19.9.09

Email de renuncia

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

César Hildebrandt y Radio La Voz de Bagua Grande

Como televidente que en la noche busca un noticiero que resuma el día, y al que la sangre que salpican los de las 10 p.m. suele ser mayor a la dosis que requiero, es una pena la noticia del final del programa de César Hildebrandt que se transmitió hasta el miércoles por RBC.

No sé cuánta gente lo veía pero, para mí, era una magnífica interpretación crítica de la jornada, presentada al estilo ya conocido de su director, en el que se difundían puntos de vista con los que se podía coincidir o discrepar, pero ofrecidos de un modo inteligente que ayudaba a contrarrestar la precariedad de recursos de RBC, un canal que se cae a pedazos.

En el email enviado a Ricardo Belmont que publicó ayer en su columna de La Primera, Hildebrandt reveló que su renuncia se debió a la pretensión del ‘hermanón’ de entrometerse en el contenido del programa, lo cual resulta inaceptable para cualquiera que desee ejercer con dignidad este oficio de estabilidad tan complicada como la de cualquier entrenador de fútbol que no sea el ‘Chemo’ del Solar.

¿Por qué se quiso entrometer el ‘hermanón’? No se debe descartar que una explicación sea la obvia: su tradicional arrogancia combinada con la escasa sensatez y el tremendo egocentrismo que domina su conducta patológica, todo lo cual se debe haber exacerbado ahora que es congresista.

Su primera intervención en el hemiciclo y los amagos del retorno de ‘habla el pueblo’ en RBC son indicios sólidos de que Belmont está de regreso con la misma ínfula y huachafería de siempre pero reforzada porque ahora se siente el ‘hermanón de la patria’. Entonces, puso cara de ‘¿para qué soy propietario si no voy a mandar a mis periodistas como monitos’?, y se dispuso a cortar el jamón en el programa.

La otra opción, que se puede sumar a la anterior, y que se menciona en el email de renuncia de Hildebrandt, es que Belmont sea instrumento de la injerencia del gobierno, especialmente si se tiene en cuenta su voracidad solapa que lo lleva a querer controlar al periodismo y que se facilita cuando algunos propietarios ceden en principios para avanzar en negocios.

La otra forma de intervención es cerrando el medio de comunicación de modo arbitrario e ilegal, como ocurrió con Radio La Voz de Bagua, la cual ha sido sometida a una nueva arbitrariedad por parte del MTC, el cual le ha denegado, hace un par de días, la solicitud de homologación presentada en febrero del 2009, en lo que constituye un atentado manifiesto contra la libertad de expresión en el país, y una mancha más del presidente Alan García –quien se las da de demócrata– en este terreno.
Ojalá que César Hildebrandt y La Voz de Bagua vuelvan pronto al aire.

LA REPUBLICA

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