20.7.09

Don Hugo, un recibito

Por Mirko Lauer

Alberto Sánchez Aizcorbe, alcalde de La Victoria, ha ampliado su radio de acción para reclamar al gobierno venezolano que libere el pago de más o menos US$500 millones adeudados a exportadores textiles de su distrito. Son casi 400 empresas del centro comercial Gamarra que precisan ese oxígeno para seguir operando.

Caracas viene arrastrando los pies en esa remesa desde hace medio año, lo cual lleva a los acreedores a sospechar la presencia de mala fe política, aunque no hay pruebas en este sentido. La titular de Produce, Mercedes Aráoz, ha informado que el gobierno central también viene haciendo gestiones para el pronto pago de la suma.

Pero un factor que viene afectando las gestiones del gobierno es que los comerciantes de Gamarra, famosos por sus vínculos con los usos de la informalidad, se resisten a presentar los documentos que acrediten la naturaleza, los plazos y el monto exacto de la deuda. Datos que por cierto ya deben obrar en poder de las autoridades venezolanas.

El tiempo que se viene tomando Caracas podría tener un sentido adicional a la simple morosidad. Un breve estudio de Alejandro Grisanti para Barclays Capital muestra que la deuda venezolana está creciendo a gran velocidad, entre otras cosas porque los problemas del momento vienen siendo cubiertos por nuevos préstamos.

Que el tema no es político lo sugiere que en mayo pasado un sector de empresarios ecuatorianos empezó gestiones en Caracas para una cobranza similar, en este caso por US$130 millones. En ese caso el problema viene siendo atribuido a la ineficiencia de las autoridades encargadas de liberar divisas para pagos al exterior.

En el contexto de la caída de los precios del petróleo, la deuda externa de Venezuela ha crecido 18.6% en los pasados seis meses. Como la deuda interna ha crecido todavía más, la combinación de ambas para el periodo llega a ser 25.2% del PBI. Palabras mayores para un país que supuestamente se baña en la bonanza.

En ese mar de deuda US$500 millones son una gota de petróleo. Pero igual no descartemos que la demora en pagar a los exportadores de Gamarra y otros tenga que ver con una decisión de aferrarse a todos los dólares que se pueda, y de mejorar la balanza de pagos frenando las importaciones. Demorar pagos es una manera algo tosca de hacerlo.

Todas estas son malas noticias para los exportadores no tradicionales en general, ya que Venezuela es el segundo destino de sus productos (US$354 millones en el 2008). El cable Dow Jones informa que la embajada de Caracas en Lima no responde llamadas que le preguntan sobre el tema. Quizás habría que contactarse con los acreedores ecuatorianos.

LA REPUBLICA

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