22.7.10

Combustible político

Por Mirko Lauer

La idea de una marcha de los cuatro suyos ha reaparecido, esta vez como propuesta de movilización contra la política oficial del gas. Los promotores confían en que el sentimiento de que los de fuera se llevan lo de adentro casi gratis convocará multitudes. Pero les va a costar poner en marcha a un par de suyos donde el gas no es un tema caliente.

La iniciativa es evidente copia y calco del mitin de fiestas patrias que contribuyó a derribar a Alberto Fujimori en el 2000. La alusión geográfica se refería también a la coalición convocante: en lo esencial toledistas, apristas, acciopopulistas e izquierdistas. Pluralidad que más tarde Toledo bautizó para consumo propio como todas las sangres.

Como nota a pie de página, cabe anotar que esta segunda marcha estaría en buena medida realizándose contra los organizadores de la primera. Con lo cual el atractivo membrete asume una cierta pátina melancólica. Más todavía cuando se sospecha que no hay tanta gente ni tanto ánimo disponibles para esta segunda versión.

Pues no está muy claro si oponerse a la política del gas, que está en pleno debate y forcejeo, tiene la capacidad de convocatoria que algunos esperan. Pero quizás esa no es la preocupación principal en algunos sectores, para los cuales una jornada de agitación a menos de dos meses de las elecciones simplemente no tiene pierde.

Durante un decenio muchos políticos opositores han buscado el argumento o causa capaz de volver al archipiélago de protestas sociales aisladas un solo movimiento. Algo en la naturaleza de esas protestas, en la naturaleza de los políticos, o en la naturaleza de las agendas localistas, ha ido postergando una confluencia así.

La marcha es la segunda medida nacional que se propone en torno del gas: un paro nacional en su defensa también fue anunciado hacia unas semanas. Para las candidaturas más radicales el tema podría significar acceso a grandes reservas de votos. Pero las encuestas sugieren que ese tipo de voto no es mayoritario en todos los suyos.

El objetivo del activismo en torno del gas ha ido evolucionando: primero fue garantizar el abastecimiento local, luego se le ha sumado precios que no representen subsidio a la exportación, y ahora último se trata de impedir de plano la exportación del recurso. No anda lejos el reclamo de la estatización de los yacimientos, a la boliviana.

Luego de una temporada en que era tabú vender el gas afuera, en estos tiempos Bolivia exporta todo el gas que puede: 31 millones de metros cúbicos diarios a Brasil, cinco a Argentina, y pronto a Uruguay unos 300,000. En ese caso la palabra de orden ya no es nacionalismo, sino más bien integración regional entre países.


LA REPUBLICA

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