8.12.09

2010 ante Chile: un año de suaves tensiones

Por Mirko Lauer

La relación Chile-Perú seguirá marcada una buena parte del 2010 por el caso del espía, con la bola del lado chileno de la cancha. Pues es poco probable que la investigación en Santiago llegue a algún resultado bajo su actual gobierno, y menos probable todavía que ese resultado satisfaga a Lima.

Tal vez la señal más clara de una distensión efectiva sería la asistencia de Alan García al cambio de mando en Santiago, en marzo. Sin embargo García no suele asistir a esas ceremonias, y de hecho en estos años solo ha ido a la más reciente del presidente ecuatoriano Rafael Correa.

Los efectos políticos en el Perú del espía y de su secuela de palabras cruzadas van a ser más duraderos y fuertes que los diplomáticos. No debemos descartar que más de un candidato elija incluir entre sus promesas electorales un programa integral de contención de la presencia chilena.

Pero aun así, es de suponer que Chile no será un tema central en la campaña electoral peruana del 2011. Pues si bien hay una parte del electorado que participa de un sentimiento de rivalidad, el tema es demasiado conflictivo para candidaturas en pos de consensos amplios.

Como uno de los efectos del caso ha sido darle más cuerpo aquí a los reclamos militares de compra de armamento nuevo, se puede esperar que el discurso del desarme regional y la crítica a las compras bélicas chilenas pasen a un segundo plano frente a los argumentos económicos.

De otro lado La Haya no debería ser un tema de gran contención, al menos hasta el segundo semestre del 2011. Pues tanto la contraintervención chilena de marzo como la réplica peruana del segundo semestre se darán a la sombra de la confidencialidad que exige la corte.

Algo del flujo de la inversión entre países podría retraerse, pero da la impresión de que el volumen del comercio se va a mantener. En parte porque los negocios sí creen en la política de cuerdas separadas, y en parte porque el 2010 se anuncia como un ciclo de rebote económico en ambos países.

Aun así, es obvio que han aparecido áreas económicas más sensibles que otras, y cabe preguntarse si una discriminación efectiva de capitales chilenos en un sector no produciría un efecto dominó, tanto entre los inversionistas como entre quienes toman las decisiones en el Perú.

El nombramiento del embajador Manuel Rodríguez Cuadros en La Paz terminará de calmar las aguas con esa capital, y a partir de allí ayude a estabilizar la geopolítica en toda la subregión. Con Rodríguez, Morales podría encontrar caminos de diálogo con Lima, de los que al parecer hoy siente que carece.

LA REPUBLICA

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