22.2.10

Un tema prohibido

En buena parte del mundo los partidos políticos están basados en ideas matrices. En el Perú los partidos políticos tienen apellido, DNI, cuentas bancarias, apetitos de entrecasa.
En buena parte del mundo los partidos políticos son personas jurídicas. En el Perú los partidos políticos son personas naturales.
Alejandro Toledo acaba de proponer “un gran frente de centro en un marco de libertad y respeto a las instituciones democráticas”.
Eso supone que hay un centro político que salvaguarda la libertad cimentando las instituciones democráticas.
Pero cuando Toledo se ve obligado a aterrizar en nombres concretos tiene que mencionar, al lado de Lourdes Flores, a Luis Castañeda Lossio y al ciudadano estadounidense PPK.
Lo de Lourdes Flores está bien. Ella es, sin ninguna duda, de centro.
Pero ni Castañeda ni PPK son de centro.
Ambos representan a la derecha analfa que no quiere hacer historia (porque jamás la leyó) sino dinero (porque siempre contarlo y exportarlo fue el mayor de sus placeres).
Ambos encarnan una variante de la enfermedad más perniciosa de la política peruana: la carencia de ideas, la estupidez audaz, la falta de delicadeza en las bóvedas de los fondos públicos y el mini-caudillismo en su vertiente tragicómica.
Uno (Castañeda) está en la cima de las encuestas, a pesar del asalto a los presupuestos y de la mugre municipal que lo tizna. El otro (PPK) está en 1 por ciento de intención de voto, a pesar de lo ya invertido en apariciones y sobonerías contratadas.
Pero tanto el uno como el otro encarnan el fracaso de los partidos políticos peruanos.
¿Por qué es imposible que en el Perú suceda lo que cuajó en Colombia, lo que pasó en Chile, lo que sigue sucediendo en Brasil o en México?
Un común denominador de esos países es la existencia protagónica de una burguesía nacional consciente de los límites de la internacionalización y decidida a mantener metas soberanas vinculadas a su desarrollo.
Quizá otra característica sea que en esos países el nivel de la Educación pública jamás llegó, a pesar de las crisis que la golpearon, a las cotas de miseria que se dieron en el Perú.
Tal vez una tercera razón pudiera ser que en esos países lo que suele llamarse “la inteligencia” nunca huyó del todo de la partidocracia. El hecho de que en el Perú el arte y la producción intelectual se mudaran tan lejos de los partidos resultó también un factor decisivo para el deterioro de nuestra política.
Lo que Toledo propone no es viable como aventura honesta. Será posible –tan posible como su partido- tan sólo si uno se lo imagina como una enésima y marginal jugada de la derecha.
La derecha, es decir la apuesta por el inmovilismo, tiene planes más específicos.

Duda de Castañeda, no está segura de Toledo, ha desahuciado el temprano cadáver de PPK, sabe que a Lourdes la persigue una maldición.
Pero el problema de la derecha no es el candidato. El problema es la agenda.
Y de lo que se trata es de buscar seudónimos, diablillos, pobres diablos, cualquier cosa con tal de que todos nos distraigamos con los temas posmodernos: el matrimonio gay, los homosexuales en las Fuerzas Armadas, el Concordato con el Vaticano, la laicidad del Estado, la legalización de la cocaína y –por qué no- las nuevas leyes tributarias para el fútbol asociado.
Todo con tal de que no se hable de aquello que aterra en Eisha y en los corrompidos pasillos del palacio de Gobierno: el modelo económico.
La frase que está permitida es esta: “tenemos que hacer más incluyente al modelo”.
Pero allí se quedan los que quieren que todo siga igual porque les ha ido de lo mejor.
¿Qué será eso de “inclusión”?
No les pidas detalles.
No les preguntes en cuánto subirán el salario mínimo vital o el impuesto a los ingresos excepcionales de la gran minería (inmovilizados desde los tiempos de Fujimori).
Ni les preguntes por qué hay tratados de libre comercio que no pasan por el Congreso ni si es que han hecho un cálculo de cuántos puestos de trabajo nos va a costar el disparatado TLC con China.
No, no les preguntes nada. No tienen ninguna respuesta que darte. En el mejor de los casos, gritarán:
-Bayly, sigue dándonos una mano.
O invocarán:
-Alan, dale una mano a Bayly.
El gran problema de la derecha es la agenda.
Lo de la candidatura ya lo tienen resuelto. Su candidata es Keiko, que no debe decir nada por ahora, pero que hará el galope largo del último tramo.
El triunfo de Keiko no sólo hará feliz a la derecha. La reivindicará en cursiva, la limpiará entre comillas, le quitará vergüenzas en negrita y le cerrará viejas fístulas. Recordar la salita del SIN no le dará pesadillas. El viaje circular se habrá completado. Como siempre.
LA PRIMERA fase de esta cirugía reconstructiva es la elección de Alex Kouri como alcalde de Lima.
Pero el asunto de fondo, el tema prohibido, es el manejo de la agenda. Si Clinton viviese entre nosotros ya habría gritado:
¡La agenda, estúpido, la agenda!

C.H

No hay comentarios: