27.2.10

El Perú primero

Contundente ha sido la respuesta del premier Javier Velásquez Quesquén al despropósito planteado por el vocero de la ultraizquierda, Ollanta Humala, para que se publique la memoria presentada por el Perú ante la Corte Internacional de La Haya. Confundido por su notoria baja en las preferencias populares, y sobre todo huérfano de conocimiento de lo que es el manejo del Estado, Humala echó mano a un recurso demagógico para dividir al país en un tema en el que todos debemos estar unidos.

El Premier le enrostró a Humala su oportunismo e ignorancia, al señalar que lo que pretende el ex militar –demandar la publicación de la referida Memoria– es mostrar supuestamente las debilidades de los argumentos jurídicos del Perú. Es decir, no le importa el prestigio del país ni menos su unidad en torno a su demanda de soberanía marítima, sino que lo que lo motiva es el cálculo político para tentar pescar a río revuelto y seguir socavando al sistema democrático desde dentro, como suele hacer la corriente radical y ultra que trabaja por la sedición, el desmoronamiento del Estado de Derecho y la anarquía.

¿Qué sentido tiene publicar la memoria peruana, documento técnico-jurídico necesariamente de carácter reservado por su naturaleza e implicancias para la diplomacia y seguridad nacionales? ¿Ignora acaso Humala, militar en retiro y político en ejercicio, algo tan elemental como esto?

Pero el Premier no sólo le enmendó la plana en este tema al ex candidato presidencial, sino que asimismo opinó respecto al permiso concedido al ex presidente Alberto Fujimori para que asista a la boda de su hija Sachi. Con la misma contundencia que en el caso del tema internacional, el primer ministro anotó que se está confundiendo a nuestro país con lo que denominó república bananera, en clarísima alusión a Venezuela, país donde se persigue implacablemente a los opositores políticos. Una cosa es que se respete la sanción impuesta al ex presidente Fujimori –precisó el jefe del Gabinete– y otra es la venganza. En la Venezuela del socialismo del siglo XXI podemos ver a diario cómo la vendetta y el odio político se refleja en las medidas tomadas por el antidemocrático jefe de Estado Hugo Chávez, adoptadas por sí y ante sí, como sólo se puede hacer en lo que se conoce como república bananera; es decir, naciones sin ley ni derechos.

No sólo el Premier sino todo el país han puesto en su sitio al afiebrado Ollanta Humala. La demanda ante La Haya es patrimonio de todos los peruanos, y así debemos asumirla. Es punto de confluencia, concordia, suma de voluntades, acuerdo nacional, etc. Quienes traten de usar esa bandera en provecho propio deben ser denunciados, desenmascarados y culpados. Quienes, como este señor Humala, juegan imprudentemente a favor de Chile, merecen la condena ciudadana. Felizmente ni estamos en una república bananera –como ahora lo es la Venezuela chavista que idealiza Ollanta Humala– ni nos hacemos eco de actitudes de peruanos divisionistas y desleales, cuando se trata del Perú, de su soberanía, y de su integridad territorial.


EXPRESO

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