2.3.10

Chile: tragedia y lección

La catástrofe que padece Chile a raíz del sismo del sábado convoca la solidaridad y el pesar de los peruanos, y encierra varia lección.

Una primera reflexión se refiere a la capacidad del Perú de enfrentar un sismo tan violento como ese.

Lima, nuestra capital, es en gran parte una ciudad con pies de barro. Las casas de los barrios viejos se caen a menudo sin necesidad de un sacudón sísmico. Y es muy probable que la mayoría de viviendas de Lima y provincias no respondan a normas antisísmicas.

En Chile, donde las exigencias antisísmicas son más severas que en el Perú, al menos millón y medio de viviendas se han venido abajo o han sido dañadas.

Hay, entonces, un alerta que obliga a medidas de previsión, inspección y sanción.

Los gobiernos municipales y regionales tienen allí una función y una responsabilidad que deben ser rigurosamente asumidas.

A muchos llamó la atención la noticia de que el gobierno de Chile rehusaba ayuda extranjera. Fue un malentendido. Aparte de cierta dosis de soberbia, lo que dijeron las autoridades chilenas fue que en el primer momento, en condiciones de caos y destrucción de caminos y puentes, no era conveniente la ayuda espontánea, que puede ser fuente de desorden y hasta resultar inútil. La idea fue que Chile mismo elaborara primero una lista de necesidades. Eso se ha producido, y comienza a obtener éxito.

La lección en este caso dice que no hay que dejarse llevar por la desesperación, madre de todas las improvisaciones.

La lección es abrumadora. En Concepción, la segunda ciudad de Chile (929 mil habitantes), se han producido saqueos masivos a grandes almacenes y aun pequeños negocios. Casas de zonas residenciales han sido asaltadas por multitudes hambrientas y coléricas, carentes de pan, agua y electricidad. Es tan grave la tensión ahí que se prevé una insurgencia devastadora.

Jacqueline Van Ryssel-berghe, alcaldesa de Concepción, ha llegado a expresar que si el desabastecimiento se prolonga puede ocurrir una revuelta. Las fuerzas del orden no han podido con el desorden.

La enseñanza aquí es que sólo la rapidez del auxilio puede calmar el ánimo de las víctimas. La velocidad debe ser programada y organizada.

La rebelión de las masas surgida en Chile confirma que hay en ese país un trasfondo de descontento, que se manifestó ya en las recientes elecciones. La corrupción política, la desigualdad y el desempleo son detonantes ocultos que ahora estallan.

El gobierno del Perú ha hecho bien en ceñirse a las recomendaciones de Chile respecto a la ayuda exterior. Ahora, la contribución peruana está llegando con lo preciso. Toda contribución gubernamental o privada, incluida la dineraria, debe mostrar que el sentido humano, el respeto de pueblo a pueblo, son fuerzas actuantes y profundas.


LA PRIMERA

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