22.2.10

¿Ver para creer? ¿O creer para no crear?

¿Ver para creer?
Por Mirko Lauer

Photoshop 20 años

Se conmemoran 20 años de Photoshop, marca registrada que ya es un sinónimo de modificación digital de imágenes, como en el uso de fotochopear en castellano. El programa ciertamente no inventó el trucado de fotografías, pero lo aceleró hasta volverlo la actividad cotidiana de pasar las verdades visuales por la moledora digital.

Desde hace más de un siglo la foto trucada es el pan de cada día de la política y el periodismo. El ejemplo clásico son los jerarcas eliminados de la foto oficial de los politburós con una brocha de aire. Hoy ese tipo de superchería se da a todo nivel, al grado de que no sabemos realmente qué es lo que estamos mirando.

Las trampas siguen siendo detectables, pero Photoshop ha permitido que la capacidad de modificar una foto haya avanzado bastante más rápido que la capacidad de detectar la manipulación. Así, la verdad de una foto en el periodismo se ha vuelto un asunto de fe: confiamos en quien publica, mucho más que en el acto fotográfico mismo.

Si vamos más adentro, antes de la era digital había el mito de que se podía entrar a una foto a encontrar una verdad oculta, como en la película “Blow up” de Michellangelo Antonioni (1966) desde un cuento de Julio Cortázar. Hoy la imagen no revela nada en sí misma: es el archivo digital el que puede contener algún secreto.

Sin embargo Mario Montalbetti plantea que el gesto decisivo de Photoshop no es tanto que uno “ya no puede confiar en la fotografía como reproducción veraz del mundo exterior” (el estructuralismo ya había hecho colapsar la distinción entre mundo interior/exterior hacía medio siglo).

Sostiene que es un arma más del conjunto de medidas dictadas por Silicon Valley (Microsoft, Adobe, etc.) para regular y predecir la creatividad individual. Photoshop es parte del abanico de “recursos creativos” (los otros son PowerPoint, InDesign, Word, etc.), dice, que no hacen sino homologar los recursos creativos imaginables y volverlos estériles e inofensivos.

Montalbetti probablemente está apuntando a un mundo donde cada vez más el instrumento fotográfico (incluso artístico) por excelencia es el teléfono celular que hace de cámara digital al paso: toda la realidad pasa a ser una foto que simplemente todavía no ha sido tomada, o capturada, como también se dice. Glosando a Walter Benjamin: la reproducción técnica misma se ha vuelto la verdadera obra de arte, en el sentido de que la ha sustituido.

Así, todas las imágenes que han pasado por Photoshop en estos 20 años pueden ser consideradas, en la visión de Montalbetti, expropiaciones de la creatividad de cada usuario. Pero para que eso haya sucedido, en algún punto ha tenido que suceder algo dramático con nuestra visión de la verdad visual.

LA REPUBLICA

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