18.9.09

Impulsar iniciativa

En contexto reciente, y más allá de los parámetros protocolarios de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el Perú ha puesto en la agenda de la región el tema del armamentismo, vicio tan caro de la política exterior de algunos países para la lucha contra la pobreza y la paz entre los Estados. Por supuesto, hubiese sido muy responsable e interesante que en la cita de Quito se hubiera respaldado al unísono el pedido del presidente Alan García sobre el control de las multimillonarias compras bélicas.

Pero esta falta de unanimidad y convicción no debería resentir a la oportuna iniciativa peruana. América del Sur no tiene sólo frente a sí a un foro como el de Unasur. Existen otros escenarios y espacios que deberían tomarse en cuenta. Porque al final lo que todo ciudadano pacifista procura es que la mayor cantidad de autoridades y personas con decisión –la opinión pública– cambien su manera estática de ver las cosas, cuando en sus narices un puñado de regímenes sudamericanos gasta enormes presupuestos para llenar arsenales con municiones y sofisticados aparatos de guerra. Esa carrera armamentista resulta más cuestionable cuando aquellos países que se supone son los más desarrollados económicamente en Sudamérica no han derrotado aún a la pobreza dentro de sus fronteras.

De otro lado, es explicable la desconfianza que genera este tipo de políticas belicistas por parte de algunas naciones vecinas, especialmente cuando aparecen año a año adquisiciones bélicas de parte de algún vecino en forma desaforada y frenética. De ahí que un pacto de no agresión entre países sudamericanos es una propuesta sincera, valiente y directa, en pro de la fraternidad regional. Por tanto, impulsar, alentar y promocionar esta iniciativa es fundamental para salir de los discursos atiborrados de retórica y pasar al campo de las definiciones en favor de la paz y del desarrollo.

Apoyamos a Torre Tagle en este intento y a los países amigos que quieran sumarse al pacto de no agresión entre los Estados de la América del Sur o al rechazo del armamentismo. Pero a la vez comprendamos que la tarea es de todos y no sólo de las autoridades del gobierno. Que las asociaciones civiles que defienden y promocionan la paz avancen en este derrotero; que los catedráticos de derecho internacional y los estudiantes universitarios organicen cuantos conversatorios o seminarios sean necesarios para elevar a la opinión pública sudamericana a su conciencia de pueblo que tiene frente a sí un porvenir común; que los dirigentes de los partidos políticos se confundan con sus similares de la región para madurar estos temas antibélicos y presionar a sus gobernantes a fin de que éstos limiten sus gastos en armamentismo.


EXPRESO

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