3.12.10

¿CIENCIA Y QUÉ…?

Mientras en el Perú seguimos esperando que algún gobierno se arme de valor y emprenda la llamada segunda ola de reformas –afincada principalmente en la modernización del Estado-, ya en el planeta se discute cómo dar el tercer salto.



Fujimori demolió el Estado populista. Corresponde que se emprenda la construcción de un edificio institucional que funcione acorde con la dinámica del mercado que se ha desatado (véase el importante crecimiento económico que tenemos). Si eso no ocurre, más temprano que tarde, la política le empezará a pasar la factura a la economía.



Pero en eso estamos hace una década y no ha pasado nada o muy poco. Los gobiernos de Toledo y García han pecado de inertes al respecto. Han creído que bastaba con dejar intactos los cauces macroeconómicos heredados y punto.



La tercera ola es la de la innovación y la productividad. Ciencia y tecnología son la clave del salto definitivo al círculo privilegiado del mundo desarrollado. Todos los políticos y empresarios hablan de eso. Es penoso, sin embargo, contrastar ello con nuestra realidad.



Funciona en el Perú el Fondo de Ciencia y Tecnología, Fincyt. Ha sido considerado por el BID como la entidad estrella en la región por su eficacia. Y lo preside un tecnócrata de lujo, como es Alejandro Afuso. Lamentablemente, el telón de fondo es el estructural desinterés del Estado sobre el tema.



La inversión en ciencia y tecnología respecto del PBI coloca al Perú entre los últimos de la región. Apenas el 0.15% del PBI se destina a ello. Brasil asigna el 0.95%, Cuba el 0.65%, Chile el 0.60%, Argentina el 0.41%, México el 0.40%, Panamá el 0.34%, Bolivia el 0.26%, Colombia el 0.17%, etc. Solo superamos en la región a Trinidad y Tobago, El Salvador, Nicaragua, Ecuador y Honduras.



Lo más grave es que no se aprecia mayor interés concreto en el tema. No se ve, por ejemplo, en los discursos de los candidatos presidenciales un énfasis particular en ese sentido. Y no es que se esté descubriendo la pólvora. Al igual que en el tema de modernización del aparato estatal, con sus reformas concomitantes (salud, educación, justicia, reducción de la pobreza, descentralización, etc.), en el del desarrollo innovativo y su impacto en la inversión y el crecimiento, hay un sobrediagnóstico y una infraejecución.



Es necesario reiterarlo cuantas veces sea necesario. El Perú no va a poder seguir creciendo a las tasas que muestra actualmente si no se toman medidas radicales y urgentes en materia de reformas. Ya estamos retrasados respecto de las de segunda generación. Que no nos ocurra lo mismo con el tercer salto. Que la innovación, la ciencia y la tecnología no se queden en temas del CADE o en frases de discursos electorales. No podemos permitir que el Perú vuelva a perder el coche del desarrollo una vez más en su historia.


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