13.11.09

¡Ay, Bachelet!

Pésimo día para las relaciones con Chile, que ayer tocaron mínimos al revelarse el descubrimiento de un espía peruano y una nueva gigantesca compra de armas yanquis, que incluye a los misiles Stinger, un arma tan potente que fue decisiva en la derrota soviética en Afganistán en la década de los 80 al perder los rusos el dominio aéreo.

No me escandaliza que se haya encontrado un espía. Como bien se dice, el problema de los espías no es que existan sino que los detecten. Estoy seguro de que el Perú debe tener agentes allá; sería más bien muy lamentable que no los tuviese (¡y parece que son muy buenos porque nunca los han cogido!). Por lo general, los agregados militares y de prensa de las embajadas se dedican a esos menesteres. Es más, se rumorea intensamente que varios destacados colegas locales chambean para una de las agencias de una superpotencia que está interesada en el narcoterrorismo. No me asombraría. Las operaciones de inteligencia son básicas, más aún entre países donde las fricciones y desconfianzas son tan profundas. Y no es la primera vez que ampayamos a espías de Chile. A finales de los 70 se fusiló al FAP Vargas Garayar y se expulsó a dos oficiales chilenos, que vinieron en el buque Beagle, por integrar una red de espionaje con éste. Incluso uno de ellos era hijo de Sergio Onofre Jarpa (un importante político de la derecha chilena, que equivaldría aquí a Luis Bedoya Reyes).

Otro que fue acusado de espiar en los 70 fue Vladimiro Montesinos, que en ese entonces era asistente del premier Mercado Jarrín. El general De la Flor lo ampayó en Washington cuando llevaba información de armamento ruso a la CIA y estuvo preso un tiempo en el cuartel de Pueblo Libre por eso. La sacó barata y no fue fusilado, como correspondía en aquella época, seguramente porque espiaba para los yanquis y no para los chilenos. ¡Qué distinta hubiera sido la historia peruana si se le hubiese aplicado la ley entonces vigente! Años después, durante el primer gobierno aprista, se detectó en 1988 que el agregado aéreo ecuatoriano Duchicela fungía de espía. Según una magnífica investigación de Ricardo Uceda, este agente fue asesinado de un tiro en la nuca y cremado en el Pentagonito junto a su contacto peruano (el teniente EP Marco Barrantes) sin que ni Lima ni Quito toquen jamás el tema. El silencio suele ser el episodio final de los espías que son descubiertos. También se comenta, aunque podría ser fanfarronada, que Montesinos armó una muy eficaz y amplia red de agentes en Ecuador, que habría incluso abarcado a varios parlamentarios norteños. Curiosamente, estamos por venderle energía eléctrica a Ecuador, país con el que tuvimos una guerra en los 90, y nadie protesta porque ahora andamos felizmente de grandes amigos. ¡Muy distinto sería el cuadro si esa operación se hubiese planteado con Chile! ¿Cómo evolucionará esto? Me imagino que nuestros militares tratarán de llevar el tema en el mayor de los silencios, incluso negando el incidente. Al tipo lo procesarán en el fuero militar (que por casos como éste debe existir, por más que los caviares quieran abolirlo) y le aplicarán un castigo severo, aunque ahora ya no se fusila ni se ejecuta por lo bajo. No creo, como sucedió con el embajador Bulnes en el "caso Beagle", que se declare persona non grata al enviado sureño en Lima. Pero posiblemente ambos países se harán los cojudos. Más serio está el tema entre Caracas y Bogotá.


CORREO

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