23.7.09

No se puede estar con Dios y con el diablo

Es evidente la confusión conceptual en la que se encuentra el Partido Nacionalista en su intento por ampliar su base electoral. Por un lado, buscan dar la imagen de formar parte de una corriente socialista moderada o izquierda 'vegetariana’, como se le llama, con acercamientos a cierto tipo de industriales o tomando té con liberales como Mario Vargas Llosa.

Mientras, al mismo tiempo, les dan tribuna en el seno del Parlamento –que el MRTA quiso volar– a simpatizantes emerretistas, quienes son el más radical ejemplo de izquierda carnívora o cavernaria, para que realicen apología del terrorismo.

Si bien en todo partido pueden existir alas diversas o incluso extremos diferentes, en este caso la confusión se da en la misma persona, como lo denotan las contradictorias posiciones que adopta el líder de ese partido. Por ejemplo, ayer, al resaltar que había tenido una reunión con Vargas Llosa –quien había llamado al nacionalismo “la peste del siglo XX”–, Ollanta Humala echó al agua su jornada de moderación indicando que no consideraba que el MRTA ni Sendero Luminoso constituían un riesgo para la seguridad de los peruanos.

Lamentablemente para Humala, fue como si el destino quisiera demostrarle lo desacertado y equivocado que fue su comentario, ya que el mismo día se dio a conocer otro enfrentamiento armado en el Huallaga entre miembros del Ejército y una columna senderista.

En realidad, esta ambigüedad para no condenar con firmeza al terrorismo no es nueva en la izquierda peruana. Durante la década del terror fue evidente cómo muchos políticos no deslindaron claramente con el terrorismo, sentándose en el balcón sin tomar posición, suponemos que manteniendo abierta su posibilidad de poder ser contado en caso la violencia hubiera dado resultados y hubieran logrado tomar el poder.

Ahora se percibe una situación similar de indeterminación en el nacionalismo, el cual quiere ganar apoyo a como dé lugar y, por lo tanto, está dispuesto a convocar –con mensajes diametralmente opuestos– tanto al ciudadano ponderado como al extremista. Eso planteará una interrogante para los votantes que no son partidarios, quienes constituyen la inmensa mayoría del electorado, ya que no sabrán cuál de las dos posiciones es la verdadera: si la búsqueda desesperada por la moderación o la cercanía intuitiva con el radical

peru 21

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