18.7.09

Tribunal a la deriva

Desde hace un tiempo, el Tribunal Constitucional no deja de ser cuestionado ni de estar enfrentado con otros poderes del Estado. Hubo un extenso debate en el anterior Congreso sobre las atribuciones legislativas que se estaría arrogando el tribunal en algunos de sus fallos. Incluso el Tribunal presentó un proyecto para modificar su ley orgánica y aumentar sus atribuciones, el cual no prosperó, aunque fue luego de una agria discusión con parlamentarios.

Posteriormente, tuvo marcadas diferencias con el Jurado de Elecciones y ahora las tiene con el Poder Judicial. Estas discrepancias no tendrían nada de malo e, incluso, deberían ser saludables si es que nacieran de resoluciones fundamentales que hayan sido bien estructuradas y meditadas. Lamentablemente, ese no parece ser el caso, y el tribunal ha venido pecando de ligereza o de falta de rigurosidad en muchos de sus fallos.

Por otro lado, en el último par de años hemos presenciado una serie de desacuerdos públicos bastante subidos de tono entre sus miembros. Incluso en una ocasión, digna de un callejón, dos de ellos estuvieron a punto de irse a las manos. A esos incidentes hay que sumarle una tendencia entre algunos de sus miembros a adelantar opinión a los medios, lo que resta credibilidad y solvencia a las decisiones que, finalmente, adopta el tribunal.

Adicionalmente, ya no parece existir uniformidad de criterio en sus resoluciones, ni todos sus miembros están plenamente informados de los fallos que han aprobado. Daría la impresión de que, en lugar de una amplia discusión de la sala en Pleno para decidir los casos, estos serían patrocinados o adoptados por alguno de ellos. De esa manera se estaría efectuando un proceso de intercambio bilateral de apoyo por expediente en lugar de un abierto debate jurídico. Así logran el número necesario de firmas para aprobarlos, pero quienes los respaldan no tienen siquiera pleno conocimiento de las causas.

FRITZ
PERU 21

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