13.11.09

Se estrecha el cerco

Uri Ben Schmuel
uribs@larazon.com.pe


En la columna de este jueves mencionamos el vaso medio lleno –la auspiciosa situación económica del país. En la de hoy abordaremos el vaso medio vacío: un complicado escenario geopolítico. Por un lado, el chavismo moviendo cada vez más abiertamente sus piezas (el Duce de Caracas envía tanques a la frontera con Colombia, trata de embarcar a sus socios del ALBA en delirantes aventuras bélicas y estrecha los lazos con un estado terrorista como Irán). Por el otro lado, Chile.
En un mismo día, se conoce que el gobierno de Bachelet gastará 650 millones de dólares en armas estadounidenses –siempre con el cuento de “reponer material obsoleto”– y un caso de espionaje, el primero desde la segunda fase del gobierno militar, abre un nuevo foco de tensión.


Tanto en el episodio descubierto casi al final del régimen de Morales Bermúdez como ahora, los espías son suboficiales de la FAP que trabajaron en la Embajada del Perú en Santiago. No es coincidencia. Los conflictos modernos se deciden en base a la supremacía aérea y los chilenos tratan por todos los medios de averiguar nuestra exacta situación en ese campo. Y por supuesto qué mejor lugar para captar un “topo” que en la capital del país que organiza el espionaje. La suerte que les espera, sin embargo, es distinta. Julio Vargas Garayar fue fusilado en enero de 1979, pero actualmente la Constitución solo permite la pena de muerte por traición a la patria en tiempos de guerra.

Pero nos desviamos del asunto de fondo: el cerco al Perú. Desde el norte, el expansionista “socialismo del siglo XXI”. Desde el sur, la afiebrada carrera armamentista chilena con aval de Washington. El deslenguado ministro Vidal lo ha dicho con todas sus letras: “Chile contribuye a la seguridad nacional de EE.UU. y le da estabilidad política a la región”.

En otras palabras, Chile es el portaaviones yanqui en la zona. Y aquí creemos en “cuerdas separadas”, le negamos el canon a nuestras FF AA y encima perseguimos a los militares con el cuento de los DD HH. ¿Hasta cuándo seguiremos disparándonos a los pies?


la razon

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