28.9.09

Ilusionista

Por Mirko Lauer

Cuando uno cae sobre arena movediza lo importante es casi no moverse y buscar una ramita de la cual prenderse. Es notable cómo el ministro de Vivienda Francis Allison se ha ido hundiendo él mismo con cada nueva declaración. Ha declarado respaldos que luego han resultado no ser tales, o serlo muy a medias. ¿Esta persona cobraba por asesorar?

Así, pierde piso por lo que dice, una versión inexacta y optimista de los apoyos con que cuenta, y por lo que no dice, los servicios por los cuales le ha estado pagando la empresa BTR. Se ha reunido con su gabinete, el Congreso y periodistas varios, pero en ningún caso ha revelado su secreto. Ahora dice que no lo revelará porque hay una investigación en curso.

Hay en Allison grandes dosis de candor para interpretar los gestos faciales y las declaraciones de los políticos que lo rodean. Interpreta la expresión de duda como apoyo, la sacada de cuerpo como promesa, y no oye cómo unos metros más allá algunos prominentes compañeros piden su blonda cabeza sin miramientos.

Cuanto más demore Allison en revelar con pruebas cómo era la cosa con BTR, más irá creciendo en la opinión pública la sospecha de que se trata de algo digno de todo ocultamiento. De hecho ya circulan cada vez más hipótesis de diverso tipo, apoyadas todas en la incongruencia de la situación y el silencio del protagonista.

Pareciera que el ministro se apoya en algunos análisis más bien discutibles: que como no se le ha pedido su renuncia, ya no se le va a pedir; que la investigación de la fiscalía no va a encontrar nada y que eso le permitirá ganar tiempo; que en cualquier momento llegará otra causa célebre que relegará sus problemas al olvido.

Mientras tanto Allison sigue tapando el sol con un dedo. Dice que el consejo de ministros pasado quedó satisfecho con su explicación, pero el premier declara que allí no se habló de voto de confianza. Dice que en el Congreso se aclararon todas las dudas, pero el presidente de la comisión investigadora afirma que él no ha respondido algunas preguntas.

El ministro está convencido de que la revelación de que sus lazos con BTR no eran dolosos lo rescataría de las arenas movedizas. Pero él mismo se resiste a entregar la información que, de existir, podría salvarlo. Además no comprende que no es solo la naturaleza de los lazos, sino los lazos en sí mismos los que lo vuelven candidato de fuerza a una renuncia.

Con el caso entrando a su tercera semana, está claro que Allison ha preferido una muerte lenta a una súbita. El ministro no tiene un peso simbólico, partidario o político que obligue a mantenerlo más allá de toda razón. Es solo algún inescrutable cálculo del poder lo que todavía lo mantiene a flote sobre esas arenas movedizas.

Error: En mi columna de ayer sábado se dice que la protesta anti-privatización en Arequipa fue en el 2004; en realidad fue en el 2002. Mil disculpas.

LA RÈPUBLICA

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