24.6.09

El bombero orquesta

El éxito de Yehude Simon en lograr que se levante el paro de Andahuaylas es una demostración de que el diálogo es lo que se requiere para evitar que problemas locales claramente focalizados se vayan de las manos y terminen en lamentables incidentes.

Incluso viendo las demandas en Andahuaylas, estas no eran extremistas ni subversivas sino, más bien, reflejan a una población cansada de ser mecida por la burocracia. El paro fue convocado básicamente para lograr que el Estado cumpla con su función de asfaltar una carretera, para lo cual cuenta con presupuesto otorgado, pero cuya ejecución –con la usual ineficiencia estatal– aún no se ha iniciado. Los habitantes de esa región, que saben que su calidad de vida mejorará significativamente cuando tengan acceso a una infraestructura adecuada, están obviamente impacientes por lograr que el sector público cumpla con su obligación.

Lo lamentable de esta experiencia es que, pese a que tenemos decenas de miles de costosos funcionarios en la planilla pública, los conflictos solo parecen resolverse con la visita del primer ministro y luego de haberse efectuado actos delictivos de desorden social. En realidad, estamos en una grave situación si la única manera de resolver los problemas a nivel nacional es lograr del premier una visita personal. Tenemos un enorme Estado donde pocos cumplen su función, pero donde todos se mantienen aferrados a la planilla.

Por otro lado, lo ocurrido ayer confirma lo innecesarios que fueron los sucesos de Bagua. Es evidente que si los funcionarios responsables –sean del Indepa o de la Unidad de Resolución de Conflictos– hubieran cumplido adecuadamente con su función, la tragedia nunca se habría producido. Es lamentable que la complacencia de la burocracia limeña permitiera que los dirigentes más radicales se consolidaran y terminaran intentando una asonada. Al inicio de la protesta, en abril, una mesa de diálogo habría sido más que suficiente para levantar el paro; para fines de mayo, luego de dos meses de estar en la carretera, los nativos se habían radicalizado.

Así que, al final del día, el mejor aliado del chavismo –que siempre está detrás de cualquier intento subversivo– es el Gobierno por incumplir su función. Por ello, la solución no está en una represión indiscriminada sino en implementar una reforma del Estado.

PERU 21

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