22.7.09

Encuestas,medios y rock & roll

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

La obsesión presidencial por la popularidad

El presidente Alan García anda molesto porque su aprobación subió en el último mes y los medios de comunicación no armaron una fiesta para celebrarlo. ¿Se justifica su fastidio?

“Salió una encuesta según la cual el presidente subía siete puntos en un mes y, de eso, silencio, una línea; en cambio, del otro lado de la encuesta que dice que al primer ministro lo saluda el 20% de la población, titular completo y página llena; eso no es objetividad en ningún diario ni en ningún medio de comunicación”, dijo ayer el jefe del Estado luego de inaugurar un centro médico en el distrito limeño de San Miguel.

Asimismo, el presidente García hizo notar su disgusto por las críticas que se han hecho a la designación de Javier Velásquez Quesquén como presidente del Consejo de Ministros, aunque en esto mejor sería si respondiera con la misma ironía del propio premier: “Yo siempre he comenzado de abajo”.

¿Se justifica la molestia presidencial? El crecimiento de seis –no siete– puntos entre junio y julio, con lo que su aprobación nacional llegó a 27%, según Ipsos-Apoyo, es significativo y le permite acercarse al 30% que parece que será su meseta de popularidad cuando las cosas le vayan bien y la gente se olvide un poco de errores tremendos como los de Bagua.

Pero tampoco es que 27% sea para festejar con champagne. En el Norte anda en 36% y en Lima en 30%, pero decae a 19% en el Centro y en el Oriente, y a solo 15% en el Sur.

Ahora bien, cuando el presidente habla de ‘objetividad’, en realidad estamos en el terreno de la ‘subjetividad’ vinculada a la jerarquía de las noticias. Infringir la objetividad es inevitable pues cada persona tiene su propia percepción de las cosas.

Es evidente que la visión de un político sobre los hechos, especialmente si es el presidente en ejercicio, va a ser muy diferente de la que tiene el resto, empezando por el periodismo. Así ocurre cuando la relación entre prensa y poder es sana. Lo otro, es decir, cuando los medios coinciden con el titular que el poderoso quiere que aparezca, es relaciones públicas.

Y, para eso, el presidente tiene todo un equipo de comunicadores a su disposición, el Canal 7, una campaña publicitaria que es proselitismo puro y duro (“Con Alan…”) y, la verdad sea dicha, varios medios de comunicación privados con vocación de felpudo de Palacio que dice ‘Bienvenidos’.

El jefe del Estado tiene derecho al pataleo ante la prensa, y esta debe tener la entereza de no hacerle caso si le da la gana. Lo mejor es que los medios no se guíen por lo que les pide el presidente. Y este debería empezar a gobernar sin esa obsesión por los titulares y las encuestas. Le irá mejor si se obsesiona por la historia en lugar de la quincena.

LA REPUBLICA

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