24.6.09

Cómo lo hacen

Por Mirko Lauer

A propósito de Irán, Gideon Rachman (The Financial Times) toma prestada una lista de Andrew Miller (The Economist) sobre factores que ayudan a los derrocamientos y las revoluciones hoy:

° Una masa crítica: 5,000 personas en la calle pueden ser ignoradas o reprimidas, pero medio millón es otra cosa.
° Servicios de seguridad débiles o divididos.

° Algunos medios independientes.

° Dinero.

° Corrupción en serio, la cual según Miller es “por lo general el principal motivador de las masas”.
° Líderes de oposición con algo de experiencia de gobierno.

° Una historia de rebeliones de las cuales se puede aprender.

° Fuerte apoyo en la capital.

Luego Rachman le añade cuatro elementos más a la lista de Miller:

° Una elección fraudulenta que aporte la chispa de la rebelión.

° Una élite gobernante dividida [Esto sobre todo para países no democráticos].

° Un sentido de momentum revolucionario promovido por acontecimientos del exterior.

° Que las autoridades recurran a la violencia.

La estabilidad política de la región andina quizás se puede mirar un poco en ese espejo del Asia central, pensado originalmente para países con incipientes u oscilantes convicciones democráticas, como Ucrania, Georgia, Kirgistán y el propio Irán.

Para la región andina, hoy en su segundo decenio democrático, sería preciso añadir unos pocos elementos a la lista:

° Un fuerte movimiento de protesta dispuesto a pasar por procesos electorales y a mantener formas externas democráticas.
° Un caudillo carismático.

° Una dosis de control territorial en algunas zonas del país.

° Presencia de algunas ideas-fuerza de corte nacionalista, autoritario, etnopolítico, o de extrema derecha.

El Perú no tiene una experiencia de revolución de masas. La independencia fue cosa de fuerzas venidas de fuera. Para más precisión, del sur y del norte. El velasquismo fue un asunto estrictamente castrense. Es recién a fines de los años 90 que las masas participan en el derrocamiento de un gobierno. Se trata, pues, de un tipo de presión novedosa e impredecible.
Ahora que diversos voceros del gobierno denuncian la posibilidad de una conspiración para desestabilizarlo, mañana o más adelante, quizás conviene echar mayores reflectores sobre la seguridad del orden democrático. No solo en las calles, donde muchas de las protestas se justifican, sino también los espacios de la política formal.

LA REPUBLICA

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