22.2.10

Telesur

He huido toda mi vida de las unanimidades.
Por eso es que huyo del menú planetario de las noticias, ese menú que hoy pretenden que traguemos los que nos consideran invitados de segunda en el banquete ultraliberal.
Ese fast food de la información se ha instalado en todas partes.
En España, por ejemplo, donde acabo de estar durante un mes, el recetario ha llegado a ser extremo en la televisión, tomada por asalto por las hordas de Berlusconi y sus adláteres.
Ver TV española es, por lo general, asistir a un espectáculo donde el cretinismo compite con la estupidez, la frivolidad con la ignorancia, el envilecimiento con la ruindad vestida de bata y en pantuflas.
Quienes salen ganando son los que necesitan manadas y no ciudadanos para lograr la hazaña –todavía en proceso- de destruir el modelo europeo y hacer del viejo mundo una franquicia del modelo Reagan: capitalismo a lo bestia, darwinismo social, abolición de derechos laborales, competitividad siguiendo el canon de Shangai.
No es que la TV esté dedicada a entretener -eso sería legítimo y hasta podría ser divertido-: su propuesta es mucho más audaz. De lo que se trata es de hundirnos a todos en el mismo caldo de vulgaridad venérea y chismografía de cinco céntimos.
El propósito es que la grey llegue a rebuznar, balar, croar, mugir o relinchar. Es el proyecto de reemplazar a Dios por Esopo y convertir el mundo en una fábula bufa. También se trata, por supuesto, de que nadie recuerde las lecciones de “Rebelión en la granja”.
Ni Roma en su esplendor imperial intentó algo parecido. Este proyecto mundial de Construcción de la Docilidad no tiene precedentes.
Y es que Roma no sólo era un cometido de dominación. Era también un sueño civilizatorio, una propuesta republicana y una construcción del espíritu.
Hoy no. Hoy no hay un Virgilio que cante la antiepopeya de Irak ni un Cicerón que defienda a los inocentes ni un Apio Claudio inclinado a las esencias del Derecho.
Hoy hay sólo una mafia avariciosa que ha creado la plutocracia global más encarnizada que alguien pudo imaginar.
Esa mafia se ha apoderado de la mayor parte de los medios y ha secuestrado el discurso de la información imponiendo sus mentiras y haciendo de la televisión esa cosa estupefaciente que aspira a reemplazar a la realidad.
Esa mafia, en suma, ha construido la utopía inversa de abolir al mundo y sustituirlo por sus ideas, sus prejuicios, sus intereses, sus gustos putañeros y aun sus miasmas personales.
De modo que cuando uno ve la Fox o alguna tele privada española lo que ve no es lo que pasa o ha pasado en el mundo. Lo que ve son los diablos azules de Murdoch, los cuentos de Andersen contados por gansters, los mitos celtas cantados por Madonna con las tetas al aire.
De la TV peruana no voy a decir mucho. Apenas diré que he regresado y la he visto más de una mañana y me ha dado vergüenza vivir en un país donde esa mierda que se grita y esas mierdas que se callan son “la oferta informativa” al uso.
En medio de ese panorama existe, sin embargo, una posibilidad de seguir siendo humano y más o menos lúcido. Me refiero a Telesur.
Sí, Telesur, ñaños de la Caverna, hijitos de Eisha, sirvientes de Piñera.
Puede uno discrepar de muchas cosas de Telesur pero al menos está claro que esa cadena no es parte del plan lobotomizador de las corporaciones.
Gracias a Telesur uno recuerda que hay palestinos sufriendo, una ONU descalificada, un Uribe voraz que va por la segunda reelección. Sólo por eso vale la pena verla. Está, arrinconada pero tenaz, en el 814 de Cable Mágico.
Publicado por César Hildebrandt. Blogger. en 21:59 1 comentarios
viernes 22 de enero de 2010
El gesto de Del Castillo

Es imposible no reconocer el gesto de Jorge del Castillo al presentar a la Fiscal de la Nación un pedido para que se le investigue en relación con el fallido proceso de los petroaudios.
Sólo desde la mezquindad cainita de un Alva Castro, amigote inexplicable de un dueño de periódico muy próximo, puede negársele a Del Castillo el valor que ha tenido para demandar que se le averigüe y se le espulgue en torno al asqueroso asunto del señor Químper y del señor León y del señor Canaán y de la novia del ya pringado señor Guitiérrez.
El juez Barreto se ha negado a considerar correos y audios de este proceso malnacido porque fueron dizque “ilegalmente obtenidos”.
El juez Barreto va a terminar mal. Porque hay jurisprudencia respecto de este tema, jurisprudencia que Jorge del Castillo cita en su escrito dirigido a la Fiscal de la Nación:
“La posibilidad de indagar sobre las comunicaciones (audios y correos electrónicos) obtenidas ilegalmente...se basa en la Teoría de Ponderación de Intereses, aceptada por el Plenario Jurisdiccional de Vocales Superiores del 11 de diciembre del 2004, que en su quinto punto establece: “un interés mayor prevalece sobre un interés menor. Y si bien toda violación de derechos fundamentales de por sí ya es grave y acarrea la ilicitud de la prueba, el asunto cambia si lo sometemos a la ponderación del interés de mayor intensidad, como el que hay que sopesar cuando de por medio están los bienes jurídicos concurrentes en la criminalidad organizada o en delitos de estructura compleja...”
Pocas veces se ha visto que alguien construya un argumento tan sólido para exigir una investigación sobre su conducta. Sobre todo si se tiene en cuenta que el parlamentario aprista está pidiendo ser incluido en el escrutinio fiscal de los llamados “petroaudios”, un asunto en el que no ha estado comprendido y del que ha salido políticamente librado en la comisión congresal presidida por Daniel Abugattás.
Y hay que recordar que Del Castillo sabe de qué habla cuando se refiere a intereses mayores y menores.
Hace años, en 1999, cuando Alan García mandaba a Mantilla a negociar en la salita del SIN y la mitad del Apra –incluidos Garrido Lecca y Cabanillas- hablaban pestes de su líder, Jorge del Castillo me entregó, en las modestísimas oficinas de “Liberación” y a cambio de un conmovido “gracias”, las primeras pruebas bancarias de la ilícita y descomunal fortuna de Vladimiro Montesinos, el subjefe de la banda del Chino y sus pistoleros.
Las pruebas habían sido obtenidas “ilegalmente” gracias a la cuñada de Del Castillo, trabajadora del banco preferido del mafioso, es decir el Wiese.
Esa formal “ilegalidad” fue esgrimida por el patético fiscal de la nación (así con minúsculas) de aquel entonces, el dos veces malogrado doctor Miguel Aljovín, el tío de ya saben quién.
Ese fue el comienzo de la gran batalla que terminó ganando la decencia. Y de esa época viene el odio que a Jorge del Castillo le profesan los fujimoristas, en general, y algunos aprofujimoristas, en particular.
Mi respeto por Jorge del Castillo se renovó en ese momento.
Es un respeto que, desde luego, terminará públicamente -y de modo definitivo- si la fiscal Gladys Echaíz, que ha acogido el planteamiento de empezar una investigación en regla, demuestra que las visitas que Del Castillo hizo a Canaán en el Country Club de Lima fueron algo más que impertinentes, desafortunadas, o lamentables. O que sus contactos con Rómulo León fueron algo más que repelentes concesiones a eso que algunos llaman, con harta huachafería y suma temeridad, “la incondicionalidad de la amistad”
Mientras tanto, sólo queda decir que Del Castillo ha dado un ejemplo. Un ejemplo que muy pocos podrían seguir. Ni Kouri ni Alva Castro, por ejemplo. Ni García, desde luego.


C.H

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