19.9.09

Estrategia maldita

Por: Hugo Guerra

El genocida Abimael Guzmán ha introducido en la agenda pública el debate estéril, pero llamativo, de definir si su libro “De puño y letra”, editado desde la cárcel, incurre en delito de apología o si está amparado por el derecho constitucional a la libre expresión.

La obra recopila un pensamiento extremista además de obsoleto en su ideología y sí contiene párrafos apologéticos de una “revolución” que costó la vida a miles de peruanos. Pero el problema medular está en el hecho, más político que jurídico, de permitir que un miserable que ha cometido crímenes de lesa humanidad ponga a disposición del público ese tipo de panfletos.

En Alemania las lecciones de la II Guerra Mundial incluyeron la prohibición de que se reedite el “Mein Kampf” de Hitler, no porque no sea un texto vigente, sino porque los regímenes liberales y libertarios, así como deben ser abiertos y permisivos, no pueden dejar de lado las más elementales consideraciones morales de cualquier sociedad civilizada, donde frente al valor de la vida son inaceptables los postulados políticos e ideológicos que propugnen el exterminio de seres humanos.

Guzmán Reynoso es un intelectual de sólida formación, pero su obra y praxis son malditas. Desde esa posición ahora despliega una estrategia de aprovechamiento de las contradicciones entre el derecho positivo y los principios fundamentales de nuestro sistema político. Así emerge la falacia de que quienes objetamos la publicación de su libro estaríamos al margen de la norma constitucional. ¡Oh paradoja! El vesánico defendiendo la libertad de expresión

La maldad “abimaelita” va más allá: para diferenciarse de sus cófrades directamente aliados del narcotráfico en el VRAE, los senderistas históricos dicen querer reconvertirse en partido político. Pero eso solo podrán aceptarlo quienes jamás hayan leído un texto maoísta.

En tiempos aurorales de la revolución china le preguntaron al “Gran Timonel” cuándo su país alcanzaría la etapa del comunismo. Respondió que sus seguidores debían tener paciencia, porque entre la toma violenta del poder y la construcción de su nuevo estado podían pasar mil años, pues incluso un lapso tan prolongado no es siquiera un guiño en el decurso histórico de la humanidad.

Guzmán sabe eso perfectamente. Su facción de Sendero podrá estratégicamente aparecer hoy como pacifista y seudolegalista, pero eso nunca será verídico. El senderismo es intrínsecamente criminal y por tanto es una lacra y un grave peligro en cualquiera de sus versiones. De allí la urgencia de combatirlo ideológica y políticamente en las calles, las plazas, los colegios y las universidades. Y en lo que resulte necesario para salvaguardar la viabilidad de nuestra patria, el Perú, se lo debe reprimir con la ley y las armas. En cuanto a sus cabecillas, el gesto más humanitario que ameritan es la reclusión con redoblado rigor hasta el día en que ellos mismos se liberen, es decir, el día de su muerte natural, porque así como sostuvieron con sus crímenes que el poder nace del fusil, la democracia debe demostrar que la piedad nace de la justicia.


http://www.elcomercio.com.pe/impresa/notas/estrategia-maldita/20090919/343971

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