24.9.09

La cumbre y los abismos

Empieza hoy en Pittsburgh, Estados Unidos, la cumbre del G-20, el grupo de los países más poderosos del mundo. La cita, a la que acuden Jefes de Estado y de Gobierno, no se inquietará por la crisis que sigue hundiendo a los países pobres.

Una coartada de ciertos economistas y medios de comunicación es sostener que la crisis ha tocado fondo. Los que han tocado fondo y siguen allí son los trabajadores y los pobres.

Las Comisiones Obreras y la Unión General de Trabajadores de España han puesto el dedo en la llaga al declarar que la pregonada recuperación consiste simplemente en “indicios de estancamiento de la caída o, en el mejor de los casos, alguna tímida recuperación en algunos de los países del G-20”.

Señalan esas centrales sindicales que la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que a fines de este año el número de desempleados habrá aumentado en 58 millones de personas.

En África, la región más castigada, las exportaciones caen sin pausa. En la República Democrática del Congo se ha despedido por esta causa a 200,000 mineros. En Zambia, una cuarta parte de los asalariados ha sido lanzada a la calle.

Las ataduras de muchos países pobres respecto a las economías centrales son, en muchos casos, la fuente de la desgracia. México es ejemplo dramático. Algunas naciones padecen hambre en masa. Bangladesh y Haití yacen en ese abismo.

Noam Chomsky acaba de publicar en la Boston Review un extenso ensayo: “Crisis y Esperanza: las suyas y las nuestras”. Indica allí que la New York Review of Books, del New York Times, dedica páginas principales al tema: “How to deal with the crisis” (= Qué hacer con la crisis) abordado en un simposio de especialistas.

Pero, oh sorpresa (¿sorpresa?), para los sabios occidentales la frase “la crisis” tiene un significado restringido: es la crisis financiera que golpeó a los países ricos con gran impacto y es, por lo tanto, de suprema importancia.

A estos garúes de la economía no les preocupa la otra crisis: la de los pobres.

Hay quienes alegan que los analistas negativos acostumbran echar la culpa de sus males a países extranjeros.

Una prueba del desinterés del G-20 respecto a los demás, está en su creciente proteccionismo. El propio presidente Barack Obama anunció días atrás que gravará la importación de neumáticos chinos. En los cinco meses últimos, los miembros del G-20 han aplicado 121 medidas proteccionistas y tienen listas 134 más.

En esa atmósfera van a conferenciar los grandes. A diferencia de los gobiernos a ellos sometidos, los poderosos piensan ante todo en su propio interés.

Entretanto, en Haití –país varias veces invadido por los marines yanquis– hay millones de personas que se mueren, literalmente, de hambre. El G-20 no les concede atención ni esperanzas.

DIRECTOR

LA PRIMERA

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