22.2.10

No a Insulza

Por cuatro motivos el Perú debe votar en contra de la reelección del político chileno José Miguel Insulza, quien pretende ser reelegido como secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA). Primero, porque su gestión al frente del organismo ha sido, como su apellido, insulsa. Segundo, porque la OEA necesita con urgencia un cambio radical que la ponga a la altura de los acontecimientos y las necesidades del momento en la región. Tercero, porque su reelección es estratégica para la consolidación de la política exterior chilena planteada siempre en contra del Perú. Y cuarta, porque Insulza representa asimismo el voto antidemocrático y anti estado de derecho que enarbolan Hugo Chávez y sus satélites, incluidos los países caribeños, que numéricamente suman votos en ese ente regional a la par que naciones como Perú, Brasil, México o Estados Unidos de Norteamérica.


La OEA ha perdido mucha influencia política en los últimos tiempos y ello se debe, en gran medida, a la mala actuación de Insulza, consecuente con su visión socialista del statu quo regional. Su falta de firmeza ante los arrestos antidemocráticos de los países afines a su posición ideológica, así como su pasividad para promover las necesarias reformas que la OEA requiere, le han restado credibilidad al organismo cuando las miradas de las naciones se dirigían a él buscando un liderazgo.

Si la OEA no cambia, está destinada a seguir languideciendo. Pero el cambio exige de una personalidad vigorosa, no comprometida políticamente, y sin intereses particulares de país, como los tiene Insulza. Esa personalidad debe convocar y no disgregar, para lo cual precisa tener ascendiente en todos los sectores y países. Sólo con ese ascendiente será posible reconstruir la confianza perdida en la OEA y llamar a sus integrantes a un esfuerzo plural entusiasta para revitalizarla.

Chile ha concebido siempre su política exterior bajo una mirada estratégica que le permita avizorar mayor presencia e influencia regional desde todo punto de vista, incluyendo por supuesto el militar. De allí que desde hace décadas desarrolle una evidente carrera armamentista, justamente para sostener esa visión hegemónica y expansionista, génesis de su idiosincrasia como nación. Colocar a sus diplomáticos y políticos en puestos claves internacionales es parte de esa política.

Las tensiones con Chile han cedido, y en buena hora. El futuro presidente, Salvador Piñera, viene dando gestos que hay que responder de la misma manera y con igual talante. Lo cortés nunca quita lo valiente. Pero las relaciones entre Estados implican un balance permanente de los intereses que están en juego: cómo se mueven y cómo se defienden. En consecuencia al Perú, como nación integrante de la OEA, como país democrático en trance de crecimiento, y como vecino de una nación con la que aún falta cicatrizar muchas heridas, no le conviene la reelección de Insulza. Por ello Torre Tagle debe aconsejar el voto en contra de nuestro delegado diplomático. Dicho sea de paso, el presidente Alan García, máximo conductor político del Perú, podría además recoger uno de los fundamentos antireeleccionistas respecto a Insulza –el desembozado armamentismo de Chile– y hacerlo tangible en la próxima asamblea de la OEA que se llevará a cabo en Lima.


EXPRESO

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