22.6.10

La historia no debe repetirse

EXPRESO ha venido advirtiendo al país mes a mes sobre el latente peligro de un rebrote terrorista que, al igual que en sus siniestros comienzos, amenazaba darse política e ideológicamente en las universidades públicas, mientras sus remanentes militares –por cierto muy venidos a menos y desconectados por completo de la población y de la realidad regional y nacional– hacían lo propio en algunas zonas muy focalizadas del país. La respuesta de la llamada clase dirigente fue la desidia y el desdén cuando no el silencio desaprensivo y negligente. Como consecuencia de esa alerta no escuchada y desatendida tenemos que lamentar hoy día el retorno de una imagen que el Perú había ya desterrado de su galería histórica y que fue el inicio de una barbarie que tiñó de sangre más de dos décadas de nuestra historia republicana: grupos de activistas marchando y repitiendo consignas senderistas a plena luz del día en el campus universitario de San Marcos.


Todos sabemos que así empezó la época oscura y sangrienta del terrorismo. En el campus de la Universidad de Huamanga en Ayacucho, un grupúsculo de docentes y estudiantes marcharon y arengaron sin que –como ahora– nadie se diera por aludido o advertido. Paralelamente, una acción armada inicial en poblados y caseríos que se fue extendiendo a las capitales de las provincias, iba ganando terreno y amedrentando a la población. Mientras el vandalismo homicida de Sendero Luminoso trataba de ganar el campo para luego asaltar la ciudad, según la vieja regla maoísta, las huestes terroristas se instalaban cómodamente, como lo empiezan a hacer ahora, en algunas universidades públicas de las ciudades como San Marcos y La Cantuta.

No puede ni debe repetirse la historia. Por ello ponderamos la decisión del presidente Alan García de autorizar el ingreso al campus universitario en el caso de que vuelvan a ocurrir hechos parecidos. No se trata de violar la autonomía universitaria –que no significa de ninguna manera extraterritorialidad– sino de velar por la seguridad del país y por el imperio de la ley, ya que quienes piden a viva voz amnistía para Abimael Guzmán –el más grande carnicero que ha tenido la historia del Perú, como lo ha calificado el primer mandatario– están haciendo apología del terrorismo y eso está penado legalmente.

Demandamos al rector de San Marcos poner orden en casa
y comunicar oportunamente cualquier eventualidad al Ministerio del Interior y al Poder Judicial para que tomen cartas en el asunto. Como lo ha señalado el ministro de Justicia, Víctor García Toma, “los rectores no pueden quedar al margen de su compromiso, defender con fe y energía estos principios democráticos de convivencia pacífica y armónica”. En un Estado democrático como el Perú no hay islas y ninguna universidad puede convertirse en tierra de nadie; eso debe quedar totalmente claro.

Que el senderismo genocida haya cambiado o no de estrategia no es finalmente importante. Lo importante es seguir dando una batalla frontal contra él o lo que queda de él. En todos los planos y en todos los frentes. Porque lo que está en juego es el presente y el futuro del Perú.


expreso

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