28.6.10

Higiene para la universidad

La decisión del Congreso de la República de aprobar una ley que establece la elección de las autoridades universitarias mediante el voto universal y directo de docentes y estudiantes es una medida que puede refrenar el caos y la inmoralidad que se estaba entronizando en una institución tan importante para el país.

Es una medida importante, un paso adelante, reclamado por los sectores más calificados de la docencia. No es, sin embargo, la solución final.

Quedan pendientes el reclamo no sólo de restablecer el presupuesto de la Universidad pública, sino también de aumentarlo, a fin de que pueda dotarse de mejores bibliotecas, laboratorios y equipo. Asimismo, sigue en pie la demanda de homologación de los sueldos de los profesores y la atención a los justos reclamos de los trabajadores no docentes.

Hace unos días, en la celebración de aniversario de la Federación Médica Peruana, un médico ilustre me dijo: “La salud y la Educación deben ser la preocupación principal del país, porque la salud da capacidad y la Educación, calidad”.

Habría que grabar esas palabras frente a la residencia de personajes como el presidente Alan García, que autoriza y justifica la mayor estafa cometida en la historia del Perú, la del gas de Camisea, o la de Jorge del Castillo, que impidió el establecimiento de un impuesto a las sobreganancias de las mineras. ¡Cuánto dinero para enriquecer más a los ricos, engordar a los nuevos ricos y empobrecer a las Universidades y a otras instituciones fundamentales!

Autoridades académicas dicen que el dispositivo aprobado en el Congreso, al establecer la posibilidad de vacancia de rectores y vicerrectores, provocará acefalía y discontinuidad en la dirección institucional. Hay casos en que tales autoridades son, personalmente, la acefalía.

Hay un caso que demuestra que la elección universal y directa sí genera orden y estabilidad. Me refiero al de la Universidad Nacional de Cajamarca. Allí, desde hace algunos años, rige la elección a cargo de docentes y alumnos. En ese lapso, la Universidad de Cajamarca ha sido una de las más apacibles de la República.

Es de desear que el presidente García promulgue la ley. De no hacerlo, estimularía el descontento de profesores y estudiantes, que en San Marcos, por una especie de contragolpe taumatúrgico, han desplegado su energía en respuesta a las amenazas de intervención y a la provocación senderista.

Por lo demás, se requieren soluciones de fondo. Es decir, una nueva Ley Universitaria, que abarque cambios que toquen, con lo académico, el área moral y el manejo presupuestario, tan íntimamente ligados. No es posible, es ya insoportable, que la imagen institucional se vea empañada por la compra corrupta y corruptora de votos y de abstenciones traicioneras.

LA PRIMERA

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