2.3.10

“Bellum omnium contra omnes”

Uri Ben Schmuel
uribs@larazon.com.pe


Los reportes que llegan de Chile –Concepción y Talcahuano convertidas en ciudades sin ley, pobladores atrincherados con armas de fuego para defender sus propiedades de los vándalos– nos traen a la memoria El Señor de las Moscas. La novela de William Golding sobre un grupo de niños atrapados en una isla desierta tras un accidente es una metáfora sobre la naturaleza del ser humano. Apenas se rasca un poco el delgado barniz que nos hace “civilizados”, asoma el salvaje que habita en nosotros.
Jorge Morelli resume así lo que sucede en Chile, en su Media Columna que distribuye por e-mail: “Bastan 48 horas sin electricidad ni agua y la civilización desaparece. Volvemos con una rapidez vertiginosa a la barbarie”.

Y sin embargo, hay más. Claramente el desabastecimiento y la total ausencia de ayuda por parte de las autoridades fueron la causa, el domingo, de un saqueo generalizado en supermercados y farmacias, lo que hasta cierto punto es entendible. Pero lo que en principio podía justificarse (obtener como sea agua, alimentos y otros productos básicos) se convirtió en una sucesión de actos vandálicos que van escalando conforme pasan las horas. Se han asaltado bancos, hospitales y hasta estaciones de bomberos y saqueado casas particulares para robar artículos que no son de primera necesidad. Se ha incendiado centros comerciales y atacado gente en las calles por el solo gusto de hacerlo.


Cuando El Señor de las Moscas fue publicada, a mediados de los años 50, muchos críticos dijeron que trataba la naturaleza del ser humano de la forma más pesimista que cabe imaginarse. Quizá porque los personajes eran niños, usualmente asociados a la inocencia. Obviamente los críticos, como casi siempre, se equivocaron. Golding los presentaba de una manera chocante, sí, pero profética.

En las décadas siguientes, en Afganistán, Burundi, Colombia, la Franja de Gaza, Filipinas, Somalia y muchos otros países (y en Perú con SL) más de medio millón de niños han cargado armas y participado en salvajismos que dejan las escenas descritas en El Señor de las Moscas al nivel de un cuento de Disney. Y por cierto, los despachos de este lunes dan cuenta de niños cargando escopetas en Concepción y Talcahuano para defender las propiedades de sus padres, y de otros niños dedicados a saquear con los suyos.

Lo que sucede en Chile estremece. Nos recuerda brutalmente, en vivo y en directo, en tiempo real, cuan rápido puede desvanecerse el pacto social. Y que cada ser humano, en el fondo, como sostenía Hobbes, está en “Guerra de todos contra todos”...


LA RAZON

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