24.2.10

Respeten la vida humana ¡Miserables!

Nancy Jiménez Guzmán

A veces la vida humana parece no tener ningún valor. Pues no entiendo como hace poco, unos sujetos de "m" acabaron con la vida de una joven profesional, ¿no bastaba ya con robarle?, como para que también le arrebataran la vida arrojándola de un trimóvil en circulación.

Lauren Alina Ramírez, de 26 años, pasó a incrementar la amplia estadística de las víctimas de la inseguridad ciudadana, que da cuenta que la delincuencia está ganando terreno frente a la vista gorda de quienes supuestamente son los encargados de evitar actos delincuenciales e indignantes como éste. Por lo menos hace unos años, estos miserables sólo robaban, pero ahora son ladrones y asesinos también, que no tienen ni el mínimo respeto por la vida.

Cómo es posible que una joven emprendedora pierda la vida a manos de unos inescrupulosos, que ni si quiera han de tener remordimiento por su crimen; cómo es posible que muera gente como Lauren, mientras éstos malditos siguen sueltos y haciendo de las suyas; cómo es posible que muera la gente que aporta al progreso y no hayan culpables. En qué sociedad vivimos, por Dios.

Cuál es la seguridad que nos brindan nuestras autoridades para salir de casa a trabajar, estudiar o a donde fuere, sin que en el trayecto se nos cruce un delincuente o grupo de delincuentes que nos ataque y nos quite lo único que no se recupera, la vida. Lo que parece cuestión de suerte, mucho dependerá del reforzamiento de nuestro sistema de seguridad ciudadana, porque nos sentimos desprotegidos Sr. Jefe de la I DIRTEPOL.

Estamos cansados de tanta delincuencia y de todo tipo de lacra social, que más de uno quisiera hacer justicia con sus propias manos. Qué le decimos a esa digna familia piurana que cayó en desgracia tras la pérdida irreparable de su hija, cuando habían puesto sus esperanzas en ella.

Cada vez que suceden homicidios, sólo decimos, "pobrecito, lo mataron cuando estaba lleno de vida". A veces creemos que estamos lejos de desgracias como ésta, a tal punto que llegamos a ser indiferentes al dolor ajeno, pero cuando nos llega la hora y alguien de los nuestros es la víctima, recién comprendemos y exigimos la justicia que quizá en la tierra, nunca sea atendida.

Entonces qué hacemos para cuidarnos de estos miserables delincuentes, nos quedamos encerrados en casa, absurdo. Tenemos que salir, aún sabiendo que es posible que no regresemos a nuestro hogar; sin embargo tampoco es posible que nuestras autoridades esperen a que gente inocente siga muriendo, para recién analizar el problema.


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