11.11.09

Ya dejen en paz a Magaly

Uri Ben Schmuel
uribs@larazon.com.pe


Magaly Medina estuvo presa, pagó una reparación civil y se rectificó -dos veces ante cámaras, en su página web y en la última edición de su revista- por su reportaje sobre Paolo Guerrero. Sin embargo, para doña Petronila Gonzales, madre del futbolista, eso no es suficiente. Ella y el abogado que la asesora quieren que la periodista vuelva a prisión. Porque, dicen, no mostró remordimiento.
Magaly Medina no tenía que mostrar remordimiento. Tenía que admitir públicamente que era falsa la información que difundió acerca de la salida nocturna sin autorización del futbolista durante las eliminatorias a Sudáfrica 2010. Y eso es lo que hizo. Reconoció de modo inequívoco que cometió una ligereza al dar tal información sin haber comprobado su autenticidad.

Pero la familia Guerrero y su abogado ahora reclaman una “rectificación de corazón”. ¿Qué es eso exactamente? ¿Debió arrodillarse y llorar? ¿Darse de latigazos? ¿Rasgarse las vestiduras, echar cenizas sobre su cabeza y ayunar como el rey de Nínive cuando Jonás le anunció la destrucción de la ciudad?


Este episodio sirve para demostrar dos cosas. Una: hay gente que, quizá sin darse cuenta, cruza la delgada línea que separa el reclamo de la majadería (y abogados que aprovechan esa circunstancia para seguir facturando). La otra: tiene mucha razón Javier Valle-Riestra al pedir que se despenalicen los delitos contra el honor cometidos por medio de la prensa.

Y es que al paso que vamos, las rectificaciones, para ser consideradas como tales, van a incluir que el periodista porte cirios encendidos en señal de penitencia, vista con casulla y se coloque sobre la cabeza una coroza pintada con símbolos infernales. Y de allí derecho a la hoguera.

Por cierto, si de mostrar remordimiento se trata, bien harían Guerrero y el resto de jugadores en pedir disculpas públicas por no defender la camiseta de la selección como sí lo hacen con sus equipos. Y por dejar al Perú en el último lugar de la tabla.

Magaly se equivocó y ya lo compensó con creces. No así Guerrero y los demás futbolistas, que tiran piedras aunque su tejado es de vidrio. Porque si defraudar a todo un país fuera delito, hace rato que estarían condenados a cadena perpetua.


LA RAZON

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