes. Esta es por ahora una percepción exacta y si Obama mantiene su actual política, hay muchas esperanzas de que los sectores moderados de ambas comunidades vayan ganando terreno y haciendo retroceder a los extremistas convencidos de que la solución del conflicto vendrá solo a través de la matanza.

Entre las grandes dificultades que quedan por sortear, la más grave por el momento es Irán. La amenaza del apocalíptico Ahmadineyad de exterminar a Israel no puede ser considerada la simple bravata de un demagogo, sobre todo después de saber que el gobierno iraní acaba de probar con éxito el Sayil-2, un misil con una capacidad de golpear a un blanco situado a dos mil kilómetros de distancia, es decir, con trayectoria suficiente para llegar a Israel. De otro lado, pese a la presión de todas las potencias, a las gestiones de los organismos internacionales, a las propuestas de Estados Unidos de abrir una negociación, Irán prosigue impertérrito con su plan para dotarse de armas nucleares. Y esto, como es lógico, ha hecho cundir la zozobra en Israel. Aunque no se tiene confirmación de estas noticias, hay rumores crecientes de que, en los últimos meses, ya en dos oportunidades Estados Unidos ha impedido que el gobierno israelí bombardee las instalaciones atómicas iraníes, medida que, a juicio de aquel, podría retardar varios años la fabricación del arma atómica por el régimen de los ayatolas, pero que, asimismo, podría provocar una vez más un conflicto armado de incalculables consecuencias en todo el Medio Oriente. Desde luego que si los halcones de Teherán o de Jerusalén cometen la insensatez de lanzar un “ataque preventivo”, la negociación palestino-israelí se verá postergada hasta las calendas griegas.

Este es, probablemente, el tema sobre el que el diferendo actual entre Israel y Estados Unidos tiene más dificultad para encontrar un acomodo. En su reciente entrevista en la Casa Blanca, Netanyahu insistió en que Irán debía encabezar la lista de prioridades y la negociación de Palestina supeditarse a que se ponga fin a la amenaza iraní. Por su parte, Obama piensa que la iniciación de negociaciones serias y bien orientadas entre Israel y Palestina crearía de inmediato un clima que permitiría desactivar el violentismo de los integristas de Teherán y realzar el protagonismo de los sectores más abiertos y razonables del régimen. Probablemente sea Obama quien tenga razón.

Es obvio que por el camino de la fuerza solo habrá víctimas —más muertos, más odio, más sufrimiento— y de ninguna manera soluciones. Tres guerras e incontables atentados, atropellos, violencias e injusticias son una prueba más que suficiente de que el conflicto palestino-israelí no llegará a término si solo hablan los fusiles y las bombas. Es hora de que hablen los dirigentes políticos y que las sociedades civiles de ambas comunidades divisen una luz al final del túnel en que están sumidas hace decenas de años. Si Hamas se niega al diálogo, que Israel negocie con la Autoridad Palestina, que, a fin de cuentas, es legítima (aunque acaso hoy ya sea minoritaria en Palestina). Si los palestinos advierten que esta negociación comienza a dar frutos, es seguro que se volcarán a apoyarla y Hamas irá perdiendo el apoyo que ganó en los últimos tiempos por el desencanto que produjeron entre los palestinos la ineficiencia y la corrupción de los gobiernos de Al Fatah. Del mismo modo, si este diálogo da síntomas de llegar a buen puerto, es seguro que en Israel irá debilitándose la fortaleza actual del extremismo y los sectores moderados y pacifistas recuperarán el protagonismo de antaño.

No hay otro camino para que se resuelva esa cuadratura del círculo en que los fanáticos de ambos bandos han convertido el conflicto palestino-israelí.

LIMA, MAYO DEL 2009

EL COMERCIO

Reelección va contra la equidad y el espíritu democrático

En el accidentado trajinar congresal de estos días, hay una noticia que no debe pasar desapercibida: el rápido descarte del proyecto de ley que prohibía la reelección de los presidentes regionales y alcaldes, a través de una modificación a la Ley de Elecciones Regionales.

¿Qué hay detrás de esto? Pues un obsoleto y equivocado enfoque, que no es ajeno al cabildeo (“lobby”) de los propios alcaldes y presidentes regionales ni al espíritu de cuerpo parlamentario, pero que se opone a la esencia misma del sistema democrático.

Efectivamente, la democracia implica no solo el voto universal, el equilibrio, balance y separación de poderes, y el respeto tanto de mayorías y minorías. En su desarrollo, el sistema democrático incorporó también como uno de sus pilares la alternancia, es decir la exigencia de un cambio periódico de los gobernantes elegidos, precisamente para evitar los vicios del autoritarismo y las dictaduras, que con su atornillamiento en el poder terminan inevitablemente en abusos y escandalosa corrupción.

Es lo que, de modo firme y claro, ha explicado Mario Vargas Llosa al recusar el ansia reeleccionista no solo de presidentes polémicos y autoritarios como Hugo Chávez y Evo Morales, sino también de Álvaro Uribe, a pesar de su buena gestión, que quieren cambiar la Constitución para reelegirse indefinidamente.

Los peruanos hemos sufrido en carne propia estos excesos, cuando el régimen fujimontesinista pretendió implantar la re-reelección, con todas las nefastas consecuencias para el desarrollo y la salud democrática y moral de la nación.

Por todo ello es urgente y prioritario para nuestro país colocar en el debate público y congresal el tema de la no reelección para cualquier cargo público, dentro de las reformas constitucionales que el país necesita para consolidar la democracia.

La ciudadanía ya ha expresado su parecer, con sentido común y coherencia democrática, en recientes encuestas de Ipsos Apoyo para El Comercio. Pero no se trata solo de constreñirse al dato de quienes están en desacuerdo con la reelección inmediata de presidente (77%) como respuesta al globo de ensayo planteado por algunos apristas. Debe considerarse también que, dentro del mismo universo de encuestados, la mayoría (53%) no está de acuerdo con la reelección inmediata de alcaldes provinciales, ni con la de presidentes regionales (61 %), lo que es una señal de alerta que los parlamentarios no pueden desoír tan fácilmente.

La premisa básica es que la democracia necesita oxigenarse y protegerse a través de la renovación de sus autoridades. La Constitución de 1993 prohíbe la reelección presidencial inmediata, pero permite que los alcaldes, presidentes regionales y los propios congresistas se reelijan indefinidamente, lo que además de ser inequitativo genera muchos problemas adicionales.

Así, además de incentivar la corrupción, se crean parcelas de poder que no permiten ni eficiencia ni la correcta fiscalización y control por parte de la oposición, a lo que habría que agregar, en el caso de los parlamentarios, la misma obstaculización de las leyes que permitan la alternancia, como la revocatoria congresal o renovación por tercios o mitades. Cada vez que se ha mencionado el tema ha sido inevitablemente descartado, por conveniencia propia, en una expresión clarísima de lo que se ha dado en llamar “otoronguismo”.

Ahora bien, debemos hacer hincapié en que todas estas reformas exigen como contrapeso que los partidos políticos recobren su esencia y razón de ser, convirtiéndose ellos mismos en modelos de ejercicio democrático, que dejen atrás el caudillismo de las cúpulas y se organicen y renueven con elecciones internas y periódicas.

Solo así, recuperando organización y prestigio podrán aportar los profesionales con conocimiento, doctrina y ética que se necesitan para conducir el país y dar leyes como las que ahora solicita clamorosamente la ciudadanía para poner coto definitivo a la reelección de cualquier autoridad.


EL COMERCIO

29.5.09

¿Cómo clasificar al mejor?

Ahora que Lionel Messi ganó con Barcelona la Liga de Campeones, no hay duda que será elegido el mejor jugador del mundo. Creo que el argentino lo es desde la última mitad del año pasado. Sus rivales más inmediatos son el sueco Ibrahimovic y el propio Cristiano Ronaldo. Pero con el galardón de la UEFA nada impedirá que gane también el Balón de Oro.

Messi es muy parecido a Maradona en su juego. Cuando tiene la pelota en sus pies es muy difícil de quitársela. En el partido ante Manchester, hubo momentos que lo rodeaban hasta tres elementos y no podían robarle la pelota.

La mejor arma del argentino es su gambeta. Como maneja los dos pies puede salir para uno u otro lado. Puede eludir hasta tres jugadores en un pique corto. Algo que sólo Ronaldinho era capaz de hacer hace cuatro años.

También es un gran tocador de pases cortos. Con alguien que entienda su fútbol es capaz de “construir las mejores paredes”.

Sin embargo, Messi al igual que Maradona no tiene un gran juego aéreo. Su tamaño no le ayuda. Aunque el gran gol contra Manchester United con golpe de cabeza demuestra que maneja también ese recurso.

Tanto Zlatan como Cristiano lo superan en el juego aéreo, en ejecución de tiros libres y en anotar mucho más goles en remate de media distancia.

En cuanto a la técnica, Diríamos que Zlatan es el mejor de los tres. Sin embargo, Messi es el mejor del mundo. ¿Por qué?

El mundo valora la habilidad de Messi, pero a esa habilidad el argentino le incluye la inteligencia y resulta imparable.

Ojo. Así jugaba Maradona. Tampoco tenía un gran juego aéreo y no hizo muchos goles de larga distancia. En ese sentido quizás Pelé era más completo. Pues utilizaba mucho más el golpe de cabeza, el remate de larga distancia y anotaba regularmente de tiro libre. Pero por la gambeta de Maradona muchos lo consideran el mejor. Messi va a ganar el título del mejor del mundo para la FIFA y es probable que su reinado se prolongue por varios años.

Esta década tuvo el privilegio de ver a Zidane, Ronaldinho (en Barcelona) y Messi. Tres de los mejores jugadores de todos los tiempos.

LA PRIMERA

¡Solución ahora o Paro Nacional!

La exitosa Jornada Nacional de Protesta del 27 de mayo, que convocó a miles de personas en Lima y diversas regiones del país, ha sido una clara demostración de rechazo a las pretensiones del gobierno de seguir profundizando el neoliberalismo, en momentos que la crisis económica internacional nos comienza a afectar severamente.

El agotamiento del modelo neoliberal que defiende García se expresa en la pérdida de la capacidad adquisitiva de los salarios y pensiones debido al alza de los precios de los alimentos, en el despido de más de 100 mil trabajadores principalmente en la minería, agroindustria y textiles, además de la no renovación de contratos de otros 200 mil peruanos y peruanas, que hoy se encuentran desamparados para enfrentar la turbulencia internacional.

Sin embargo, en vez de atender estos problemas que son de prioridad para la población, el presidente García prefiere enfrentarse a las poblaciones amazónicas para privatizar la selva, cueste lo que cueste, con el fin de entregársela a las transnacionales petroleras. Para lograrlo, el gobierno aprista ha quebrado el orden constitucional y normas internacionales, algo similar efectuó en el referéndum sobre el FONAVI, convocado por el JNE amparado en una resolución del Tribunal Constitucional. A esto debemos de sumar, los decretos represivos para criminalizar la protesta.

Todas estas demandas fueron expuestas al presidente del Congreso, Javier Velásquez, al igual que lo hicimos el pasado 19 con el premier Yehude Simon, cumpliendo con nuestra responsabilidad de agotar el diálogo. Hemos precisado al congresista que los trabajadores y la población están “hartos” del neoliberalismo económico que beneficia a los mismos de siempre y que de continuar las “mecidas”, se radicalizarán las luchas hasta lograr que se atiendan las exigencias.

Esperamos que los ofrecimientos sean ejecutados en breve y se solucionen las justas demandas presentadas. Sin embargo, somos conscientes que éste no es un gobierno de los trabajadores y sectores populares. Por este motivo, urge la necesidad de construir una alternativa política, donde el pueblo tenga prioridad en los beneficios del poder y la economía, y no como sucede en la actualidad. Es el deber de todos.

Expresamos nuestra solidaridad con los 18 trabajadores loretanos heridos con perdigones y detenidos por la Policía. También exigimos que se aclare la pretendida toma del local del Sindicato de Construcción Civil de Balnearios del Sur por sujetos armados al momento de desarrollarse la movilización.

En vez de solucionar los problemas de las mayorías, García prefiere enfrentarse a las poblaciones amazónicas para privatizar la selva, cueste lo que cueste, para entregarla a las transnacionales petroleras.

LA PRIMERA

Vargas Llosa en Caracas

Escuchar a Mario Vargas Llosa decir simplezas solemnes como las que acaba de decir en Caracas es como volver a los tiempos de la guerra fría.

Según Vargas Llosa el mundo se divide, pobremente, entre los que piensan como él (o sea los buenos) y los que piensan distinto (o sea los peligrosos).

Ahora bien, hay varios tipos de peligrosos. Están los peligrosos arqueológicos, que son los comunistas, y los peligrosos inofensivos, que son los socialdemócratas.

Sin embargo, para el pensamiento catatónico de don Mario hay un tercer tipo de peligrosos y estos son los peligrosos-peligrosos.

Los peligrosos-peligrosos son los que no han pasado por el comunismo ni han militado en la socialdemocracia y ni siquiera han querido participar de la política (candidateando a una presidencia, por ejemplo).

Pero esos peligrosos-peligrosos son los que piensan por su cuenta, los que el sistema no engríe sino hostiliza, los que las corporaciones no financian sino tratan de enlodar. Son, en suma, los intelectuales, esa categoría a la que perteneció, brillantemente, Mario Vargas Llosa.

Porque Mario fue el entusiasta castrista de los años 60, el autor de aquel discurso inolvidable leído al recibir el premio Rómulo Gallegos, el gran novelista que nos restregó la imagen del joven Javier Heraud muriendo en la selva.

Y no fue intelectual porque fuera de izquierda. Lo fue porque pensaba libremente y era soberano de su percepción.

Y como era un intelectual comprometido con la verdad y no con los dogmas, Vargas Llosa se fue distanciando de la revolución cubana a medida que la revolución cubana se fue haciendo hangar soviético y sucursal estalinista.

Fue más intelectual que nunca cuando, en 1968, se apartó para siempre de cualquier incondicionalidad censurando la salvaje invasión del llamado Pacto de Varsovia a tierras checoslovacas. Como se sabe, la URSS ejecutó ese zarpazo para impedir que Alexander Dubcek “suavizara” la dictadura checa y diera con ello el mal ejemplo que podía prender.

Quien escribe tenía 20 años cuando los tanques rusos entraron a Checoslovaquia. Todavía recuerdo la furia de los muchachos y muchachas que se enfrentaron, en las imágenes en blanco y negro de la época, a los blindados que tenían como misión aplastar “la primavera de Praga”. Recuerdo esa furia checa y eslovaca y recuerdo la mía, limpia como un relámpago: ¿Para esto se hacían las revoluciones? ¿Para aplastarlas con la soldadesca?

Mario siguió dando ejemplo de autonomía cuando, en 1971, rompió abiertamente con lo que quedaba de aquella original revolución barbuda liderada por Fidel.

Yo trabajaba en “Caretas” y recuerdo haberlo entrevistado por teléfono (de Lima a París) sobre el caso del poeta Heberto Padilla, obligado por Castro y sus secuaces a demolerse en público y a vomitar una confesión que parecía salida de los juicios de Moscú de los años 30.

Pero pasaron los años y Mario dejó de ser el hombre libre que vagaba por el mundo a su entender, el escritor que decía verdades de a puño, el intelectual distanciado del dinero y de los proveedores del poder.

Romper con el comunismo había sido una exigencia de la libertad. Transar con el establecimiento fue una interpretación de estirpe mexicana de la tarea del intelectual (aunque Octavio Paz, por ejemplo, se contaminó bastante menos con la telaraña del PRI).

Curiosamente, cuando Mario se amistó con el orden establecido por las corporaciones y perdió ese malestar que lo hacía escribir deicidamente para sustituir el mundo, fue, al mismo tiempo, cuando de su inmenso talento empezaron a salir los divertimentos editoriales y las performances que tanto alegraron a su nuevo y creciente público. Las risas producidas por “Pantaleón y las visitadoras” empezaron a cundir entre los que cortaban el jamón.

Su último gran libro genial (y brotado del desasosiego) fue “Conversación en la catedral”. A partir de allí, un Mario integrado al sistema global del poder decidió que pelear en contra de esa energía oscura no era sólo inútil sino también agotador y hasta suicida. Entre Chomsky y Camus, Vargas Llosa eligió a Gore Vidal y sus objeciones secundarias.

Escucharlo ahora, en plena crisis mundial, decir que el liberalismo sólo trae abundancia y justicia y que los países que han seguido esa receta son y serán los más prósperos (¿verdad Irlanda, no es cierto España, te acuerdas Islandia?) es como escuchar a un señor que tiene el físico de Vargas Llosa, el pasaporte de Vargas Llosa, el habla cantarina de Vargas Llosa pero que, de algún modo, usurpa al escritor, difama al combatiente libertario y anima y reconforta a sus enemigos.

Ir a Venezuela en estos días y redundar en las críticas que el caudillo procaz de esas tierras merece está muy bien, siempre y cuando no se vaya como plenipotenciario de aquellos valores que permitieron la criminal hegemonía invasiva de los Estados Unidos en América Latina. Censurar a Chávez y olvidar a Arbenz (y a Bosch y a Panamá y a Granada y al bloqueo cubano) no es lo que se espera de un hombre decente como Vargas Llosa.

Escuchar a Vargas Llosa como propagandista del capitalismo realmente existente produce, en suma, un agudo ataque de melancolía.

LA PRIMERA

Con OEA o sin OEA

Ha vuelto al debate la suspensión de Cuba como miembro de la Organización de Estados Americanos (OEA). El retorno de Cuba es hoy exigencia unánime de América Latina.

Cuba no muestra ningún afán de retorno a ese organismo que Fidel Castro ha definido como el ministerio de Colonias de Estados Unidos.

En los años 60 del siglo pasado cundió en nuestra América el grito: “¡con OEA o sin OEA / ganaremos la pelea!”. Cuba está ganando ahora la pelea en el seno de la OEA.

Los portavoces estadounidenses buscan evitar que se anule la inicua suspensión de Cuba. Alegan que en Cuba no hay respeto pleno de los derechos humanos y las libertades fundamentales.

Esa exquisitez choca con la historia del Tío Sam, el cual no sólo ha defendido, sino que ha instalado o estimulado a las dictaduras más sanguinarias de América.

El miércoles último escuché la conferencia magistral sobre la vida y la obra de Juan Bosch dictada en el Centro Cultural de San Marcos por el doctor Rafael Julián, embajador de la República Dominicana. El diplomático recordó cómo la OEA apoyó en 1965 la invasión de Estados Unidos a su país, que causó miles de muertes.

Antes, en 1962, en la primera elección libre después de cuarenta años, el gran demócrata y escritor Juan Bosch, fundador y jefe del Partido Revolucionario Dominicano, había sido elegido presidente de la República.

Pero a la oligarquía y a su socio mayor, el imperialismo yanqui, Bosch les pareció demasiado reformista y, sobre todo, demasiado amigo de la joven Revolución Cubana. Lo derrocaron.

El de 1965 es sólo un episodio de la trayectoria de la OEA, instrumento de Washington que ahora presenta resquebrajaduras.

Un precursor de ese cambio fue Raúl Porras Barrenechea. El brillante historiador y profesor era, en 1960, ministro de Relaciones Exteriores del Perú. Se hallaba muy enfermo, motivo por el cual despachaba en su domicilio.

En 1960, por instigación de John Foster Dulles, secretario de Estado norteamericano, se convocó una conferencia de cancilleres americanos en Costa Rica. La consigna era precisa: aislar a Cuba y echarla de la OEA.

En la prensa derechista del Perú se barajó la idea de que Porras, tan enfermo, no acudiría a la cita y sería reemplazado por Guillermo Hoyos Osores, quien antes había elogiado el fascismo y era medularmente anticubano.

Pero ¡oh sorpresa! Porras se levantó de su lecho de enfermo, fue a la reunión y se opuso a la separación de Cuba en discurso que debería inspirar a la diplomacia peruana de hoy.

Al retornar al Perú, el oficialismo y la derecha lo aislaron y vejaron. Pero los estudiantes sanmarquinos lo reivindicaron y lo acompañaron a su tumba.

Ahora, en el debate sobre Cuba, el llamado de Porras por la justicia, la tolerancia y la libertad vuelve a vibrar con su verdad y su belleza.
LA PRIMERA

Estado de sitio

La democracia en Venezuela se encuentra sitiada y en camino a la extinción. El gobierno de Hugo Chávez está utilizando todos los medios con los que cuenta el Estado venezolano para perpetuarse en el poder.

Veamos la situación de la prensa. El miércoles se cumplieron dos años del retiro de la señal abierta de Radio Caracas Televisión, lo cual fue recordado con una marcha de antorchas por la oposición y con nuevas amenazas del gobierno, en este caso a Globovisión. Además, han propuesto una ley para censurar los contenidos de la televisión por cable, incluyendo canales internacionales, y –para colmo– Chávez ha planteado la creación de un ente internacional que lo ayude a contrarrestar a la prensa mundial. El oficialismo controla cinco televisoras nacionales, dos cadenas radiales y 266 estaciones. Cada día, los venezolanos cuentan con menos alternativas para poder ejercer su derecho a expresar libremente su opinión.

En el campo político, continuamente se cambian las reglas de juego y se está por aprobar una nueva ley orgánica electoral, la cual, sin duda, facilitará su eterna reelección. Asimismo, hay más de 100 opositores exiliados, amenazados por un Poder Judicial al servicio del gobierno. Incluso, el control total que ejerce sobre todas las instituciones del Estado, desde la Contraloría hasta la administración tributaria, y el uso perverso que les da, le otorgan no solo total impunidad a su gestión sino que le permiten utilizarlas para llevar a cabo tácticas de terror contra la oposición. En lo económico, ha despilfarrado el boom petrolero y ha dejado a PDVSA con 70 mil millones de dólares de deuda. Sin embargo –marcando diferencia con la tendencia tan populista del perro muerto–, siempre se ha cuidado de ser un cumplido pagador, por lo que cuenta con crédito en los mercados. Ello le permitirá, por algún tiempo más, seguir subsidiando a sus aliados externos y derrochando dinero en su populismo interno.

Al margen de que quienes creemos en la libertad y en la modernidad debemos seguir apoyándolos, la principal lección que debemos aprender de la dramática situación que se vive en Venezuela es la facilidad con la que un populista autoritario –que, por error, en Perú también se podría elegir– se puede aprovechar de las deficiencias de nuestros estados –sin institucionalidad ni transparencia en el manejo estatal– para perpetuarse en el poder

EL COMERCIO

Eppur si muove

Uri Ben Schmuel
uribs@larazon.com.pe


Los últimos resultados de CPI seguramente habrán causado un soponcio a los que están detrás de la campaña mediática contra Keiko Fujimori. El trabajo de campo para la encuesta se hizo casi una semana después de que un canal de TV, en horario estelar, y un diario, que ya lleva dos semanas machacando en portada, apelaran al refrito de cómo financió la congresista sus estudios universitarios.
Y para congoja de los denunciantes, eppur si muove. Keiko sigue creciendo en aprobación para ser la próxima inquilina de Palacio, con nueve puntos por delante del más cercano competidor oficioso, Luis Castañeda. En otras palabras, si el refrito no ha surtido efecto ahora, menos lo hará luego. Y faltan dos años para los comicios.

Claro que a los spin doctors todavía les queda bajo la manga otra carta que este diario denunció la semana pasada como parte de la guerra sucia: enlodar la vida privada de la ya oficialmente candidata del fujimorismo. Algo de eso deslizó en su última edición un semanario (cuyo director, de paso, hizo disciplinada cola en Palacio para saludar al presidente por su cumpleaños). Si se atrevieran a persistir en tan asquerosa campaña, lo más probable es que Keiko, en la próxima encuesta, le saque veinte puntos de ventaja a sus posibles rivales. A los peruanos no nos gusta el cargamontón.


De otro lado, si en los próximos dos años deciden combatir la candidatura de Keiko con cierta altura, planteando un debate medianamente ideológico, también tienen las de perder. Difícil encontrar puntos flacos a quien representa una opción que en su momento derrotó el terrorismo, eliminó la hiperinflación, hizo la paz con Ecuador y reinsertó al Perú en el mundo, al aplicar un modelo económico que no han hecho sino continuar los siguientes gobiernos. Para no mencionar los miles de colegios y postas médicas construidas, la modernización de las carreteras y otras cositas por el estilo.

Ah, cierto, queda el tema de los derechos humanos. Salgan a la calle y pregunten si eso le interesa realmente al ciudadano de a pie a la hora de sufragar. Si así fuera, los caviares habrían obtenido millones de votos. Y hasta donde recordamos, y siendo generosos en la cifra, apenas arañan el 1 por ciento.

Así como en su momento Velasco fue necesario para sacar un poco de aire a una olla de presión social que estaba a punto de reventar, Alberto Fujimori fue la persona adecuada para el dantesco escenario de los noventa. Las cosas por las que ahora sufre prisión, en el futuro, cuando se escriba la Historia, serán apenas diminutos pies de página en su biografía.

Desde Paniagua en adelante, los gobernantes, salvo en lo macroeconómico, hacen su mejor esfuerzo para colocarnos otra vez al borde del despeñadero. Por ello, no dudamos que el pueblo, con esa sabiduría que la progresía le niega, sabrá elegir en las urnas el 2011 la opción más adecuada para los retos que aún debemos encarar. Por eso Keiko sube como la espuma. Así de sencillo.

LA RAZON

Vargas Llosa, el gran salmón

Una de las primeras obras que leí de Mario Vargas Llosa fue "La ciudad y los perros", un relato descarnado de los famosos colegios militares a donde algunos despistados padres llevan a sus díscolos o amanerados hijos para que aprendan a ser hombres; normalmente ocurre al revés. Luego otro relato de la vil historia peruana de dictadores y de frustraciones estudiantiles fue "Conversación en la Catedral", recuento de todo lo que el Perú había sufrido con la Dictadura Odriista. Luego embelezó su estilo literario con la frase célebre ¿En qué momento se jodió el Perú?...

Luego fantasió a miles con "La guerra del fin del mundo", episodio que encabezó el fanático religioso Antonio "El Conselheiro". La lucha entre la naciente República Brasileña y los rezagos casi tanatológicos del virreinato. Pero Varguitas estuvo también con sus locas investigaciones y casi mostrándonos un futuro gris cuando relató el "Lituma en los Andes", la génesis de la ola marxista-terrorista y lo que podría esperar el Perú de tal desdichada ideología si llegara a ser gobierno.

Pero, lo que más me sacudió fue el relato de otra siniestra dictadura en "La fiesta del chivo". Las atrocidades del dictador Trujillo eran parte del infierno: torturaba y mataba a los hijos de sus opositores para luego obligarles a comérselos. Demostraba que los zátrapas de chompas, polos o camisas rojas son iguales.

Mario nos hace un relato completo de toda la última mitad del siglo pasado, con "Las travesuras de la niña mala", de un devoto amor de la juventud, no correspondido como se quería pero que todo lo soporta y que sigue perdurable; hasta que en el ocaso de la existencia lo recompensa. Sin embargo el relato de la génesis del socialismo utópico y la presencia de la primera feminista Flora Tristán y la erupción volcánica que produjo en Arequipa, al publicarse "Memorias de una paria", fue inspiración para "El paraíso en la otra esquina" donde describe la azarosa vida de Gauguin y su tiempo.

Sin lugar a dudas es el peruano más prestigioso de éstos tiempos, aunque por avatares del destino y su trajín nada grato por la política nacional lo empujó a nacionalizarse español.

Pero su mérito mayor radica en que pudo alzarse por encima de la supuesta teoría de que si uno no es marxista no puede llamarse intelectual. Vargas Llosa mandó al tacho a esa boba teoría y, cual salmón contra la corriente, se declaró liberal en su concepción económica y política.

Esto desató las iras de los comunistas; no podían creerlo, por eso fue condenado , se convirtió en el enemigo mayor, en el gran tiburón que había que cazar. Fracasaron en su intento, la ideología liberal de Mario Vargas Llosa sirvió más bien como una admonición de la caída de todos los muros marxistas. Por eso le temen, por eso lo odian. La palabra siempre estará sobre las botas y sobre los trapos rojos.

Ahora, haciendo honor a sus memorias y recordando que hacer política es un ejercicio de veracidad y no de demagogia, tal como lo hizo en su fallida postulación a la presidencia en 1990, se presenta hoy en ese saco de víboras venezolanas, entre despistados marxistas, maoístas incultos, prepotencia militar y el orangután Hugo Chávez.

Vargas Llosa se ha presentado como la espada libre y solitaria pero igual de filosa y temible en la mata de las gárgolas chavistas. Y bastó su presencia para que tiemblen cual decrépitas viejas, como si él tuviera balas, como si fuera un terrorista.

Cuanta razón se tiene al decir que la palabra vale más que la espada y que el verbo creador está por encima de las balas asesinas. Pero, por más que traten de incomodarlo, Vargas Llosa está encima de las dictaduras.

Hoy tiene un galardón más: enfrentar al mono con metralleta en su propia selva. Bien vale que nos obsequie otra novela que grafique esta última experiencia, la podría titular "La guerra del fín del mono".

CORREO

Crisis energética y el fracaso del libre mercado

Por Humberto Campodónico

“Actualmente resulta claro que el Perú no tiene un conjunto de políticas explícitas en materia energética. Desde que ocurrió el cambio de modelo económico de desarrollo mediante la apertura del mercado, las empresas del sector energía, privadas en su mayoría, han implementado una política de negocios, pero no una política energética coherente a nivel nacional, en tanto cada una de ellas toma sus decisiones en base a su propia estrategia empresarial”.

Es lo que dice el Informe Final del “Estudio para elaborar la estrategia para el desarrollo del sector Energético” que acaba de publicar Osinergmin (1). La idea central del IF es que la seguridad de suministro de la energía, así como su uso eficiente, son aspectos esenciales de la política energética de los países. El Perú es que carece de estas dos vigas maestras, por cual dentro de 2 años tendremos graves problemas de desabastecimiento de energía.

¡Qué paradoja! Durante años se le dijo a la población que con la llegada del gas de Camisea, todos los problemas energéticos estaban resueltos. Como había tanto, pero tanto gas, éste tendría como misión principal generar electricidad en las plantas térmicas, sustituyendo a la generación hidroeléctrica (durante algunos años se llegó, incluso, a prohibir su construcción).

No solo eso. Había tanto, pero tanto gas, que se permitió su exportación a México por el consorcio Peru LNG. Para poder hacerlo, en el Congreso –bajo Toledo– se cambió toda la legislación vigente, que obligaba a garantizar el abastecimiento de la demanda interna con un horizonte permanente de 20 años. El Congreso actual debe determinar quiénes son los responsables.

El IF nos dice, con una consistencia técnica rigurosa, que no es conveniente que el gas se use mayoritariamente para centrales térmicas –como ahora– y que no debemos depender de una sola fuente energética. Además, dice que las reservas de gas (ya sean estas de 11.8 o de 14.8 TCF) no alcanzan para el abastecimiento del mercado interno.

El IF analiza cuatro políticas alternativas. La primera dice que si el problema es de falta de reservas, eso se resuelve con mayores descubrimientos de gas que aumenten la oferta (o sea, aquí no pasa nada). La segunda dice que, incluso si no hay una mayor oferta, el Perú debe seguir usando su infraestructura de gas, para lo cual “se deberá importar Gas Natural Licuado (y construir una Planta de Regasificación) o prohibir la exportación” (p. 16). ¿Se imaginan construir una planta de regasificación, como la de Chile, que cuesta US$ 1,100 millones, mientras se exporta gas a México?

La tercera: como no hay gas para todos, hay que optar por una sub-utilización de la red existente dejando que sea el mercado el que asigne cantidades a los distintos consumidores de gas (centrales térmicas, industria, petroquímica). Dice el IF que, con las actuales reglas, “es muy posible que sean los generadores eléctricos los que capturen el gas disponible” (p. 26). Eso no es lo que se quiere.

La cuarta consiste en “organizar el suministro de gas a los sectores que la autoridad considere como prioritarios a corto y mediano plazo, definiendo un Plan de Expansión Eléctrico no basado en cantidades crecientes de consumo de gas natural” (p. 27). El IF prioriza esta alternativa y dice que se debe tomar en cuenta la hidroeléctrica (con Brasil), las fuentes alternativas de energía e, incluso, el carbón.

Dice el IF que la actual política energética intenta minimizar el grado de participación del Estado. Sin embargo, si a pesar de dar incentivos y señales claras al sector privado las inversiones no se materializan (alternativa 4), “entonces el rol del Estado como empresario no debiera ser descartado como moderador del mercado y para garantizar el suministro de energía con sustentabilidad” (p. 30).

Conclusión: han fracasado las políticas del libre mercado, que impulsan los negocios de empresas particulares, mas no la seguridad de suministro de energía y su uso eficiente. Se necesita un Plan Energético nacional donde el Estado defina las prioridades de corto, mediano y largo plazo, para lo cual no se descarta el rol del Estado como empresario (para nosotros eso es indispensable). Manos a la obra, ya.

(1) El estudio ha sido realizado por CENERGIA (una institución peruana autónoma, en cuyo directorio están representados los sectores público y privado), la Fundación Bariloche de Argentina y la Gerencia Adjunta de Regulación Tarifaria (GART) del Osinergmin.

EL COMERCIO

El baile de la China

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

El país quiere más explicaciones y menos danza.

os bailes de Martha Moyano en danza afroperuana, Ricardo Pando en huaylarsh, Rolando Reátegui en ‘Juaneco y su combo’, Cecilia Chacón de cholita cajamarquina, Alejandro Aguinaga de chalán criollo y –el plato fuerte– Carlos Raffo de Miguel Ríos, constituyen imágenes algo grotescas pues parecen bufones de la corte en el onomástico de la emperatriz.

Por un lado, ahondan la sensación de que el fujimorismo no es una agrupación con democracia interna sino que se pretende dinástica. Los Fujimori son emperadores –empezando por su candidata presidencial Keiko I– y el resto es huaipe sucio.

Segundo, el fujimorismo comete un error si cree que esa es la manera de responder a las muy serias y bien sustentadas acusaciones desarrolladas solitariamente por La República durante las últimas dos semanas, luego de un reportaje de ‘Cuarto poder’, con relación al origen del financiamiento de los estudios de los hijos de Alberto Fujimori en el exterior.

A los que han seguido los reportajes de la unidad de investigación, a cargo de Ángel Páez, les queda la sensación de que, en lugar de danzas folclóricas, los fujimoristas debieran estar bailando ‘El rock de la cárcel’, ‘Ahí viene la plaga’ o ‘Universidad’ del Grupo Río (“estar en la universidad es una cosa de locos/estar en la universidad es una fiesta de monos”).

En lugar de bailecitos, la candidata presidencial Keiko Fujimori debería responder, a favor de la transparencia indispensable que debe observar todo postulante a dirigir el destino del país, las preguntas planteadas en los reportajes de Páez:
¿Dónde están los documentos que puedan acreditar las transferencias a las cuentas de las universidades en las que estudió en el extranjero?
¿En qué bancos guardaban sus padres los US$ 400 mil que dice que tenían en 1990?

¿Por qué retiró el dinero que le dio su padre recién en el año 2001 cuando ella y todos sus hermanos ya habían terminado sus estudios en Estados Unidos?

¿Por qué afirma que el préstamo fue de su tía Rosa Fujimori si en realidad lo hizo el ex ministro Antonio Páucar?

¿Por qué no exhibe las boletas de pago de las universidades donde estudiaron ella y sus hermanos en EE.UU.?

Mientras dichas preguntas no sean respondidas con precisión, seguirá vigente la conclusión de que los estudios en el exterior de los hijos de Alberto Fujmori no los pagó él, y de que la candidatura de su hija Keiko –cuyo principal objetivo político y plan de gobierno es liberarlo– seguirá manchada. Menos bailecitos, más explicaciones.

EL COMERCIO

DS 213-90-EF

Curiosa es la forma como sucesivos gobiernos aplicaron o burlaron el Decreto Supremo Nº 213-90-EF, expedido por el primer régimen aprista el 19 de julio de 1990, vale decir a pocos días de dejar el presidente Alan García la administración del Estado. En esencia la norma busca la homologación de los sueldos de un general, tanto de un instituto militar o de la PNP, con el 75% de los ingresos de los congresistas, y desde ahí el dispositivo plantea una escala de equivalencias porcentuales que llega hasta el personal subalterno. El DS 213 no deja de tener un objetivo sano como es reconocer y valorar el trabajo que realizan los uniformados en nuestra sociedad. Pero nunca se entendió por qué no se ha cumplido a cabalidad durante todo este tiempo. Quizás no se han podido concretar sus efectos positivos debido a la cantidad de recursos económicos que implica su puesta en práctica, pero lo cierto es que no se entiende por qué el gobierno aprista --correspondiente al periodo 1985-90-- lo planteó cuando apenas faltaban nueve días para dejar el poder; y si alguien entonces quiso dejarle una bomba de tiempo al siguiente gobierno, la verdad es que esta mala intención ahora ha regresado como un búmeran y ha hecho explosión estruendosa.

EXPRESO ha abordado con objetividad, respeto al estado de derecho y transparencia todos aquellos yerros cometidos por el actual gobierno en relación con el referido decreto. Fruto de esa verdad puesta en debate público, el pasado 2 de abril se presentó en el Parlamento un proyecto que propone darle fuerza de ley al DS 213 y precisa, además, entre sus alcances, hacer valer los derechos pensionables del personal militar y policial que en las últimas dos décadas no ha visto mejorar sus ingresos. Ayer también se ha presentado otro proyecto de ley con similar finalidad. Lo grave es que todo esto tiene que hacerse para corregir, por ejemplo, una serie de contradicciones en las cuales navega el Ministerio del Interior, a ratos queriendo negar la vigencia del DS 213 y a ratos aceptándola. Tampoco podrá negar que en otros institutos, como el Ejército y la Fuerza Aérea, de un tiempo a esta parte un puñado de oficiales que recurrió al Poder Judicial está gozando del vigor de la norma, aunque el grueso del personal del Mininter y Defensa todavía no puede percibir los beneficios.

Así tremendo papelón han hecho muchas autoridades cuando, por un lado, citan y aplican el DS 213 y, por otro, dicen que en lo concerniente a la homologación de sueldos no es posible hacerla cumplir. Peor aún cuando existe la R. M. Nº 821-2005 IN/PNP, del 7 de abril 2005, firmada por el entonces ministro del Interior Félix Murazzo, mediante la cual se dispone “considerar e incluir a Personal PNP de los Tribunales Administrativos Disciplinarios Nacional y Territorial” dentro de beneficios remunerativos “de conformidad al DS Nº 213-90-EF de 19JUL90”.

Por último, aclaramos a la señora ministra del Interior en relación con su comentario según el cual un periodista de este diario estaría coludido con un abogado de militares y policías para informar acerca de este tipo de temas. Rechazamos esta forma de cortinas de humo, además enfatizamos que en este medio de prensa practicamos la ética periodística. No acostumbramos a esas bajezas de informar a cambio de un plato de lentejas ni a limpiar la imagen de personas a cambio de dinero. A una autoridad política le corresponde decir la verdad sobre el DS 213 y no recurrir a evasivas.

EL COMERCIO

Chávez y Uribe

Por: Jaime de Althaus Guarderas

Algunos, desde la izquierda, reclaman que por qué se condena a Hugo Chávez y no a Álvaro Uribe, que sería tan autoritario como el primero. Es increíble hasta dónde la ideología puede deformar los hechos, pues no hay punto de comparación entre Venezuela y Colombia. En Venezuela no hay Estado de derecho. No existe una democracia entendida como un sistema de limitación del poder: la Corte Suprema y el Congreso están controlados por Chávez, a los estados y alcaldías ganados por la oposición se les despoja de atribuciones y recursos, el alcalde de Caracas ni siquiera tiene local y el principal líder de oposición es perseguido y debe pedir asilo en el Perú; el primer canal de televisión —RCTV— fue cerrado, Globovisión está amenazado y todos los canales están obligados a ponerse en cadena cuando el presidente tiene a bien hablar, horas de horas por lo demás; el Banco Central es la caja chica del autócrata, que maneja, además, un presupuesto paralelo no fiscalizado con las utilidades de Petróleos de Venezuela (PDVSA). Lo que hay en Venezuela es, en buena cuenta, una tiranía.

Colombia padece las manifestaciones de poder paralelo que devienen de una guerra interna cruenta y prolongada: grupos vinculados a los paramilitares que han asesinado a dirigentes sindicales u otros que espían a políticos de oposición. Pero hay Estado de derecho, de modo que apenas aparecen esas manifestaciones son denunciadas y procesadas y los responsables castigados.

Hay un Poder Judicial y un Congreso independientes y una prensa intocada por el poder político. La propuesta para que Álvaro Uribe vaya a una re-reelección puede ser antidemocrática en la medida en que pueda enquistar grupos y prácticas oscuras que busquen la impunidad y, sin duda, no es conveniente para el propio gobernante, que sufriría un desgaste, pero no se puede decir que reelección equivale necesariamente a autoritarismo. En la mayor parte de las democracias avanzadas hay reelección, sea inmediata, sea indefinida. Lo que pasa es que en nuestras tierras, la reelección suele ser no un premio a una buena gestión, sino un síntoma —una consecuencia— de la búsqueda del poder absoluto y perpetuo.

No es el caso de Uribe, cuyo pedido de re-reelección obedecería más bien al clamor de mantener en el Gobierno a un presidente que ha sido eficaz en la lucha contra las FARC. Ojalá no acepte, porque también puede estar escondiendo grupos perversos. Pero en el caso de Hugo Chávez, ya no la re-reelección sino —peor— la reelección indefinida es la consecuencia inevitable de un proyecto totalitario que marcha hacia el control absoluto de la sociedad y de la economía: el llamado socialismo del siglo XXI. Algo muy distinto.

EL COMERCIO

Chávez y Uribe

Por: Jaime de Althaus Guarderas

Algunos, desde la izquierda, reclaman que por qué se condena a Hugo Chávez y no a Álvaro Uribe, que sería tan autoritario como el primero. Es increíble hasta dónde la ideología puede deformar los hechos, pues no hay punto de comparación entre Venezuela y Colombia. En Venezuela no hay Estado de derecho. No existe una democracia entendida como un sistema de limitación del poder: la Corte Suprema y el Congreso están controlados por Chávez, a los estados y alcaldías ganados por la oposición se les despoja de atribuciones y recursos, el alcalde de Caracas ni siquiera tiene local y el principal líder de oposición es perseguido y debe pedir asilo en el Perú; el primer canal de televisión —RCTV— fue cerrado, Globovisión está amenazado y todos los canales están obligados a ponerse en cadena cuando el presidente tiene a bien hablar, horas de horas por lo demás; el Banco Central es la caja chica del autócrata, que maneja, además, un presupuesto paralelo no fiscalizado con las utilidades de Petróleos de Venezuela (PDVSA). Lo que hay en Venezuela es, en buena cuenta, una tiranía.

Colombia padece las manifestaciones de poder paralelo que devienen de una guerra interna cruenta y prolongada: grupos vinculados a los paramilitares que han asesinado a dirigentes sindicales u otros que espían a políticos de oposición. Pero hay Estado de derecho, de modo que apenas aparecen esas manifestaciones son denunciadas y procesadas y los responsables castigados.

Hay un Poder Judicial y un Congreso independientes y una prensa intocada por el poder político. La propuesta para que Álvaro Uribe vaya a una re-reelección puede ser antidemocrática en la medida en que pueda enquistar grupos y prácticas oscuras que busquen la impunidad y, sin duda, no es conveniente para el propio gobernante, que sufriría un desgaste, pero no se puede decir que reelección equivale necesariamente a autoritarismo. En la mayor parte de las democracias avanzadas hay reelección, sea inmediata, sea indefinida. Lo que pasa es que en nuestras tierras, la reelección suele ser no un premio a una buena gestión, sino un síntoma —una consecuencia— de la búsqueda del poder absoluto y perpetuo.

No es el caso de Uribe, cuyo pedido de re-reelección obedecería más bien al clamor de mantener en el Gobierno a un presidente que ha sido eficaz en la lucha contra las FARC. Ojalá no acepte, porque también puede estar escondiendo grupos perversos. Pero en el caso de Hugo Chávez, ya no la re-reelección sino —peor— la reelección indefinida es la consecuencia inevitable de un proyecto totalitario que marcha hacia el control absoluto de la sociedad y de la economía: el llamado socialismo del siglo XXI. Algo muy distinto.

EL COMERCIO

Los protagonistas anónimos

POLÍTICOS VERSUS SERVIDORES PÚBLICOS

Por: Beatriz Boza Abogada

Si bien las elecciones municipales y regionales son recién en noviembre del año entrante y la presidencial y congresal en el 2011, ya se inició la fiebre electoral y con mucha puntería especialmente contra los alcaldes exitosos. A uno lo denuncian por malos manejos en las contrataciones y a otro por enriquecimiento; un tercero por falta de transparencia y, finalmente, a alguien más por aparecer con foto en los carteles de las obras ejecutadas. La fiscalización, la rendición de cuentas y el escrutinio público son esenciales para el buen gobierno y para limitar la corrupción, pero la acusación desproporcionada, la denuncia infundada, la persecución mediática y el escándalo afectan la buena marcha de cualquier organización, pública o privada, porque en última instancia afectan a todas las personas que trabajan allí. A diferencia de la empresa privada, en el sector público eso es más delicado todavía porque la capacidad de gestión de la autoridad no solo depende del mandato legal ni de los recursos de que dispone sino de la percepción ciudadana que es fuente de su legitimidad.

No todas las personas pueden lidiar con los golpes y avatares propios de la política y en especial de las campañas políticas. Se requiere un temperamento y disposición especiales pues involucran y afectan también a la familia, especialmente al cónyuge. Un político sabe elegir y rodearse de las personas más capaces para lograr sus fines, y en puestos de autoridad, especialmente si tiene trato con la ciudadanía, sabe que cada vez más el país requiere de una gestión estatal eficaz, que dé resultados tangibles para la gente. Allí entran a tallar los técnicos y profesionales de la administración pública. Cientos de miles de peruanos y peruanas detrás de la ventanilla, en una comisión de servicio, evaluando una nueva obra, consultando un plan de trabajo, levantando un acta de inspección, diseñando una nueva regulación, resolviendo una queja, registrando una propiedad, absolviendo una consulta, imponiendo una multa, aclarando una norma, hacen a diario que la municipalidad funcione, el registro de propiedad dé seguridad, el centro de salud atienda a la gente, el ministerio cumpla y el Estado en general funcione.

Ellos son protagonistas anónimos de los logros macroeconómicos y de las obras de las que se jactan las autoridades. Su gestión y su labor también tienen que ser reconocidas. Hoy, 29 de mayo, celebramos el Día del Servidor Público. Qué mejor ocasión para reconocerlos y agradecerles

EL COMERCIO

Fernando Belaunde Terry (1912-2002)

Por: Francisco Miró Quesada C*

En mis dos artículos anteriores, escribí sobre las biografías de Honorio Delgado, Jorge Basadre y José María Arguedas que están en el libro “Veinte peruanos del siglo XX”, editado por la UPC. De las veinte elegí cuatro, porque de todas las contenidas en dicho volumen eran las que más conocía, de modo que podía opinar sobre ellas con conocimiento de causa y, además, respecto de la manera como veían y sentían al Perú.

La biografía de Fernando Belaunde Terry ha sido escrita por Miguel Cruchaga, quien ha desarrollado el tema de manera excelente, abunda en detalles y resalta los dos rasgos más notables del ilustre presidente del Perú, que gobernó dos veces en nuestro país: el afán por la arquitectura y su amor ilimitado por nuestra patria.

Fernando Belaunde estuvo durante su primera juventud en México y quedó fascinado por los famosos muralistas, su espléndido folclor y las corridas de toros a las que siempre fue un gran aficionado.

Llegado al Perú estudió arquitectura en la Universidad de Ingeniería. Mas la meta que perseguía afanosamente, era independizar los estudios de arquitectura y para ello fundó en 1937 la revista “El arquitecto peruano”, que dirigió durante 26 años.

Por fin con gran esfuerzo logró construir la Facultad de Arquitectura, sin ningún costo para el Estado, gracias a donaciones de amigos y de hombres de negocios. Esta facultad fue tan importante que vinieron a estudiar en ella no solo peruanos de múltiples regiones del Perú, sino de diversos países latinoamericanos.

En 1945 Belaunde es elegido diputado por Lima y luego funda un partido político que llamó Acción Popular. En 1963 conquista la presidencia de la nación. Revolucionó la condición de presidente, pues se dedicó a viajar por todo el Perú, cosa que nadie había hecho anteriormente. Su obra fue inmensa, creó una institución para contribuir al desarrollo de los pequeños pueblos del Perú, que llamó Cooperación Popular, y tuvo tanto éxito que el partido más fuerte de la oposición, por celos, le cortó el presupuesto, lo que causó un daño irreparable al desarrollo del país.

Durante su primera presidencia tuvo una verdadera pasión por la construcción de viviendas, pasión que también conservó en su segundo período en 1980. Veamos lo que construyó durante su primer gobierno: San Felipe, un verdadero monumento que solo se pudo hacer durante su primer gobierno pues en 1980 habría resultado demasiado caro; Angamos, Santa María, Mirones, Matute, Julio C. Tello y Santa Rosa, entre otras. Solo en Lima, pues en provincias construyó muchas más. Durante su segundo gobierno fue también un gran constructor, siendo su mayor aporte las Torres de Limatambo.

Fernando Belaunde Terry no solo se distinguió como constructor sino como un perfecto demócrata, un hombre noble y honrado a carta cabal. Cuando fue derrocado por el infausto golpe de Velasco Alvarado vivió pobremente en el exilio y pudo subsistir dando conferencias en diversas universidades de Estados Unidos. Por ello será recordado a través de los años como uno de los más grandes presidentes del Perú.

(*) Director general

Por: Francisco Miró Quesada C*

En mis dos artículos anteriores, escribí sobre las biografías de Honorio Delgado, Jorge Basadre y José María Arguedas que están en el libro “Veinte peruanos del siglo XX”, editado por la UPC. De las veinte elegí cuatro, porque de todas las contenidas en dicho volumen eran las que más conocía, de modo que podía opinar sobre ellas con conocimiento de causa y, además, respecto de la manera como veían y sentían al Perú.

La biografía de Fernando Belaunde Terry ha sido escrita por Miguel Cruchaga, quien ha desarrollado el tema de manera excelente, abunda en detalles y resalta los dos rasgos más notables del ilustre presidente del Perú, que gobernó dos veces en nuestro país: el afán por la arquitectura y su amor ilimitado por nuestra patria.

Fernando Belaunde estuvo durante su primera juventud en México y quedó fascinado por los famosos muralistas, su espléndido folclor y las corridas de toros a las que siempre fue un gran aficionado.

Llegado al Perú estudió arquitectura en la Universidad de Ingeniería. Mas la meta que perseguía afanosamente, era independizar los estudios de arquitectura y para ello fundó en 1937 la revista “El arquitecto peruano”, que dirigió durante 26 años.

Por fin con gran esfuerzo logró construir la Facultad de Arquitectura, sin ningún costo para el Estado, gracias a donaciones de amigos y de hombres de negocios. Esta facultad fue tan importante que vinieron a estudiar en ella no solo peruanos de múltiples regiones del Perú, sino de diversos países latinoamericanos.

En 1945 Belaunde es elegido diputado por Lima y luego funda un partido político que llamó Acción Popular. En 1963 conquista la presidencia de la nación. Revolucionó la condición de presidente, pues se dedicó a viajar por todo el Perú, cosa que nadie había hecho anteriormente. Su obra fue inmensa, creó una institución para contribuir al desarrollo de los pequeños pueblos del Perú, que llamó Cooperación Popular, y tuvo tanto éxito que el partido más fuerte de la oposición, por celos, le cortó el presupuesto, lo que causó un daño irreparable al desarrollo del país.

Durante su primera presidencia tuvo una verdadera pasión por la construcción de viviendas, pasión que también conservó en su segundo período en 1980. Veamos lo que construyó durante su primer gobierno: San Felipe, un verdadero monumento que solo se pudo hacer durante su primer gobierno pues en 1980 habría resultado demasiado caro; Angamos, Santa María, Mirones, Matute, Julio C. Tello y Santa Rosa, entre otras. Solo en Lima, pues en provincias construyó muchas más. Durante su segundo gobierno fue también un gran constructor, siendo su mayor aporte las Torres de Limatambo.

Fernando Belaunde Terry no solo se distinguió como constructor sino como un perfecto demócrata, un hombre noble y honrado a carta cabal. Cuando fue derrocado por el infausto golpe de Velasco Alvarado vivió pobremente en el exilio y pudo subsistir dando conferencias en diversas universidades de Estados Unidos. Por ello será recordado a través de los años como uno de los más grandes presidentes del Perú.

(*) Director general

el comercio