7.12.09

Cuentos de terror

Uri Ben Schmuel
uribs@larazon.com.pe


Desde hoy Copenhague será una suerte de Vaticano de la progresía. Durante dos semanas, los acólitos de esa nueva religión fundamentalista llamada ambientalismo tratarán de convencernos, otra vez, de que el fin de nuestro planeta está a la vuelta de la esquina.
Los calentólogos pronostican un derrumbe de la producción de cereales, masivas extinciones de especies, elevación de los océanos, y la migración forzada de centenares de millones de personas, expulsadas de sus hogares por las inundaciones, las sequías o la escasez.

Todo, claro está, por culpa de la malvada economía de mercado y la perversa globalización, dos de las bestias negras del caviaraje global.


Numerosas ONG ya batallan para presionar a los delegados de 192 países y sumarlos a su causa. Como reseña un cable de la AFP, mientras sus expertos están en el Bella Center, sede de la conferencia, sus militantes alistan espectaculares acciones que atraigan sobre la capital danesa la atención del mundo. El barco de Greenpeace “Arctic Sunrise” estaba anclado el domingo ante el parlamento danés, con una banderola: “Our climate, our future, your decision” (Nuestro clima, nuestro futuro, vuestra decisión).

Aclaremos: una cosa es la legítima preocupación por el uso racional de los recursos planetarios, a los que ninguna persona sensata puede oponerse. Y otra este culto pagano y fanático creado por las ONG –y cuyo Sumo Pontífice es el charlatán de Al Gore– para justificar las donaciones que reciben, en enormes cantidades, de sus ingenuos seguidores.

La Cumbre, por cierto, tiene lugar a poco de revelarse, en lo que se ha llamado el “Climagate”, cómo manipulan y ocultan todos los datos que contradicen los dogmas de su religión. Por ejemplo, que el planeta no solo no se está calentando sino que se ha enfriado en años recientes. Por supuesto, ante la abrumadora evidencia, han esgrimido el viejo cuento del complot, urdido, faltaba más, por siniestras corporaciones que quieren succionar recursos cual vampiros.

Afortunadamente, ya son cada vez menos los que toman en serio este tipo de alarmismo bien rentado de las ONG “verdes”, formadas por rojos reciclados que, si por ellos fuera, nos volverían a la época de las cavernas.


LA RAZON

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