19.9.09

Arreglen esa brújula

Por Mirko Lauer

¿Cómo es lo de la relación del humalismo con la izquierda radical? Para muchos en la derecha el humalismo es precisamente la izquierda radical realmente existente, pero es evidente que los del Partido Nacionalista no se consideran así. Todo depende de cómo se defina ese radicalismo. Sobre eso parece haber dudas en el humalismo.

Alguien fuertemente preocupado por el tema es el congresista Isaac Mekler, quien ha declarado apócrifo a un documento sobre una alianza PNP-izquierda que ha empezado a circular, y le exige a Ollanta Humala precisar que no hay “ninguna vinculación ni ideológica ni doctrinaria” con el radicalismo izquierdista.

Su compañero de bancada Daniel Abugattás, quien al igual que Mekler no parece tener nada de izquierdista, le ha dicho que esas preocupaciones se ventilan internamente, y que “si quiere retirarse las puertas están abiertas”. Palabras fuertes si aceptamos que el documento es realmente apócrifo, y de pronto hasta una zancadilla de sus enemigos.

Por su parte Humala ha sido claro en un discurso en el Cusco, donde ha precisado su deseo de que para las elecciones del 2010 “entren los izquierdistas no radicales” a la gran carpa del PNP. Carlos Tapia, el izquierdista más caracterizado del partido, ha declarado con sangre ligera que ellos mismos son precisamente los radicales de la política peruana.

Todas estas declaraciones muestran que el PNP tiene un problema de identidad electoral en este momento. La matriz de transferencia de la pasada encuesta PUCP-IOP sobre intención de voto sugiere que una imagen de radicalidad puede significar pérdida de votos en dirección del centro-derecha o de la derecha fujimorista.

Pero al mismo tiempo un debilitamiento de la imagen de radicalidad puede significar perder terreno entre su público cautivo: los votos de la protesta, los votos de una izquierda dura sin candidatos viables, y los votos de quienes están genuinamente convencidos de que Humala es un candidato de izquierda.

El balance de esto es que la pérdida de terreno de Humala en las encuestas podría deberse a la incapacidad para definir un espacio de izquierda como una opción reconocible y viable a la vez. Quizás estamos asistiendo al inicio de ese indispensable debate, y al anuncio de la pérdida de algunos valiosos congresistas.

¿Y la izquierda radical? Bien gracias, apenas sea definida. Probablemente no hay agrupación que acepte ese membrete, y menos todavía las interesadas en subirse al carro del humalismo. No descartemos que Luis Castañeda o Alejandro Toledo terminen llevando más figuras de izquierda en sus listas parlamentarias del 2011 que Ollanta Humala.

LA REPUBLICA

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