8.12.09

Nueva perspectiva: un escuadrón de pishtacos

Por Mirko Lauer

Los pishtacos se niegan a morir, y ahora están a punto de alzar con toda la grasita política del ministro Octavio Salazar. Ayer en la red La palabra pishtacos ya tenía casi 1,200 comentarios noticiosos. El ángulo favorito es la idea del cosmético europeo hecho de grasa humana. La idea de la cortina de humo va muy atrás, pero se está abriendo paso.

Si pensábamos que la historia del pulmón robado malograba la imagen del país, esta grasienta secuela huanuqueña viene mucho peor, y además peligrosamente cerca de la revolución gastronómica. Porque el pishtaquismo en la versión PNP puede ser a la vez horroroso y gracioso, esto último por su radical inverosimilitud.

Para las páginas de humor de fuera ha sido un festín. The Spoof propone un vehículo impulsado por grasa humana llamado el flatomóvil, y anuncia el desembarco de pishtacos en EEUU a la caza de obesos locales. La idea es que el pishtaco ha reemplazado al chupacabras como el cuco étnico incomprensible, y de allí que se le llame directamente chupagrasa.

Mientras tanto en el Perú la cosa es bastante menos graciosa. Un alto mando policial ha sido removido, pero el argumento para retirarlo (“ha sobredimensionado el caso”) no es convincente, pues la mentira difundida es mucho más elaborada: no solo 60 inhallables muertos desgrasados, sino además 30 años de asesinatos cometidos en banda.

Un caso tan obviamente jalado de los pelos se presta a ser considerado una cortina de humo para minimizar las denuncias de un escuadrón de la muerte policial en Trujillo, llegadas a los medios esa misma semana. Son 46 muertos (en últimas versiones son 56) en diversos enfrentamientos armados con la policía, que despiertan sus propias perplejidades.

Hay un notorio paralelismo entre estas dos historias de muertes masivas. Ambas traen al centro una presencia policial y una violencia inaudita, y en ambas la verdad última de los hechos todavía está por establecerse. Pero en Trujillo ya hay judicialización, denuncias y descargos concretos, materiales para una investigación en regla.

Menos notoria, pero igual de significativa en el contexto de los escuadrones, es la noticia sobre la excarcelación de los sindicados por el asesinato con arma larga de dos policías en una invasión del bosque de Pómac, cortesía del juez José Pisfil Gonzales. Este es un mensaje de impunidad que sin duda multiplicará las permanentes invasiones en Lambayeque.

Da la impresión de que la policía se está moviendo en estos tiempos entre ser asesinada a mansalva, como en Pómac y Bagua, y la tentación de hacer justicia (o incluso injusticia) por su propia cuenta. Es obvio que además de un ministro del Interior, la carcomida institución necesita un comité reorganizador en serio.



LA REPUBLICA

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