23.9.09

Ministros-problema

Por Mirko Lauer

Dos tipos de ministro, desde una perspectiva presidencial: los que hacen problemas y los que no. A Alan García el gabinete se le ha llenado de los del primer tipo. Los problemas son diversos, y van desde lo sustantivo hasta lo venial. Por alguna razón los más recientes son los más metidos en complicaciones.

La estrella del elenco problematizador es el ministro Francis Allison, quien le ha dado nueva vida al tema del chuponeo de BTA. Como es muy poco probable que el viernes le diga al Congreso aquello que ha callado ante los medios, las preguntas incómodas de estos últimos van a continuar. ¿Cuánto tiempo lo va a sostener García?

Pero que alguien llegue al gabinete con su destape bajo el brazo no es lo habitual. La más frecuente fuente de problemas es el ministro que se lanza a dar declaraciones que propician un jaleo por sí mismas. En este género los peores son aquellos ministros que a continuación se convierten en intérpretes de su declaración.

El ministro Rafael Rey anda al filo de este estilo. Antero Flores Aráoz tenía el don de hacer declaraciones destempladas, pero con mínimas consecuencias. Quizás el secreto estaba en que disfrazaba las pachotadas de refrán criollo, y nunca se dio por aludido ante las críticas. Duro bastante, y todavía se debe estar preguntando por qué salió.

Hasta aquí los que pecan de palabra. Luego están los que pecan de obra, planteando iniciativas que (buenas o malas acciones) encuentran resistencia entre los medios y el público. Pocos saben retroceder con gracia. Casi todos se empecinan, convencidos de que por allí está el camino de salida al problema que acaban de crear.

Esto es lo que le está pasando al ministro Octavio Salazar, quien no satisfecho con los problemas que su pliego comparte con Defensa en el VRAE, ha puesto en marcha la actividad guerrillera de los alcaldes distritales limeños y sus columnas de serenos. Interior no es un ministerio fácil, lo cual exige doble cautela.

En este panorama es probable que García esté lamentando que Mercedes Aráoz no esté en un ministerio de perfil más alto. En Comercio funcionaba como una verdadera relacionista pública del Ejecutivo. Hoy la imagen más prominente del Ejecutivo es el primer ministro, dedicado a sacarles las castañas del fuego a varios de sus pupilos.

Si bien es demasiado temprano para nuevos cambios en el gabinete, rápidamente se puede volver demasiado tarde: el descrédito de las autoridades siempre es un aliciente para las formas rudas de protesta. García no puede mantener su actual perfil bajo indefinidamente, ni dejar que se piense que los ministros que más hablan lo hacen por él.

LA REPUBLICA

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