4.1.09

Zozobra internacional

Si habría que anotar alguna desventaja de la globalización, señalaríamos con toda seguridad que una de ellas es que determinados conflictos también se globalizaron.

Por ejemplo el problema del Cercano Oriente (Palestina-Israel), cuyo impacto descarnado y crudo llega más rápido –y más fuerte– a la retina de millones de habitantes del planeta que viven a miles de kilómetros de distancia de esa región en permanente ebullición, hiriendo asimismo la susceptibilidad de las gentes.

El Perú pertenece a Occidente y por supuesto que a este hemisferio le preocupa lo que hagan los “halcones” de Israel o los dirigentes terroristas de Hamas, desde el momento mismo que deshumanizan al mundo con sus acciones militares. Hoy ningún ciudadano del planeta está libre de tomar un vuelo internacional pues puede ser secuestrado el avión donde viaja. Igualmente nadie está seguro de subir a un tren europeo o asiático ya que puede ser víctima de un atentado con bomba, y tampoco nadie puede estar tranquilo de transitar frente a una embajada porque puede resultar herido a causa de un explosivo detonado a control remoto o por un suicida.

Esta zozobra es generada tanto por fanáticos palestinos como por insensibles políticos israelíes. En este cruce de temeridad, obviamente que quienes llevan la peor parte son los pueblos directamente comprometidos en esa confrontación, es decir poblaciones que sufren por décadas un problema que aparentemente no tiene visos de solución. Niños, adolescentes, mujeres y hombres tiene sus vidas pendiendo de un hilo, esperando que la mala suerte –o el designio de Dios– permita que un misil lanzado desde un avión no tripulado o que un cohete casero Al Kassam desmorone el futuro de familias enteras.

Esta situación no puede ser tolerada por cualquiera que tenga algo de humanidad en su corazón y un mínimo de civilización en su mente. Desde EXPRESO condenamos las fórmulas que recurren alegremente al ataque y al contraataque ya que por igual no reparan ni miden la magnitud de los llamados “daños colaterales” que cobran la vida de seres humanos inocentes e indefensos. Y, no obstante estar ante un conflicto tan complejo –que más parece una aporía, un camino sin salida–, instamos a quienes tienen el mando en Israel y en Palestina a deponer definitivamente el uso de las bombas, como reclamamos asimismo a Naciones Unidas (NN UU) que haga todo lo posible para que los ciudadanos del mundo no sigan viviendo en zozobra ni sean potenciales cifras de las estadísticas que hablan de los inocentes fallecidos a causa de la controversia en el Oriente próximo.

EXPRESO

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