22.7.09

Al caer la recesión, asoma la protección

Qué equivocados estábamos cuando considerábamos que en el Perú era irreversible la integración a la economía mundial basada en la libertad comercial o que ya no quedaban proteccionistas que no consideraran que el futuro de una economía tan pequeña como la nuestra dependía del desarrollo de las exportaciones. Sin embargo, a la primera señal de un bache, a un importante sector manufacturero le entra miedo y retorna de inmediato a las malas prácticas del pasado.

Más aún, lo más alarmante de este ataque de nervios –que los ha llevado a buscar nuevamente la evasión de la realidad, cayendo en el proteccionismo– es que le ocurre a uno de los sectores estrella de la economía peruana, como es el textil, que ha sido uno de los que más se ha beneficiado de las políticas de apertura al mercado. Así tenemos que las exportaciones textiles, que cuando vivíamos aislados en el 90 escasamente llegaban a los 300 millones de dólares anuales, lograron pasar la barrera de los 2,000 millones el año pasado, generando un volumen de empleo asociado a ellas que alcanza los 600 mil puestos de trabajo.

Es normal en el mercado que existan ciclos malos como el actual; los buenos empresarios deben estar preparados para soportarlos y volver a crecer no bien se recupere la economía mundial. En el interín, algunas empresas cambiarán de propietarios, otras saldrán del mercado, mientras que también habrá nuevas compañías que ingresarán cubriendo ese espacio. Lo que sería un disparo al pie para un país que requiere aumentar sus mercados de exportación es pedir que se cierre –vía salvaguardas– el mercado peruano simplemente porque algunos no pueden competir con otros productores de hilados que son más eficientes, ya que ni siquiera han encontrado prácticas desleales para denunciarlos.

La más valiosa herencia que dejará este gobierno a la posteridad va a ser la integración peruana a la economía mundial gracias a los tratados de libre comercio, lo que nos debe asegurar crecientes mercados en un marco de reciprocidad en la libertad. Poner eso en riesgo, amenazando al mismo tiempo la competitividad de la exportación de confecciones, que es donde realmente está el empleo potencial, solo para sostener el margen de utilidad de algunos empresarios, sería un imperdonable retroceso a un pasado mercantilista que creímos enterrado.

PERU 21

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