22.2.10

El tren eléctrico

Para los habitantes de Lima, desde hace tres décadas que el paisaje de las columnas de un tren eléctrico que nunca estuvo a su servicio como se les prometió más de una vez con bombos y platillos, es frustrante y desolador. Tanto dinero muerto cuando las necesidades del transporte urbano de Lima son, igualmente desde hace décadas, inmensas e insatisfechas.

Por ello tenemos derecho a ser escépticos cuando el presidente Alan García anuncia que en breve se iniciarán los trabajos de nuestro famoso tren. Ya no sobre el inicio de las obras, sino sobre su continuidad, de tal manera que en un plazo relativamente corto, Lima pueda contar con sus servicios para así aliviar en parte la crítica situación del transporte metropolitano.

Con el tren eléctrico en marcha y con el Metropolitano que lleva adelante la Municipalidad de Lima, podremos articular al cabo de un año, una alternativa viable que permita que los residentes en nuestra ciudad capital puedan trasladarse entre los cuatro puntos cardinales de Lima sin sufrir el vía crucis diario al que se ven sometidos en la actualidad.

La inversión realizada en el tren ha sido cuantiosa, por lo que terminar esa obra a la brevedad es un imperativo de sentido común. De otro lado, mientras las congestiones de tránsito agobian a la ciudad especialmente en las llamadas horas punta, tenemos una gran cantidad de dinero invertida en una obra que inexplicablemente aún no concluye. Por eso, es importante que la decisión tomada por el Ejecutivo no conozca trabas y que el tren eléctrico esté operando a la brevedad.

De otro lado, es clave que se atiendan en primer lugar las rutas con mayor afluencia de público y, dentro de ellas, las que faciliten la interconexión con otras que lleven o acerquen a los limeños a sus lugares más frecuentes de destino. Y además sin incurrir en experimentos o pilotos que, para el caso, son francamente extemporáneos. Lima requiere más vehículos de transporte masivo con urgencia y en ese sentido el gobierno hace bien en retomar esa vieja alternativa.

Ahora bien, dado que el tren eléctrico y el Metropolitano están próximos a entrar en funcionamiento, urge exhortar a la población a cuidar las unidades como una muestra de civismo y de respeto, además de que con cualquier deterioro el más afectado resulta siendo el usuario. Aquí la colectividad entera tendrá una oportunidad de practicar un valor social. Familias, comunidades, gremios, asociaciones de transportistas y usuarios están obligados a promover, a propósito de esto, una conducta de real solidaridad.

Que las obras del tren eléctrico cumplan sus plazos previstos y anunciados. Que la población esté expectante y vigilante. Y que el gobierno y el municipio tengan, con este motivo, un estímulo y un alerta para seguir encarando como corresponde el crítico e irresuelto problema del transporte urbano de Lima.


EXPRESO

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