30.1.10

Alcides en el país de las pesadillas

Alcides, un niño de solo 8 años, cayó un día al oscuro pozo de Sendero cuando fue secuestrado. A una edad en la cual debería estar jugando y leyendo cuentos en la escuela, fue maltratado y obligado a realizar trabajos forzados. El espantoso drama que vivió lo ha dejado tan traumado que destruye a mordiscos la ropa que le han entregado. Es difícil saber si ese niño algún día logrará superar la pesadilla por la que ha pasado.

A Flor, de 6 años, la metieron en un saco de yute, como si fuera una gallina que habían robado, y se la estaban llevando al hombro hacia el monte, a una vida de esclava, cuando fue afortunadamente rescatada.

Solo lo sufrido por esos dos niños debería justificar el redoblar esfuerzos y tomar más en serio el objetivo de derrotar totalmente a Sendero. La actual tendencia en círculos oficiales, de tratar de minimizar su presencia en el VRAE, solo trae como consecuencia que no se les exija resultados a los militares, quienes siguen destacando a la zona a reclutas, en lugar de enviar comandos fogueados. Evidentemente, no es la prioridad en la agenda de seguridad y no parecen dedicarle mucho tiempo.

Sin embargo, todos los comandantes generales de la fuerza armada tienen todo el tiempo del mundo para declarar a los medios rechazando los planteamientos de Jaime Bayly. También, para caer en las infantiles provocaciones de los generales chilenos, así como para exigir que se les aumente el sueldo.

En realidad, lo que está ocurriendo hace años en el VRAE ratifica y valida la propuesta de reestructurar a fondo los institutos armados. Son 100 mil costosos efectivos en la planilla del Estado que no están cumpliendo cabalmente su función ni dando resultados. El fantasma externo del pasado los obsesiona, mientras que la inseguridad interna la sufrimos todos los peruanos.

Claramente, lo que se requiere es contar con muchos más policías que estén bien capacitados y preparados para que sean ellos quienes se encarguen de combatir tanto a la delincuencia común como a Sendero, dejando a una pequeña y profesional Fuerza Armada que se ocupe de la protección en el frente externo.

Lamentablemente, Alcides no se va a despertar una mañana, como Alicia, y descubrir que todo fue un sueño, porque la triste realidad es que los peruanos todavía corremos el riesgo de volver a vivir ese infierno.



PERU 21

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