31.12.09

Hugo Chávez un ser humano, Fujimori un chimpancé

Tomás Borge
Embajador de la República de Nicaragua


César Hildebrandt es, sin equívocos, el más agudo, ingenioso y prestigiado columnista y entrevistador del Perú. Tiene una prosa agradable a los ojos y, con frecuencia dispara flechazos certeros contra la corrupción, las discriminaciones y otros males.

Por eso mismo, no logro entender algunos de sus prejuicios. No tengo la menor duda de que la opción por la justicia está unida, como la sangre a las arterias, a la defensa de víctimas innegables de un imperio mandón, crispado y facineroso, tierras con las cuales se tiene la ansiedad de inmolar, como la Cuba de hace rato y la Venezuela de hoy.

Interrogué a directores de medios, embajadores y otros entendidos y nadie me pudo explicar o dar referencias sobre los supuestos apoyos de Hugo Chávez a Fujimori. El más serio y honesto de mis interrogados –un viejo periodista– me dijo: en algún momento todos nos equivocamos, o sea nos hicimos ilusiones, con Fujimori. Hasta votamos por él. A lo mejor Chávez, en otro instante –aunque no poseo elementos de juicio– dijo algo, en alguna coyuntura en la cual no estaba definida la alevosía del japonés, agregó mi amigo. A lo mejor se refiere el periodista peruano a lo dicho por el presidente de Venezuela, el 9 de junio del 2000, –hace 9 años–, cuando afirmó “que ningún país del mundo puede convertirse en juez o policía porque el único juez es el pueblo peruano”. Tal declaración se produjo en la XXII Cumbre presidencial andina. No encontré ninguna otra referencia. A lo sumo se puede decir que Chávez hizo algún juicio favorable, en ese momento, sobre la base de criterios subjetivos y coyunturales.

Después, sin duda, Hugo Chávez desaprobó la conducta despótica de Fujimori. Jamás, por supuesto, pudo el bolivariano tener simpatía por alguien que se convirtió en espantapájaro ridículo, gruñón y arrodillada marioneta de intereses extranjeros.

Comparar a Hugo Chávez con Fujimori es como equipar a un ser humano con un chimpancé. Es, sobre todo, inoportuna, semejante acometida en este minuto de riesgos, de alarmantes proyectos, de conspiraciones astutas y mortales, contra el gobierno bolivariano. Si no fuera porque Hildebrandt es ajeno a toda sospecha, parecería una coincidencia intencional con la proyectada carnicería del imperio y del buhonero presidente colombiano. Sin duda el brillante columnista del diario “La Primera” es víctima de un desasosiego, de una idea preconcebida, de un juicio subjetivo, de una convicción apresurada e injusta.

Hugo Chávez no es, César, analfabeto. Es, más bien, lector incorregible, erudito en el erudito Bolívar y en muchos menesteres. Hugo Chávez es espontáneo, caluroso y apasionado. El llamado “chino” Fujimori es, todos lo saben, frío, torturador de mujeres indefensas, saqueador de bienes, asesino. En Venezuela se liquidó el analfabetismo y es necesario utilizar la tabla de multiplicar para medir los nuevos alcances de la educación y la clausura de la mortalidad infantil y materna.

Tales hazañas son posibles por un Hugo Chávez, obsesivo y total.


LA PRIMERA

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