27.6.10

¿Ministerio de Cultura? ¡Sí! ¿Más ministerios? ¡No!

Cómo navegar entre estas disyuntivas es el tema de esta columna. Hay una propuesta para crear un nuevo ministerio, el de Cultura, así como hace un par de años se creó el Ministerio del Ambiente. La protección del medio ambiente, severamente amenazado, y la promoción de nuestra cultura y especialísimo patrimonio histórico, son ambos temas de alta prioridad. Poner estas prioridades a un nivel ministerial parece inobjetable y acertado, ¿pero quién asegurará que estas nuevas funciones estén debidamente financiadas? De hecho, el Ministerio del Ambiente, heredero del CONAM, tiene un presupuesto mísero, y el Instituto Nacional de Cultura, antecesor del nuevo Ministerio de Cultura, también vive en la penuria.

El público percibe el concepto de "ministerio" como sinónimo de burocracia y de favoritismo político. Pero en realidad en la mayoría de los ministerios laboran profesionales y trabajadores abnegados y en general modestamente remunerados. Lo importante es que las organizaciones del Estado tengan objetivos claros, estructuras eficientes (que ciertamente no tienen), y recursos para cumplir su misión. No vale la pena crear ministerios si no van a tener recursos para cumplir objetivos bien definidos.

El Ministerio de Cultura nace casi sin recursos. Tenemos que cambiar esta triste situación: por ejemplo, el sueldo mensual de los músicos de la Orquesta Sinfónica Nacional, todos profesionales con largos estudios, es de unos S/.1.000 y hace que tengan que "cachuelearse" igual que policías, profesores, y médicos de salud pública. Una solución podría ser que el nuevo ministerio se ocupe de cultura y turismo, dos actividades que van juntas en el Perú. El turismo está en pleno auge y genera crecientes recursos y tributación. La fusión de las funciones del turismo y de la cultura le daría al nuevo ministerio una visión más emprendedora, para poner en valor joyas culturales que hoy son inalcanzables (como Choquequirao o Kuélap) o están abandonadas.

El Perú tiene hoy 17 ministerios, más uno que se viene. Creo que estamos al borde del exceso. Estados Unidos tiene 10. En otras épocas, claro está, Carlos V de España tenía 5 ministros: en la sala del gobernador del Banco de España está su mesa de gabinete, redonda y elegante, con un pequeño cajón para cada ministro con el nombre de su cartera: "Indias", "Armada", etc. En nuestro vecino Ecuador hay más de 30 ministros. Cada país tiene su esquema, pero unos son más eficientes que otros.

Si la función del "Consejo de Ministros" es la de ser el órgano máximo de coordinación del Poder Ejecutivo, no puede ser una asamblea. Las asambleas se prestan a los discursos y a las peroratas, no al trabajo eficiente. No debería haber más de 15 ministerios. Con el tiempo, las necesidades y las funciones cambian, y lo que era una prioridad para tener un ministerio le cede el paso a otra función, a otro ministerio. Hace años teníamos el Ministerio de Obras Públicas; hoy tenemos Transportes y Comunicaciones, y en otro Ministerio Vivienda y Saneamiento. ¿Por qué no tener un solo Ministerio de Infraestructura, que reconozca el papel del sector privado en vivienda, autopistas, irrigación y otros? El Ministerio de Comercio ha tenido un papel destacado en los últimos años: ¿Por qué no juntarlo con sus vecinos de edificio? Si hay una disputa con Europa sobre la harina de pescado, ¿qué ministerio se ocupa: Comercio o Producción?

Todas estas ideas son para discutir. Pero tenemos que "aerodinamizar" al sector público. No debemos quedarnos sentados y simplemente aumentar más títulos y crear más ministerios.


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