24.6.09

El caldo y el cultivo

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

La conspiración como excusa para gobernar bien.

El presidente Alan García debiera preocuparse de organizar un equipo capaz de enfrentar los graves problemas que tiene por delante en vez de inventar excusas para eludir esa tarea, como la conspiración de la que habla tanto sin ofrecer evidencia.
En efecto, la principal excusa del presidente es que todos los problemas del momento actual son señales de una conspiración contra su gobierno y la democracia. Es una explicación que –más allá de sus ayayeros– muy pocos creen.

Por ejemplo, cuando Ipsos-Apoyo preguntó por los responsables de las muertes en la selva, solo 11% cree que son extranjeros infiltrados, un porcentaje similar que son facciones extremistas infiltradas, y 5% ONG de la zona, mientras que García es percibido como principal responsable por el 57%.

En una de las intervenciones públicas recientes más interesantes de un vocero empresarial, Gonzalo Prialé sostuvo anteayer que “el principio de autoridad es básico en una democracia pero no se ejerce a patadas ni a balazos, sino previniendo conflictos, y para eso sería una buena idea que las autoridades hagan su trabajo, que los ministros estén fuera de Lima donde están los problemas, antes de que exploten; no funciona mecer a la gente tanto tiempo. Y en medio de tanto conflicto, necesitamos un ministro del Interior con urgencia”.

Prialé, por si acaso, no milita en Patria Roja ni es pata de Robert Huaynalaya; es vocero de un gremio empresarial importante como AFIN, que agrupa a las empresas de infraestructura de servicios públicos. Agrega que “probablemente algunos se aprovechen de que hay un caldo de cultivo, pero el problema es que hay un caldo y eso no lo cultivan los instigadores de fuera sino la dejadez de las autoridades”.

Comentarios como ese, o lo que piensa la opinión pública, son señales de que las excusas presidenciales están perdiendo credibilidad. Es obvio que no hay una conspiración contra el gobierno sino un gobierno que no está haciendo su chamba.
A falta de un enfoque para enfrentar esos problemas –que explotan en Bagua, Andahuaylas, Sicuani o La Oroya–, el gobierno crea fantasmas, mientras la gente que protesta exige que se apersone para negociar un premier como Yehude Simon que ya se está jugando los descuentos.

La explicación más curiosa de los problemas del gobierno es que “le falta comunicación”, la cual es tramposa pues lleva implícita la idea de que este es perfecto salvo por su incapacidad de contarle a la gente lo perfecto que es. Al gobierno le falta mucho más que eso. Quizá antes de lanzarse por el país a explicar, el gobierno y especialmente el presidente necesiten aprender a escuchar lo que el país les está diciendo.

LA REPUBLICA

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