27.6.10

El que contamina paga

Es interesante, y a la vez alentador, que un gobierno presione a una gran empresa para que acepte compensar el perjuicio que causa. Barack Obama logró que British Petroleum (BP) destinara al menos U$20.000 millones a un fondo que cubra los reclamos por perjuicios económicos de la población del Golfo de México y el costo de la limpieza de la contaminación ambiental.

Éste ha sido el mayor desastre ambiental en Estados Unidos, pero las peores catástrofes ecológicas fueron causadas por empresas transnacionales en países en desarrollo. Esas empresas han pagado muy poco o nada, y los gobiernos de los países sede suelen hacer la vista gorda.

Tres casos emblemáticos ilustran esto: el de Bhopal (India), el de la región amazónica de Ecuador y el del Delta del Níger (Nigeria).

En Bhopal, la emisión de gases venenosos de una fábrica de la estadounidense Union Carbide en 1984 afectó a más de medio millón de personas. La empresa nunca aceptó la responsabilidad por el desastre y sólo terminó pagando U$470 millones en 1989, en un acuerdo con el gobierno indio.

En Ecuador, Texaco (ahora Chevron) fue responsable del vertido en la selva amazónica de más de 1.300 millones de litros de petróleo crudo y 70.000 millones de litros de residuos tóxicos. A principios de los 90, la empresa pagó al gobierno ecuatoriano U$40 millones por los costos de la limpieza, una cantidad ínfima dada la inmensidad del daño causado.

Al Delta del Níger, John Vidal dedicó un artículo de The Observer titulado “La agonía de Nigeria deja pequeño el derrame de petróleo del Golfo: Estados Unidos y Europa lo ignoran”.

Estos tres casos revelan un gran contraste entre lo que hace el gobierno de Estados Unidos para que una transnacional asuma su responsabilidad económica y la forma en que empresas similares que provocan catástrofes ecológicas en países en desarrollo salen impunes o pagan cifras absolutamente inadecuadas.

Lo que hacen el gobierno y el Congreso de Estados Unidos para que BP compense el daño ambiental y económico que está causando es encomiable. Los países en desarrollo deben aprender la lección y adoptar medidas similares acordes con el principio de que “el que contamina paga”.

Es igualmente importante que los gobiernos de los países de origen de las transnacionales también actúen para que sus empresas se hagan responsables de sus acciones cuando se instalan en otros países y compensen debidamente cuando provocan daños ambientales.

LA PRIMERA

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