30.6.09

Nosotros

Manuel Rodríguez Cuadros

Nosotros somos el Perú. Todos. Los que nos antecedieron en la formación y desarrollo de la nación. Y los que nos sucederán en la construcción de un futuro de mayor bienestar. Los humildes que sobreviven con un dólar diario y los que viven con 1,000 dólares al día. Los que habitan en Aramango, Huanipaca, Urcos, Papayal, Villa El Salvador, Los Olivos o San Isidro. Los que veranean en Asia y los que no conocen el mar.

Los de ascendencia étnica originaria, diversa. Y los de ascendencia étnica europea, asiática o africana, también diversa. Los que tienen como lengua materna el español, el quechua. El aymara, el mayoruna o el yagua. Todos.

El Perú comprende a toda su diversidad y pluralidad. También en la libre expresión de las ideas. No hay un Perú de derecha, otro de izquierda u otro de centro. El Perú es uno. Pero es también un espacio social plagado de desigualdades e injusticias. Una patria, como decía Basadre, que se hace en su propia historia

A este Perú integral y diverso tiene que representar el Estado, porque todos los peruanos y peruanas tienen la misma dignidad y los mismos derechos. Y los gobiernos que en la democracia son el poder político que administra temporalmente el Estado, por una cuestión de ética y responsabilidad nacional, deben representar -en el interés del nosotros- más a los pobres y a las clases medias que a los sectores acomodados de la sociedad.

Que los peruanos amazónicos defiendan sus derechos, no es un asunto sólo de ellos. Es del nosotros. Que Paulina Auscar haya muerto deshidratada porque su madre no tenía con qué comprar una bolsa hidratante, no es sólo una tragedia de la familia Auscar que vive en Quispicanchis, es un problema del Perú. Del nosotros. El territorio, el mar, los recursos naturales, la diversidad biológica son del nosotros. Lo es, también, el éxito de los empresarios exportadores, el control de la inflación o la necesidad de subir el salario mínimo. Como lo es nuestro pasado, con sus grandezas e infortunios. Y el futuro, lleno de esperanzas.

En los últimos años se ha difundido una cierta idea del Perú que lo reduce a un mercado y a los intereses de quienes se benefician más de ese mercado. Se ha querido diluir la idea central del bien común, de la solidaridad a la que estamos obligados por ser hijos e hijas de una sola patria. Hay que reivindicar la idea del Perú como sociedad nacional, como el hogar histórico de todas nuestras familias.

Debemos recuperar el nosotros, afirmando las libertades, los derechos humanos y la democracia. Debemos hacer cambios en el Estado y la sociedad para que la pobreza no se herede y para que nadie muera por falta de una atención médica elemental. Y lo debemos hacer de abajo hacia arriba, desde la familia, la localidad, el distrito, la comunidad, el municipio, la provincia, la región, hacia el Estado y la sociedad en su conjunto. Y viceversa. Hay que crear una fuerza vital y social entre la sociedad y el Estado. Una sinergia de desarrollo a partir del ejercicio de derechos.

La reacción positiva e identificación de la inmensa mayoría de la población –independiente de niveles socio-económicos o de regiones- con los derechos de los pueblos amazónicos, nos dice, felizmente, que los sentimientos nacionales del bien común y el nosotros sólo estaban dormidos. Y que están despertando

LA PRIMERA

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