POR UN ESTADO MÁS TRANSPARENTE
Por: Dennis Chávez de Paz Sociólogo
La corrupción es un estilo de vida, una manera de vivir, una cultura. El ser más o menos corrupto no depende de la abundancia, escasez o cargo que posee la persona. Hay varias hipótesis sobre la corrupción. Una de ellas afirma que la corrupción está relacionada con la búsqueda y control del poder, que incluye lo político y lo económico. Esto significaría que quienes dirigen las instituciones y disponen de recursos públicos pueden generar mayor corrupción y deteriorar los avances logrados en el sistema de control. Desde este punto de vista, la corrupción se promueve desde las más altas esferas del poder y, en consecuencia, se fortalece y se expande esta cultura de la corrupción. Corrupción significa la dilapidación de recursos con que cuenta el Estado para beneficio de la sociedad y deteriora los valores morales convirtiendo a la población en incrédula ante las instituciones y autoridades públicas.
La corrupción es un delito que genera una riqueza indebida producto del abuso del poder que concentra el funcionario público. Para enfrentar este flagelo, se tiene que atacar al conjunto del sistema. Un plan anticorrupción debe incluir a todo el sector público, incluyendo al sistema de justicia en su integridad. No puede estar orientado solo a una parte del sector. El plan anticorrupción tiene que atacar las bases del sistema que lo retroalimentan. Esto es, el poder que concentra el funcionario público y que en muchos casos lo ejerce con abuso. Se debe dar participación a la población organizada en la toma de decisiones. Por ejemplo, la población podría aprobar las inversiones públicas y su prioridad. Las instituciones, como colegios profesionales, iglesias y otras asociaciones reconocidas oficialmente, podrían otorgar las licencias, con el asesoramiento técnico y profesional correspondiente. Es decir, hay que democratizar el poder dispersando y generando un sistema más amplio en la toma de decisiones.
De otro lado, el plan anti- corrupción debe impedir la impunidad. Ningún sistema anticorrupción puede tener éxito si no incluye una sólida estrategia contra la impunidad. Se debe crear un sistema preventivo y que a la vez penalice drásticamente la impunidad. Hay que modificar la legislación para evitar que se utilice la prescripción como mecanismo de evasión de la acción penal en los delitos de corrupción de funcionarios públicos.
Asimismo, el plan antico-rrupción debe generar una cultura contra la corrupción, comenzando por la difusión, en la ciudadanía, de nuestro ordenamiento jurídico. Actualmente, no existe, por parte del Estado, ni en ninguna entidad, un programa que difunda nuestra Constitución Política y las normas jurídicas en las diversas materias, de tal forma que los ciudadanos conozcan sus derechos y obligaciones. Sobre estos temas, el plan anticorrupción debe comprender programas educativos a ser discutidos en las escuelas, colegios, universidades y en el conjunto de la sociedad, utilizando todos los medios de comunicación estatales y privados. Tenemos que fortalecer los valores positivos que se inculcan en el hogar, la escuela y la comunidad. La democratización del poder y la participación de la ciudadanía organizada, pueden constituir una importante estrategia en la lucha contra la corrupción y su impunidad.
el COMERCIO
Por: Dennis Chávez de Paz Sociólogo
La corrupción es un estilo de vida, una manera de vivir, una cultura. El ser más o menos corrupto no depende de la abundancia, escasez o cargo que posee la persona. Hay varias hipótesis sobre la corrupción. Una de ellas afirma que la corrupción está relacionada con la búsqueda y control del poder, que incluye lo político y lo económico. Esto significaría que quienes dirigen las instituciones y disponen de recursos públicos pueden generar mayor corrupción y deteriorar los avances logrados en el sistema de control. Desde este punto de vista, la corrupción se promueve desde las más altas esferas del poder y, en consecuencia, se fortalece y se expande esta cultura de la corrupción. Corrupción significa la dilapidación de recursos con que cuenta el Estado para beneficio de la sociedad y deteriora los valores morales convirtiendo a la población en incrédula ante las instituciones y autoridades públicas.
La corrupción es un delito que genera una riqueza indebida producto del abuso del poder que concentra el funcionario público. Para enfrentar este flagelo, se tiene que atacar al conjunto del sistema. Un plan anticorrupción debe incluir a todo el sector público, incluyendo al sistema de justicia en su integridad. No puede estar orientado solo a una parte del sector. El plan anticorrupción tiene que atacar las bases del sistema que lo retroalimentan. Esto es, el poder que concentra el funcionario público y que en muchos casos lo ejerce con abuso. Se debe dar participación a la población organizada en la toma de decisiones. Por ejemplo, la población podría aprobar las inversiones públicas y su prioridad. Las instituciones, como colegios profesionales, iglesias y otras asociaciones reconocidas oficialmente, podrían otorgar las licencias, con el asesoramiento técnico y profesional correspondiente. Es decir, hay que democratizar el poder dispersando y generando un sistema más amplio en la toma de decisiones.
De otro lado, el plan anti- corrupción debe impedir la impunidad. Ningún sistema anticorrupción puede tener éxito si no incluye una sólida estrategia contra la impunidad. Se debe crear un sistema preventivo y que a la vez penalice drásticamente la impunidad. Hay que modificar la legislación para evitar que se utilice la prescripción como mecanismo de evasión de la acción penal en los delitos de corrupción de funcionarios públicos.
Asimismo, el plan antico-rrupción debe generar una cultura contra la corrupción, comenzando por la difusión, en la ciudadanía, de nuestro ordenamiento jurídico. Actualmente, no existe, por parte del Estado, ni en ninguna entidad, un programa que difunda nuestra Constitución Política y las normas jurídicas en las diversas materias, de tal forma que los ciudadanos conozcan sus derechos y obligaciones. Sobre estos temas, el plan anticorrupción debe comprender programas educativos a ser discutidos en las escuelas, colegios, universidades y en el conjunto de la sociedad, utilizando todos los medios de comunicación estatales y privados. Tenemos que fortalecer los valores positivos que se inculcan en el hogar, la escuela y la comunidad. La democratización del poder y la participación de la ciudadanía organizada, pueden constituir una importante estrategia en la lucha contra la corrupción y su impunidad.
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