29.9.09

El sueño del pongo propio

Por Mirko Lauer

¿Qué hay entre algunos congresistas y las tareas del hogar? Hace un tiempo tuvimos empleadas domésticas contratadas como asesoras, y ahora asesores que denuncian haber sido sometidos a la realización de tareas domésticas. En el primer caso el objetivo era alzar con un sueldo público, en el segundo sería obtener un servicio no pactado.

Lo primero que viene a la mente es que hay congresistas que no logran distinguir entre la asesoría parlamentaria y el servicio doméstico. Tal vez piensan que no necesitan el tipo de aporte que dan un asesor o un ayudante, y que el Estado quiere que tengan una suerte de valet que cuide el día a día de sus personas.

No podemos imaginar contratados capaces de actuar con provecho dando apoyo a la tarea parlamentaria, mientras lavan pies o planchan camisas, que no es fácil. Quizás hay algún Picaporte (el célebre valet de La vuelta al mundo en 80 días) entre ese personal, pero es seguro que la mayoría son casos de malversación, permanente u ocasional.

Estos casos tienen claras resonancias feudales, en el sentido de una indiferenciación entre servicios adscritos a una tarea impersonal y servicios adscritos a una persona. Se pueden dar situaciones en que la línea divisoria no es tan clara. Pero cuando los servidores protestan y denuncian es que algo está sucediendo.

Tal vez estamos asistiendo a un conjunto de dramas sociales, en que el representante trae al Congreso usos y costumbres de otros contextos, que luego son reforzados por la importancia del nuevo cargo. Con lo cual se produce una distorsión de tareas y papeles que podría llamarse algo así como el sueño del pongo propio.

Es una lástima que por su parte las denuncias contribuyan a dar la impresión de que hay algo indigno en prestar servicios personales de tipo doméstico. No es el caso en ninguna circunstancia. Planchar camisas por el sueldo de un auxiliar parlamentario (si se llega a recibir) no parece en sí mismo un mal negocio, aunque sí de dudosa legalidad.

Este tipo de situaciones tienden a producirse cuando los términos de referencia de una contratación no son claros, y las dos partes tienen diferentes expectativas. Lo cual también se aplica al cargo mismo de congresista, que a veces no es entendido por quienes lo han asumido. En todos estos casos siempre es bueno explicar.

Mientras tanto una buena regla es cero servicios domésticos por parte de personas a sueldo del Estado, a cualquier nivel. Pues si la tendencia persiste, podemos terminar con Víctor Mayorga revirtiendo a las viejas costumbres de su Cusco natal, y llegar al Congreso en andas, como lo hubiera hecho ese arquetípico gamonal pre-reforma agraria llamado el Inca Luna.

LA REPUBLICA

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