19.6.09

Obama, la mosca y el embudo

Uri Ben Schmuel
uribs@larazon.com.pe


Hace un par de días, durante una entrevista en directo por TV, Barack Obama mató una mosca, se enorgulleció de sus reflejos y hasta le dijo al camarógrafo que la enfoque, bien muerta sobre la alfombra de la Oficina Oval. ¿Se imaginan si Bush hubiera hecho lo mismo? Cierto psicoanalista de moda que escribe sobre política habría mencionado la “pulsión tanática”. Cierto columnista progre que desde hace años, a diario, culpa a EEUU de todos los males del mundo (a veces nos parece que es la misma columna, repetida hasta el infinito), diría que eso demuestra la “locura belicista” del establishment yanqui. Las ONG ecologistas lo hubieran acusado de mentalidad genocida por asesinar a un pobre insecto. Pero como es Obama, revestido de su aura izquierdosa, aplauden la gracia.
El doble rasero de los caviares es impresionante. Si alguien de esa cofradía desacata los mandatos judiciales y con toda razón le aplican el “grado o fuerza”, como le pasó a Carlos Rivera, denuncian “persecución política” y dicen que el Poder Judicial está digitado por el gobierno. Ojo, es el mismo Poder Judicial que ensalzaron hasta la náusea cuando sentenció a Fujimori. Ahí sí era imparcial.

Ahora se rasgan las vestiduras porque un juzgado ha ordenado la búsqueda, ubicación y captura, a nivel nacional, del dirigente awajún Santiago Manuin Valera, quien está metido hasta el cuello en los sucesos de Bagua que terminaron con el asesinato de dos docenas de policías. Si, digamos, un aprista o un fujimorista hubiera encabezado una protesta violenta, seguro que pedían pena de muerte, azotes en una plaza, quemar su casa y echar sal sobre los escombros para que nada vuelva a crecer. Pero si es un noble selvático, premiado además en España, todo le está permitido.


¿Y si, es un decir, a Sylvester Stallone, de conocidas simpatías derechistas, se le hubiera ocurrido venir a Lima para solidarizarse con los policías asesinados en Bagua y pedirle a Alan García que ponga mano dura? Le saltaban a la yugular, sin asco. Fuera yanqui. Pero mete sus narices “Pocahontas” Kilcher y un poco más y piden que la canonicen.

La última muestra de esta ley del embudo la vemos a propósito de la decisión de la Corte Suprema de archivar el proceso por supuesta falsificación de firmas de la agrupación fujimorista Perú 2000. Cómo llora la progresía porque el PJ no hace caso a una denuncia formulada por su diario insignia (ése que, González Prada dixit, era “rabona de los chilenos”). No puede ser, qué horror. Pero resulta que los jueces usaron el mismo criterio que en su momento sirvió para exculpar a Toledo de una acusación similar. Y ahí sí que aplaudieron los caviares. Lo dicho: son maestros en el doble estándar. O sea, tremendos fariseos.

LA RAZON

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