26.8.10

El credo de los bárbaros

Uri Ben Schmuel
uribs@larazon.com.pe


Según reciente encuesta encargada por la Cámara de Comercio, el 64% de los limeños vería con agrado que el próximo presidente del Perú sea un empresario. Y el 69% demandó a los empresarios tener una mayor participación en política, ya sea por su experiencia, porque conocen de economía y de la realidad nacional, o porque son buenos administradores.
Pero los empresarios no parecen muy entusiasmados con la idea. Ricardo Briceño, actual presidente del gremio que los agrupa –Confiep– dijo a RPP, al comentar la encuesta, que no ve en la actualidad a un empresario dispuesto a dejar sus negocios e ingresar de lleno a la política. Briceño no entró en detalles respecto a las razones de esa reticencia. Quizá ésta sea la explicación:

“Los hombres de negocios, que comenzaron como la clase más valiente en la historia, se fueron deslizando lentamente hasta estar motivados por un miedo crónico en todos los aspectos sociales, políticos, morales, intelectuales de su existencia. Su política pública consiste en apaciguar a sus peores enemigos, en aplacar a sus agresores más despreciables, intentando llegar a un acuerdo con sus destructores, donando dinero para el sostén de publicaciones izquierdistas y de políticos ‘socialdemócratas’, colocando a colectivistas declarados a cargo de sus relaciones públicas y luego expresando –en discursos pronunciados en banquetes y en anuncios de página entera– protestas socialistas de que su única meta es el servicio caritativo hacia la sociedad, y apologías altruistas por el hecho de que todavía conservan dos o tres por ciento de sus ganancias por sus empresas multimillonarias”.


¿No es ésta una magnífica descripción de la conducta de un Bill Gates que pide perdón a diario por amasar una fortuna gracias a su talento? ¿Y de la de un Soros y muchos otros como él que financian ONG’s anticapitalistas? ¿O, para citar un ejemplo más cercano, de un Dionisio Romero que se proclama de centro-izquierda para mostrarse políticamente correcto? Pues el párrafo citado data de 1961, cuando Gates tenía seis años y Romero recién concluía sus estudios universitarios. Y pertenece Ayn Rand, la filósofa y novelista más lúcida del siglo XX.

Rand, cuya obra cumbre “Rebelión de Atlas” es considerada por muchos el libro más influyente después de la Biblia, vaticinó el tsunami progresista que ha inundado Occidente. Su descripción de los intelectuales, supuestos guardianes de la razón, como propagadores de un credo tan delirante como el socialismo y castradores mentales de la clase empresarial, conserva plena actualidad a seis décadas de formulada.

Los empresarios, aquí y en muchas partes, se han dejado domeñar por lo que Rand llamó una alianza de “bárbaros y hechiceros” que los han convencido que no son productores de riqueza sino saqueadores que deben expiar la culpa de haber tenido éxito. Y, salvo excepciones, los hombres de negocios aceptaron, consciente o inconscientemente, las acusaciones de avaros depredadores –depredadores por la riqueza que habían creado, avaros por las fortunas que, de no haber sido por ellos, no habrían existido.

En Panamá y Chile los empresarios han roto esa cadena mental y han llegado a la presidencia. En nuestro país, por lo visto, aún no se atreven a desafiar la noción perniciosa que les ha inculcado esa progresía que busca devolvernos a la edad oscura. Y que, astutamente, no necesita estatizar propiedades. Porque mucho más efectivo les ha resultado estatizar las mentes.


LA RAZON

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