22.2.10

Clima: Más allá de Copenhague y de apagar la luz

Todos somos afectados, de una u otra manera, por estos cambios, que no tienen visos de solución mientras no adoptemos políticas y hábitos de vida y consumo radicalmente diferentes


No podemos cruzarnos de brazos ante el fracaso de la cumbre mundial del clima en Copenhague. Esa es la principal conclusión de la mesa redonda, organizada por El Comercio, en la que diversas personalidades trazaron una interesante carta de navegación sobre lo que nos queda por hacer, como país y como ciudadanos, para paliar los efectos del cambio climático.

Lo primero es tomar conciencia a todo nivel, desde las más altas instancias del Gobierno hasta el ciudadano común, de la gravedad del problema: el cuasi diluvio en el Cusco y el sur, la irrupción de un fenómeno de El Niño débil pero peculiar, las temperaturas cambiantes que nos sorprenden y hasta las lluvias inusuales que no se habían visto por siglos en Lima serían finalmente consecuencia de la patología climática mundial, de la que todos somos responsables.

En la mesa redonda participaron desde el ministro del Ambiente, Antonio Brack, hasta especialistas en el tema del BID y la Confiep, y el presidente de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA), Jorge Caillaux, entre otros. Todos ellos remarcaron que si los líderes mundiales en Copenhague (Dinamarca) no llegaron a ningún acuerdo, el Perú puede y debe liderar una campaña nacional que, aparte de asegurar nuestra supervivencia, pueda abrir nichos que nos dejen réditos económicos y sociales.

En esta perspectiva, no pueden postergarse más las políticas para el ingreso y promoción de combustibles limpios como el gas, lo que debe llevar a un cambio en la matriz energética y automotriz. Detrás de ello está la constatación de que los combustibles fósiles, derivados del petróleo, además de contaminantes, son lesivos para el equilibrio del ecosistema y contribuyen al calentamiento global.

Al respecto, se espera con gran expectativa que el Ministerio del Ambiente presente en febrero el plan nacional de adaptación al cambio climático, que detallará las zonas más vulnerables del país, la inversión y las acciones de mitigación y adaptación frente al fenómeno global. Un aspecto importante será el proyecto para instalar 23 rellenos sanitarios, lo que requerirá la participación activa y responsable de los alcaldes provinciales y distritales.

Evidentemente, un plan de esta envergadura requiere ingentes recursos humanos, financieros e institucionales, que exigen la participación del sector privado. Y no solo para comprometerse con una economía basada en la energía renovable, sino también para aprovechar el interesante mercado de bonos de carbono con proyectos bien sustentados que atraigan inversiones.

Todos somos afectados, de una u otra manera, por estos cambios, que no tienen visos de solución mientras no adoptemos políticas y hábitos de vida y consumo radicalmente diferentes. Es nuestra obligación preservar el ambiente y pensar en el mundo que les espera a nuestros hijos en el futuro inmediato.

Por lo mismo, deben organizarse campañas comunicacionales masivas, en las que participe el Ministerio de Educación, para que los peruanos nos involucremos activamente con un plan que implica no solo cerrar el caño, apagar la luz o desechar correctamente los residuos, sino también hacer entender este problema a la familia, al vecino, al amigo, en una larga cadena de despertar conciencias antes de que sea demasiado tarde.

ELCOMERCIO

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