20.7.09

La mediterraneidad de Bolivia y el juicio en La Haya

El presidente de Bolivia ha señalado que la demanda peruana ante la CIJ sobre el límite marítimo con Chile, podría “afectar y retrasar una de las posibles soluciones” a la aspiración boliviana de salida al mar. Más allá de los factores de sensibilidad emocional que oponen a Evo Morales y Alan García y que pueden explicar la forma y el momento de esa declaración (conmemoración militar del “Día del Mar”), lo cierto es que se trata de una opinión que representa la posición oficial de La Paz y que evidentemente tiene consecuencias en las relaciones boliviano-peruanas y chileno-bolivianas. Y que las tendrá en la propia evolución futura de la diplomacia marítima de Palacio Quemado.

El gobierno de Bolivia debe saber y ser consciente que esa afirmación no es cierta. La única hipótesis de que el juicio obstaculice una posible fórmula de salida al mar por Arica (a ello hace referencia Morales cuando se refiere a “una de las posibles soluciones”), sería que, como resultado del fallo, Arica quede mediterránea. Pero esta hipótesis es un imposible jurídico, pues así la Corte sentencie enteramente a favor del Perú, Arica siempre tendrá un mar adyacente de extensión suficiente a través del cual Chile pueda ofrecer un acceso de Bolivia al mar.

Conforme al Tratado de 1929 y su protocolo complementario, toda posibilidad de acceso al mar por Arica conlleva imperativamente un acuerdo con el Perú, sin el cual no es posible materializar ninguna fórmula de solución. Para que el Perú concurra a un acuerdo constructivo deberá siempre haber una negociación y en ella se deberán contemplar los intereses nacionales del Perú, entre ellos los marítimos. Si el tema de la inexistencia del límite marítimo entre el Perú y Chile no se resuelve, evidentemente el Perú no podría siquiera considerar cualquier fórmula que haga referencia a la zona marítima en controversia con Chile. En otras palabras, mientras subsista la controversia marítima peruano-chilena no es posible considerar solución alguna por Arica. Si la demanda peruana en La Haya tiene algún impacto sobre la salida al mar de Bolivia, es exactamente lo opuesto a la valoración negativa hecha por Morales. Hay aquí un delicado error de apreciación. En realidad, lejos de ser un obstáculo o entorpecer, la demanda aparece como una acción de consecuencias positivas para los intereses marítimos bolivianos, pues luego de la sentencia que resuelva el límite marítimo entre el Perú y Chile recién se habrán creado las condiciones objetivas para considerar cualquier fórmula de solución por Arica. Y estas nuevas realidades se obtendrán en un tiempo relativamente corto en relación a la historia centenaria de la justa reivindicación boliviana.

Es importante que la Cancillería boliviana sopese detenidamente la situación y repare con agudeza diplomática que cualquier fórmula por Arica no requiere sólo una consulta con el Perú, sino un acuerdo entre Perú y Chile, lo que implica un proceso de negociación en el que, necesariamente, se deberán contemplar los intereses nacionales del Perú y muy especialmente los de Tacna, que quedó mediterránea al perder su puerto natural (Arica), con lo acordado en el Tratado de 1929.

En cualquier hipótesis, sólo un enclave o corredor paralelo a la línea de La Concordia no es aceptable para el Perú, como ya se señaló oficialmente el 20 de noviembre de 1976. Hay que pensar en fórmulas de integración tripartita en torno a modalidades de internacionalización del puerto de Arica.

la primera

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