24.6.09

Prueba nacional

En varios países vecinos la parálisis económica es evidente, el desempleo aumenta y sus perspectivas a fin de año configuran una recesión. Pero la situación económica del Perú, sin dejar de ser preocupante, no linda en el drama. Para tirios y troyanos, para gurús nacionales y extranjeros, la situación financiera peruana es una de las más sólidas y resiste hasta ahora airosamente los embates y efectos de la crisis global originada en los Estados Unidos. En esencia los problemas del Perú son de factura social, esos que no se solucionarán en uno, diez o treinta años si no nos unimos para cumplir las metas económicas, que no son las del ministro de Economía y Finanzas solamente, sino las del país en su conjunto. Pensemos seriamente en que los resultados positivos de una economía abierta pueden ser lentos pero son los más seguros para todos los peruanos. De ahí que el rumbo trazado por el país está en la dirección correcta. Lamentablemente los objetivos pueden demorar en alcanzarse o simplemente caer por tierra si dejamos el campo libre a los “incendiarios” (adjetivo con el cual Jorge Basadre solía llamar a los ultras) que se afanan cotidianamente en crear o agudizar las crisis políticas en diversas regiones del país.

No perdamos de vista que para la nación es importante que el producto bruto interno (PBI) crezca este año 3% o 3.5%. De lograrlo, el Perú será visto como uno de aquellos países que, junto a India o China, aparece con grandes posibilidades para el presente y futuro. Los inversionistas del mundo reconocerían y, sobre todo, confiarían en las bondades de una economía dinámica y fuerte como la peruana, ya que garantiza un desarrollo sostenido a mediano y largo plazo. Por ello es fundamental que no perdamos de vista ese objetivo nacional, ya que cualitativamente en la región –y de cara a la economía mundial– nos presentamos como un pueblo pujante y exitoso. Pero hay problemas: ciertos individuos –dentro y fuera de nuestra patria– no quieren que la economía peruana se consolide. Fomentan el desorden y boicotean los logros. Detrás de esos actores están grupos ideologizados, politiqueros e intereses económicos que ven cómo nuestro país se hace cada vez más competitivo y por eso quieren bajarle la llanta.

En consecuencia, es necesario hacer un llamado a todas las personas naturales y jurídicas que quieren el progreso de esta nación a fin de que se unan para cohesionar energías y voluntades, intentando –por ejemplo– que los resultados económicos del tercer y cuarto trimestres del 2009 sean mejores a los obtenidos en el primer semestre del año. Al Estado (administración central, regional y local) le compete, pues, revertir su peligrosa incapacidad de gestión en el gasto público, para hacer más eficiente el Plan de Estímulo Económico (PEE); y al sector privado (capital y trabajo), le asiste impulsar proyectos de expansión con decisión y pundonor. Reiteramos, no olvidemos que una prueba para el país es el crecimiento anual del PBI en un 3% y esto servirá no sólo para luchar contra la pobreza sino también para taparle la boca a los mentores de modelos estatistas.

EXPRESO

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